Luego de una campaña presidencial sucia y con una segunda vuelta aún más baja que las anteriores, el candidato independiente de centro izquierda ganó las elecciones. El popular PPK venció a Keiko Fujimori con una diferencia de dos porciento. La izquierda seguía gobernando a nuestro país. El antivoto a la candidata de descendencia japonesa era de mucho arraigo en todos los sectores por la corrupción durante el decenio en que gobernó su padre, hoy preso por eso y otros delitos.
Lima comenzó a vivir la fiebre del K-Pop con esos grupos coreanos de rostro afeminado que tanto adoraban las jovencitas quienes practicaban sus coreografías en la plaza central de Lince, Campo de Marte o en cualquier casa que las albergara para poder imitar los movimientos de aquellos coreanos que se les veía diferentes a los que yo recordaba de las películas de acción de los noventas.
En la televisión, seguía dominando el subconciente del peruano promedio esa huachafería llamada "Esto es guerra" y solo teníamos un streaming llamado Netflix cuyas primeras series como 13 reasons why era todo un éxito.
El club Chapecoense de Brasil tuvo un terrible accidente aéreo por lo cual solo se salvaron seis personas de ese trágico suceso. El humilde club que disputaba por primera vez un torneo internacional viajaba a Colombia para disputar la primera final de la Copa Sudamericana frente a Atlético Nacional. El suceso enlutó el fútbol mundial donde diferentes personalidades se despedían de ellos. Muchos futbolistas donaron dinero a las familias afectadas así como para el rescate de los cuerpos de aquel suceso.
El Atlético Nacional decidió que le dieran el título póstumo al Chapecoense por lo cual el trofeo descansa en las vitrinas del equipo brasileño como recuerdo de una gran campaña pero también de las lágrimas derramadas a nivel mundial.
Mientras tanto nuevamente en Perú, Sporting Cristal se coronó campeón del torneo nacional en el 2016 ganándole la final a un aguerrido Melgar F.C. que no pudo contra la experiencia de un equipo acostumbrado a ganar torneos. Y mi equipo favorito, Universitario de Deportes, tendría que esperar el siguiente año para poder tentar y ganar la liga nacional.
La navidad ya estaba a la vuelta de la esquina y no tenía ninguna noticia de Criseli. Prácticamente un año dejó de hablarme o yo no le hablaba. A veces comentaba mis fotos en las redes sociales pero eso ya no era importante para mí. Tenía otras cosas en la cabeza.
Grecia un día sin más ni menos desapareció de la faz de la tierra y nunca pude despedirme de ella. Simplemente no contestó nuevamente el celular y su departamento fue ocupado por una anciana de aspecto rudo. Prácticamente me botó a bastonazos cuando le pedí que me dijera sobre Grecia.
En su lugar, pude contar con Loverlly, de nacionalidad dominicana. Y como cosas del destino o quizás era mera casualidad, Grecia y ella parecían gemelas, salvo que Loverlly tenía más cachetes y era más caderona que la desaparecida Grecia.
Loverlly era mucho más cariñosa que Grecia y se desvivía porque yo quedara totalmente satisfecho. Claro, si con esas nalgotas yo quedaba hecho trapo ya tenía mi total aprobación. Su servicio era cien por ciento efectivo y no tenía quejas de ella.
Loverlly me tenía babeando. Ella tenía un encanto que no me lo dio Grecia. Creo que estaba enamorado de mi nueva chica.
Claro, no es que yo fuera un galán de cine o un Príncipe Azul, pero había límites. Una prostituta no cambiaría para siempre, al menos que le dieras una gran estabilidad económica. Con eso podía quedar satisfecha y habrías hecho tu versión de Mujer Bonita.
Loverlly vivía en el siempre populoso- y peligroso- distrito de San Martin de Porres; exactamente en la urbanización Palao. Nunca había transitado por esa zona, pero era la ubicación que me dio cuando la contacté a través de los anuncios clasificados. Cobraba cincuenta soles por media hora. Un precio razonable, pensé cuando me dirigí para allá. Sí, obvio, tenía miedo pero con tal de probar una nueva carne, el peligro quedaba de lado.
Al verla pensé que era Grecia con otro nombre. Algo muy común en las prostitutas ya que así se protegen ante un posible acoso. No te daban el nombre de pila aquellas chicas. Ya cuando entras en confianza te lo proporcionan. Los nombres extravagantes que tenían, comúnmente lo llamábamos "nombre de batalla".
Sí, su carita de muñeca no iba acorde con esa diosa sexual que era ella. Era una cabeza más baja que yo. Pero esas caderas y esas grandes nalgotas además de esas tetazas que sobresalían de aquella blusa blanca con la cual me recibió eran todo un placer.
Quedamos que le pagaría doscientos soles por una hora pero que debía ser muy sumisa porque soy muy caprichoso.
-Tranquilo mi rey- dijo sonriendo mientras se sentaba en la cama de dos plazas en el cual descansaban dos enormes almohadas.
El cuarto estaba pintado de rosa y olía a perfume caro. Quizás un Chanel N°5. Los estantes estaban llenos de libros y de cuadernos. Había otro arriba de la cama con muñecas de porcelana.
Toda una niña, me dije mientras contemplaba lo bonito y ordenado que se veía aquel espacio con la mesita velador que sostenía una curiosa lámpara de lava en forma de delfín.
La tenue luz del cuarto no fue impedimento para ver la nívea piel de Loverlly. Estaba libre de tatuajes. Una piel muy suave y aromática. Aquella sensación de lujuria me abordó nuevamente.
Ya no es necesario decir cómo disfruté el sexo con ella. Simplemente fue espectacular. Creo que terminé antes que ella pero Loverlly me hizo creer que tuvo hasta dos orgasmos conmigo.
Mentirosa. Pero se lo agradecía.
Quedé con ella hasta la siguiente semana para que pueda ir preparando una sesión amatoria para sus pies y cumplir con ella mi fetiche favorito. Ella me miró entre extrañada y divertida. Sus pies no eran de mis favoritos que debía ser curvo y con dedos pequeños. Los de Loverlly no estaban mal, pero había algo que no me terminaban por encantar. Bueno, no importaba. Le dije que iba a untar sus pies con nutella y que ella también podría hacerme sexo oral llenando mi verga con tan delicioso postre. La muchacha finalmente aceptó con la condición de que el fetiche no lo volviera a pedírselo porque no le gustaba la idea que alguien le hiciera eso.
Sentí que era un punto en contra para ella ya que a Grecia no le disgustaba que le hiciera eso. Al menos nunca lo mencionó; ella siempre me hacía sentir muy cómodo con respecto a lo que quería. Claro que jamás le pedí amarrarla y azotarla mientras me excitaba con ello. No. El sadomasoquismo no iba conmigo.
No tuve más que decirle a Loverlly, por lo cual me despedí de ella hasta la siguiente sesión.
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Criseli
Horror¿Hasta dónde llega el límite entre el amor y la obsesión mezclada con decepción?