9.- Recuperando mi diario

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9.

Allanamiento de morada.

Recuperando mi diario

(Parte 2)


Pasamos así un rato; con las manos en las rodillas y la respiración agitada hasta que poco a poco el agotamiento, la respiración agitada y los latidos de nuestros corazones se tranquilizaron seguidos de unas pequeñas risitas.

Ni yo me podía creer lo que acababa de pasar

Con pasos siguilosos empezamos a desplazarnos por todo el comedor, el silencio era abrumador y sólo se oían los silbidos de los gríos, ninguna conocía la casa y era mejor no tocar nada que no fuera mi diario.

— ¿Zoey, ves ese florero? Parece costoso — Taylor estaba analizando el florero entre sus manos en una esquina.

Vale, debo admitir que se notaba costoso

El florero era blanco con pequeños detalles de flores japonesas rosa, se notaba antiguo y que podía valer mucho.

— No puedes robarte eso — dije ya que ella ya se lo estaba poniendo en la cartera que apenas sabía que traía.

— No estoy robando.

— ¿Así? — arqueé una ceja incrédula.

Todo estaba tenebrosamente oscuro y sólo se veía por la luz de la luna llena que se filtraba a través de las ventanas de cristal. 

— Sólo colecciono objetos ajenos  — ruedo los ojos y me acerco a ella.

— Suelta eso — ella y yo tiramos en lados distintos del dichoso florero hasta que éste se queda en mis manos — no podemos robar nada.

— Tienen varios libros de a través de mi ventana firmados por Ariana Godoy — por instinto me acerco a Taylor quien de la nada ya se había desplazado, estaba pasando sus dedos por los libros en la estantería.

— Son auténticos — susurré como si de un tesoro se tratara incluso llegué a olerlo — con esto sí nos podemos quedar.

— Ya no cuenta como robo ¿Eh? — se burló de mí Taylor cruzándose de brazos a mi lado.

— No si es por una buena causa — ambas nos hicimos con uno de los libros cada una, que seguro estos pijos no sabían apreciarlos por el polvo que llevaban.

Antes de que pudiéramos apenas dar un paso más, varios pasos resonaron por todo el salón alertando nos a ambas. No eran pasos ruidosos sino lijeros pero por el silencio absoluto todo pequeño sonido era escuchado.

— Viene de las escaleras — susurré al notar el inconfundible sonido de pies  entrando en contacto con las baldosas.

— Debemos escondernos.

De repente cualquier escondite se hizo obvio, era como si nos encontrarían de todas formas o en todo caso como si los únicos escondites estuvieran hechos para niños y no tuviéramos a donde ir.

A través de mi diario [En Proceso 💕]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora