5

2 1 0
                                    

Estaba preparado para mi primera cita con Criseli. Luego de muchos mensajes decidimos vernos un domingo por la mañana. El lugar iba a ser en Plaza San Miguel. Ahí nos encontraríamos puesto que ella me iba a dar una colonia que le había pedido por catálogo.

Por primera vez la vería desde que nos vimos en el concierto de Green Day y de eso ya había pasado casi dos meses.

Pero ¿por qué la vería?

No lo sé. Solo quería ver su rostro de inocencia que irradia. No sé si lo que me gustaba de ella eran las fotos que me enviaban con gestos coquetos llenos de sensualidad y muchas veces en ropa pequeña donde vi que tenía unas enormes tetas para su pequeño tamaño.

No puedo negar que me creaba morbo esa pinta de lolita inocente pero que debe esconder una mujer llena de deseo y de ser complacida. Me daba la impresión que ella esconde más de lo que refleja.

Aquel domingo me desperté temprano pues la cita era a las diez de la mañana. Me bañé con agua fría y me arrepentí luego por el congelado clima que hacía. El día empezó con ese clásico color gris que tanto caracteriza a Lima por lo cual debía abrigarme lo debidamente posible. Tampoco es que quería llegar sudando a nuestra cita.

Una camisa negra a cuadros y unos jeans azules me parecieron que estaba correcto para la primera cita que tendríamos ella y yo.

No podía contener la emoción que me embargaba. Es que ella de alguna forma me había flechado. Quizás sus ojos, o su cabello ondulado. Quizás el prominente pecho que ella tiene lo que me parecía excelente. A veces alucinaba que podía perderme en esos dos hermosos ejemplares.

Desayuné algo ligero. Apenas una taza de café y un pan con mantequilla.

Hoy me como a una linda teen, me dije saboreando mi mente.

Salí con mi casaca negra llevando el celular en un bolsillo del pantalón y la billetera en otro.

Le mandé un mensaje indicándole que ya iba de camino

Aún me estoy bañando ¿Me esperas?

Lo que más me irrita es la gente impuntual

Sí, te espero, pero no demores por favor.

No, no me voy a demorar. Un beso. Hasta entonces.

Aquello ya no me gustaba. Un retraso no es lo que estaba en mis planes.

¿Y si al final se echaba para atrás y no quería verme?

De igual manera fui a verla.

El que no arriesga no gana, pensé.

De camino, veía como la lluvia hacía suya la capital. Las finas gotas que empezaron a descender pronto comenzaron a mojar pistas y vereda. Claro, Lima no era como otras ciudades del Perú en donde al llover se inunda inmediatamente haciendo grandes charcos de agua tanto en la pista como en la acera. Sí, la humedad es muy alta, aún así no teníamos ese diluvio que puede darse en la sierra o en la selva del país.

Mala idea el de esperarla. Plaza San Miguel aún no habría hasta las once y faltaba un poco más de una hora. Como no pensaba esperarla bajo la lluvia, crucé la avenida para refugiarme en Plaza Vea que estaba frente a este centro comercial.

No iba a comprar nada. Solo no quería congelarme allá fuera. Sí, me encanta el invierno y el frío, pero no soy un imbécil que se va a quedar como un helado en semejante lluvia.

Cuando ya había pasado hasta tres veces por la sección de abarrotes, recibí la llamada de Criseli.

-Will-me dijo con una vocecita de pito-ya llegué ¿dónde estás?

CriseliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora