[XVII] MEMORIAE MALEFICARVM

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—¡Bienvenido a Onira! —dicen Vincent y el caballero al unísono.

—Debo regresar a mi mundo lo antes posible —respondo—. ¡Debo encontrar a Jen!

—Tengo malas noticias para ti, Lázaro —dice Vincent solemnemente inclinándose en la hierba junto a mí—. Si vuelves a tu mundo jamás tendrás otra oportunidad de volver a ver a tu hermana. En tu mundo ella está muerta.

—No es posible. Hablé con ella, la escuché hablar con el doctor...

—Seguramente fueron recuerdos reprimidos, Lázaro. Si de algo estoy seguro es que Jen no existe en el Mundo Antiguo. Si Jen está viva en algún lugar, es definitivamente aquí. Y si así es, debemos encontrarla antes de que haga un daño irreversible a nuestro mundo.

—Debe estar viva. No pudo simplemente haber desaparecido —dice el caballero sin nombre—. Si hay alguien que puede ayudarnos a encontrarla, ese eres tú, Lázaro. ¿Piensa, dónde iría tu hermana?

Levanto mi mirada hacia el horizonte y pienso por un momento.

—Creo tener una idea.

* * *

Camino junto a Vincent y el caballero sin nombre por las tierras áridas del desierto conocido como la Tierra Oscura en este mundo. En la distancia podemos divisar tres figuras familiares, ¿podrán ser el obispo, el doctor y Santiago?

—Vaya pero qué tenemos aquí... —dice el doctor.

—Nada menos que el autoproclamado "redentor de los caídos", en realidad un demonio infernal —responde el obispo fijando sus ojos en Vincent—. Pues mira lo que ha deparado tu promesa, demonio. Nos prometiste el paraíso y en su lugar despertamos en el infierno. ¿Qué respondes a eso?

Corro hacia donde está Santiago y le imploro que me explique esta situación. ¿Acaso Vincent los ha traído a ellos a este mundo también como lo hizo conmigo? Esto no puede ser verdad. Pero Santiago asiente con una expresión solemne, pues me relata que en el inframundo ellos no eran los únicos viviendo en sufrimiento. En todas direcciones hasta donde alcanza la vista, millones de almas traídas por Vincent desde nuestro mundo hasta aquí son coleccionadas en el inframundo como marionetas, unas hierven en agonía en el fuego del Infierno mientras otras tiritan de dolor congeladas en el Estigia. Allí, las personas que vienen de nuestro mundo son tratadas como marionetas vacías por dentro, forzadas a servir a otros, un ejército entero de seres sin cerebro ni voluntad propia, como espantapájaros. ¡Cuántos sueños sin cumplir, cuántas tragedias encierra el inframundo, cuántas almas que intentaron huir de sus destinos acabaron allí! Al igual que ellas, nosotros fuimos utilizados por Vincent como instrumentos... ¿Con qué fin?

—Dios les dio su palabra, no yo. ¿Dónde está vuestro dios ahora? Es cierto, los he traído a mi mundo, los invité a mi hogar, y lo que han visto no es otra cosa que el paraíso. Hicieron un favor por mí y yo hice uno por ustedes. Pero una vez en el paraíso, ustedes son los que deciden adónde los llevan sus decisiones. Yo simplemente abro las puertas. Son ustedes los que decidieron tomar mi mano y seguirme a la tierra prometida. Pero sus pasos se desviaron y encontraron por su propia cuenta otro paraíso, una especie de paraíso para el que no estaban preparados. ¿Ahora se quejan como niños ingratos con quien los ha traído al jardín del Edén? ¿Acaso, tras visitar el inframundo, han olvidado la devoción que tanto solían atesorar en su hogar? Bienvenidos a un mundo en el que sus decisiones tienen consecuencias y su fe sola no los puede sacar de la miseria, sino que deben enfrentarse a los problemas en lugar de esperar a que alguien más los resuelva por ustedes. La naturaleza es generosa pero también es despiadada. No soy un demonio como ustedes creen sino algo mucho más peligroso: un druida. Soy un buscador de conocimiento y guardián de la naturaleza; como tal cumplo su voluntad y me rijo por sus demandas. Al igual que las polillas vuelan hacia el fuego y mueren calcinadas, las personas de su mundo a menudo buscan un paraíso sin pensar que cuando lo encuentren serán parte de él y su naturaleza. En su lugar esperan un jardín servil dispuesto a su voluntad, como la maquinaria que utilizan en su Mundo Antiguo que satisface cada uno de sus deseos y vanidades. Anhelan otra vida en un mundo lejano, persiguen un sueño, y piden mi ayuda. Yo los complazco otorgando una cosa a cambio de otra y nada más. Aquí está su cielo, su tierra prometida: sean bienvenidos a mi máquina de vanidades automática.

Bruja terrenalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora