La luz que ilumina la oscuridad

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Makoto y Haruka siguieron hablando un poco más, hasta que Makoto vio la hora, eran las doce y debía estar en el trabajo a las 7 de la mañana.

― Me tengo que ir a dormir ― le susurró, ― ¿estarás bien aquí?, Makoto lo observo atentamente, la aleta la tenía bastante herida, los brazos y las muñecas también, tal vez sus heridas no eran tan profundas, pero se veía bastante débil ahí acostado en la bañera, pensó que tal vez no lo tenía en las mejores condiciones.

Haruka solo lo observo con atención ― Estoy bien, le dijo al fin, ciertamente no estaba del todo cómodo, pero por lo menos tenía la opción de la libertad.

Makoto no estaba seguro de las palabras de Haruka, tal vez lo decía para no causarle preocupaciones, pero al castaño le importaba y mucho, así que fue a su habitación, busco un futón, dos almohadas y fue directo al baño, por lo menos le podía hacerle compañía, ya que odiaba la idea de dejarlo sólo.

Haruka lo observo entrar nuevamente al baño y vio como acomodaba el futón en el suelo, al parecer planeaba acompañarlo, no lo iba a decir abiertamente, pero la verdad era que Haruka no quería quedarse sólo, le aterraba que al despertar se encontrara nuevamente encerrado en el acuario o en algún otro sitio.

Makoto se acercó a la tina y coloco una de las almohadas en la orilla de la bañera junto a su brazo, la verdad no sabía que más hacer para que este estuviese cómodo. Al mirarlo percibió la atenta mirada del tritón que no le había despegado la vista desde que había entrado nuevamente al baño y le dirigió una cálida sonrisa que provocó que Haruka apartara su mirada.

Makoto suspiró pesadamente mientras se dirigía al apagador, había tenido un día muy agotador.

― Voy a apagar la luz ― Haruka asintió, aunque no tenía idea a lo que se refería hasta que el baño quedo totalmente a oscuras, o más bien, casi a oscuras ya que de sus escamas emanaba una luz azul muy tenue pero ciertamente hermosa que disipaba un poco la oscuridad. Apoyó su mejilla en la almohada que Makoto le había dado y cerró los ojos.

Makoto se tumbó en el futón mientras observaba con asombro la aleta del tritón, la verdad era que él le tenía un poco de miedo a la oscuridad y esa luz lo tranquilizaba y apartaba las sombras. Con una sonrisa en sus labios, cerró los ojos y rápidamente concilio el sueño.

Es imposible (corregido 03/03/2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora