[XVIIII] LVCIFER

11 0 0
                                    

El Dragón del Tiempo me mira a los ojos mientras la habitación oscura y fría donde nos encontramos se desvanece a nuestro alrededor. Somos transportados a una isla diminuta rodeada de un intenso mar cobrizo que refleja el atardecer extendido en todas direcciones. Miro atónito el paisaje dejándome paralizar por su majestuosidad. Observo la marea subir y bajar como un mar hecho de fuego líquido.

—Muerto, silencioso, constante, pero siempre cambiante... este es sin duda mi momento favorito de tu mundo. Pronto regresará de nuevo para morir una vez más, entretejido por siempre en la tela del universo —dice el Dragón del Tiempo.

—¿Esto es todo lo que queda de mi mundo al final, dónde están todas las personas, todos los que oraron por la salvación? —pregunto.

—Flotando entre las olas —dice el dragón.

—¿Qué hay de los pecadores que cayeron en tentación?

—Volaron tan cerca del sol como pudieron para terminar cayendo tanto cuanto ascendieron.

—El futuro no es como imaginé —digo suspirando—. Desde que tengo memoria he intentado andar por el camino correcto con el sueño de encontrar un tesoro al final del arcoiris. Me vendieron una idea de lo que la vida debería ser: sufrimiento en espera de algo más. ¿Acaso no hay luz tras las sombras ni un dios en la máquina? ¿Tan solo un montón de carne y hueso siendo engañada?

—Benditos los que no ven el porvenir pues la oscuridad los vela de hipocresía. He visto hombres de fe, como tú, abandonar sus creencias y dejar de pretender entender todo cuanto hay tras las estrellas cuando, en realidad, no tenían la más mínima idea. Tal y como tú.

El mundo entero parece estarse quemando como si fuese una estrella ardiente frente a mis ojos. Y quien presencie este paisaje silencioso jamás podría imaginar que una vez este lugar era un mundo lleno de sociedades enteras. Gente real con ideas innovadoras, ciencia y tecnología. Pero también congregaciones sin cabeza y torbellinos de criaturas desalmados. Todos atrapados por igual entre la espada y la pared.

—El camino al infierno está hecho de buenas intenciones —resopla el dragón—. Observa con atención. Esta parte es mi favorita.

Ambos miramos sin decir una palabra mientras el sol empieza a descender en el horizonte, cubriendo el mundo entero con un manto de oscuridad. Las nubes forman un anillo alrededor de la luna escarlata en medio del cielo nocturno. Mantengo la firmeza intentando no atribular mi inquieto corazón al enfrentarse a semejante espectáculo, en su lugar mirando hacia mi interior y reflexionando.

Entonces el viento y la lluvia sacuden la tierra de la isla moviéndola en dirección a las nubes y las estrellas del firmamento. La isla entera flota por los aires abriéndose camino al cielo de obsidiana y nosotros sobre ella, inmóviles, miramos con asombro hasta que la luz de los astros finalmente nos alcanza.

Mientras viajo por este mundo oscuro dejando la luz atrás, observo con ojos nuevos cosas que no debería observar: planetas y estrellas fugaces pasan zumbando junto a mí, mundos enteros se destruyen y coalescen formando nuevos. Dejo el presente atrás mientras surco los cielos con los ojos abiertos.

En este punto el Dragón del Tiempo, un niño con una sonrisa en el rostro que podría transformar la carne en piedra y quien me había traído a este viaje maravilloso, decide separarse de mi lado, no sin antes decirme algo al oído.

El paisaje a mi alrededor no deja de sorprenderme. Contemplo en reflexión un enorme planeta rojo que hierve como una bola de fuego y lava frente a mí. Sin embargo, las palabras que el Dragón del Tiempo pronunció al despedirse no dejan aún de horadar mi cabeza.

* * *

No eres capaz de imaginar cuánto tiempo esperé por este instante. Prisionero en este planeta de lava y azufre. Inmovilizado por cadenas y grilletes hasta casi perder la cabeza. Pero el momento de escapar finalmente ha llegado. Prefiero ser un fugitivo que permanecer así por otra eternidad.

Bruja terrenalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora