[XII] NIGRA ORCHIS

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Me parece escuchar risas ahogadas en el fondo de la habitación mientras examino los relojes buscando alguna pista. Tomo un antiguo reloj de bolsillo roto y lo guardo pensando que podría ser una de las piezas necesarias para la inmortalidad que ha conseguido la extraña mujer que conocí en el estanque. Al fondo encuentro una vieja puerta de madera que abre hacia un hermoso jardín de orquídeas de todos los colores del arcoiris. La belleza de las flores me distrae del gentío que está reunido a su alrededor. Cada persona lleva un reloj roto en su mano y parece buscar algo desesperadamente entre las flores.

Después de admirar las flores más de cerca, pregunto a algunos de los desgraciados que deambulan sin sentido quiénes son y qué hacen aquí. Sus respuestas, aunque no me sorprenden, me desilusionan: todos están en la búsqueda de una manera de desafiar la finitud de la vida. Algunos persisten en esta búsqueda toda su existencia hasta que, en su hora final, sus cuerpos se marchitan en una tumba. Saben que la mayoría jamás lo logrará. Para ellos no hay diferencia entre el nunca y el ahora. Sus mentes ya están muertas pues desperdician su presente y futuro en un sueño vano. Pasan sus días implorando un mañana mientras hoy se les escapa entre los dedos. ¿Qué tal si están siendo engañados? ¿Qué tal si lo que se mueren por obtener no es más que una ilusión, si esa inmortalidad que buscan es mera fantasía y este campo de orquídeas se marchitará frente a sus propios ojos junto con sus sentidos? ¿O quizás... será esta una ola de transfiguración mágica que fluye hacia el abismo infinito del tiempo? Si en realidad existe algo no debería ser necesario creer en ello. Aun así no puedo evitar preguntarme si terminaré como una más entre la multitud, en la búsqueda de los ingredientes correctos que abren la puerta al jardín de la eternidad, o terminaré en mi hora final abatida sobre una pradera de orquídeas marchitas.

Nunca quise ser guiada hacia la luz y no tengo tiempo para soñar con paraísos distantes, escuchar historias sobre el bien y el mal ni para quienes creen ver un milagro con los ojos cerrados. El paraíso está aquí y ahora frente a mi y la magia que he aprendido no funciona con "pedid y se os dará" sino con otra correlación: "como es arriba, es abajo". Analizo el mundo que me rodea y ejerzo mi voluntad sobre él, algo que las ilusiones fracasan en lograr.

¿Debería negar aquello que he visto con mis propios ojos, a pesar de que desafía la naturaleza de la razón? ¿Aquello que me ha traído hasta este lugar alejado de la luz del sol? Sé lo que veo pero también lo que no y en marismas oscuras debe andarse con cuidado. Admito que me gustaría tener más tiempo pero perseguir ese sueño solo significaría más tiempo inmersa, como el resto de esta multitud víctima de la perplejidad, buscando flores fantasmagóricas entre la neblina. Una multitud que ni siquiera ha vislumbrado el rostro de quien los creó para luego abandonarlos sin ningún vestigio de comprensión. Perderán sus mentes una tras otra...

Y aquí me encuentro, en el borde de la demencia, truncando mis propios sueños. Es fácil verlos realizados con los ojos cerrados. Pero lo cierto es que no tengo más tiempo para gastar en este lugar alejado de la razón repleto de manecillas detenidas; mis sentidos ansían esplendor y grandeza. Las manecillas no se detienen realmente mientras estoy aquí; todo lo contrario, marcan ahora con más afán que nunca el ritmo al que debo correr.

* * *

—Jamás imaginé que hubiera un lugar así en medio del desierto —exclamo al ver la inmensa nívea tundra, nuestro destino tras caminar cuarenta días por los Desiertos del Caos.

Vincent explica que solía ser una aldea perteneciente a una raza de elfos antiguos que desapareció. Existía en tiempos llenos de odio, guerra y acero ensangrentado conocidos como las Guerras Primordiales. Sus ruinas se encuentran en medio de lo que solía ser un área boscosa, ahora una gran planicie árida y gris cubierta de nieve.

Bruja terrenalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora