3.- Conociendo a Mr. Tufo

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3.

Conociendo a Mr. Tufo
Y
la nota anónima


Me había pasado toda la mañana buscando mi diario: debajo de la cama, entre las sábanas, en mi mochila, etc. Pero no lo encontré. Me extresaba buscar las cosas, en general. Siempre estaba buscando las cosas pero esta vez estaba segura que debía estar en mi mochila y no en otra parte. Una vez más, abrí mi mochila negra con la esperanza de encontrar mi diario en algún laberinto escondido entre tantas cremayeras pero no, allí no estaba.

Dejé caer mi agotado cuerpo en la cama con las palmas de mis manos en mi rostro, resoplando por el cansancio. Me había mareado de tanto buscar, como casi siempre, pero en algún lugar tenía que estar y no me rendiría porque allí estaba cada uno de mis pensamientos, es más, toda mi vida y no estaba dispuesta a dejar que cayera en otras manos.

De repente me entró la duda de si realmente lo había traído a casa, esta vez.

¿Dónde podía estar?

Di una respiración profunda.

El calor ya me estaba asando y no me dejaba pensar con claridad. Me levanté de la cama y de mala gana por el agotamiento, dirigí mis piernas hacia el balcón en pasos pesados mientras arrastraba mis pies como si de los de elefante se tratara hasta llegar a la puerta doble de cristal con bordes blancos. Giré del pomo de una de las puertas para luego empujar ambas y recibir como bienvenida el aire fresco de la mañana, me adentré en el balcón colocando mis manos sobre la barandilla mientras el viento movía en todas las direcciones mi cabello. Intenté pensar un rato pero el ruido del tráfico me hacía el trabajo imposible y las palomas en todas partes me daban un asco tremendo así que me rendí, y me distraje mirando el cielo con sus primeros rayos de sol. Mi vista se perdió en la casa de en frente, al otro lado de la carretera, donde el camión de la mudanza estaba trayendo los últimos muebles ya que según mamá los nuevos vecinos se mudarían hoy.

Al fin después de tantos años vivía alguien allí.

La casa en realidad era toda una mansión moderna, con una infraestructura realmente impresionante y distinto a los de este barrio. Los nuevos vecinos obviamente serían millonarios, fijo.

Me detuve a pensar durante un rato volviendo al tema de repente.

Si mi diario no estaba en ningún rincón de la casa debía estar fuera de ésta y la última vez que lo vi fue...

En la torre.

— ¿Zoey, qué tal si te llevo al instituto hoy y nos compramos unos cruasanes? — propuso papá ambriento como siempre y no pude evitar sonreír al darme la vuelta y quedar frente a él.

— Papá ya te dije que no estés entrando en mi cuarto sin tocar.

— No es para tanto — le restó importancia, como siempre — ¿Todavía sigues en pijama?

Miré la hora en mi móvil y estaba a pocos minutos de llegar tarde al insti, otra vez, ya no podía ir a la torre primero.

Di un vistazo a mi atuendo y tenía razón, todavía estaba vestida de panda así que mientras él hablaba de los lugares en los que podríamos desayunar yo empujaba su cuerpo hacia la salida. No fue para nada fácil, él pesaba y medía más que yo pero una vez en el otro lado de la puerta la cerré con seguro.

****

Odiaba que papá me llevara al insti porque de camino siempre me recordaba momentos vergonzosos de mi infancia y yo estaba que me tiraba a la carretera, no enserio. Me divertía pasar el rato con él porque se la pasaba viajando por sus negocios en Nueva York y ese era uno de los pocos momentos que podía pasar con él, uno de los pocos momentos padre e hija que teníamos aunque me avergonzara no podía evitar sonreír cuando decía algo como...

A través de mi diario [En Proceso 💕]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora