"En el mundo sobran humanos, pero falta humanidad".
Narra Victoria.
Y acá sigo yo como siempre, como todos los días de los últimos cinco años.
Desde que mis viejos murieron por la culpa de la gorra dejé de ir al colegio y tuve que arreglarmela yo sola, tratando de que no me agarren y me lleven a un orfanato, por suerte ya tengo dieciocho y se olvidaron de mí.
Todas las horas que tengo libres las uso para intentar ganarme algunas monedas arriba de un tren. Mis viejos no me pusieron Victoria por nada, voy a dar todo para salir adelante.
Rapeando, intentando ser simpática para que la gente se apiade y me de algo para seguir sobreviviendo.
Antes, cuando era más pendeja, juntaba una banda de guita porque me tenían lástima, siempre me miraban con pena y me preguntaban donde estaban mis papás, nunca contestaba, solamente sonreía y les agradecía.
Pero mientras fui creciendo cada vez se ponía más difícil. Si, sigo siendo una pendeja de dieciocho años pero la gente me juzga sin saber, piensan que toda la plata que junto la gasto en falopa o algún tipo de droga.
Eso me llevó a intentar buscar otro tipo de trabajo en cualquier lado, mi principal problema era que no había terminado el secundario, nadie aceptaba a una piba con pinta de drogadicta, que vive en la calle y no tiene los estudios básicos completos.
Pero gracias a Dios conseguí un trabajo siendo "camarera" en un bar, no me pagaban mucho, pero para comer y ahorrar algo me alcanzaba.
Sigo viniendo a los trenes cuando estoy libre porque rapear es mi pasión y quiero conseguir algún lugar fijo para dormir y descansar en paz.
A mis dieciocho años dormir en el primer banco que se me cruce me esta pasando factura.
¿Habían salidas más fáciles?, por supuesto que si, cientas fueron las veces que me ofrecieron trabajar de prostituta, salir a robar o que un viejo me ofrecía todo si yo garchaba con él. Nunca acepté y nunca lo voy a hacer, mis viejos me criaron bien, me enseñaron de valores y a respetarme.
Siempre intentaba ser positiva, no importa lo mierda que sea la situación.
Habían veces que pasaba días sin comer pero siempre con la mejor.Hoy es uno de esos días en los que trato de ser positiva.
Acomodé mejor la mochila en mi hombro y me acerqué.
—Eu... —Le toqué el hombro a la gila que estaba en la puerta de mi tren.
Acá aunque no lo crean esta todo ordenado, o te conseguís un tren donde te vas a subir todos los días y te haces respetar o te sacan a las patadas.
Los que vendían cosas no tenían ese problema pero la gente que iba simplemente a pedir limosna si.
Si antes que vos pasó una wacha haciendo lo mismo, le dan la guita a ella y vos te cagas.
La gente del tren se cansa de escuchar lo mismo entonces no van a estar siempre dispuestos a colaborar.
—¿Qué queré' ma'? —Dio media vuelta y movió su cabeza hacia arriba como preguntándome si tenía algún problema.
—Acá estoy yo hace años —hablé firme señalando el tren.
Si me tenía que cagar a palos por conservar mi puesto lo hacía sin problema.
—Raja de acá gila, yo llegué antes. —Dio un paso amenazador hacía mi haciéndose la pijuda.
Me reí sarcásticamente y di otro paso dejando en claro que no iba a arrugar, y si era necesario le rompía la boca.
—Llegaste cinco años tarde, pelotuda —Pasé por al lado de ella chocando nuestros hombros metiéndome adentro del tren.
No me siguió ni dijo una sola palabra así que tomé eso como que yo había ganado.
[.]
Cada vez empezaba a hacer más frío y los días terminaban más rápido, la bajaba una locura.
Si consigo un poco más de guita me voy a dar el lujo de tomar un café caliente.
Cuando me subí al tren había un solcito re lindo, pero ahora ya no queda rastro de esos rayos de luz.
Estaba parada esperando en la estación el tren que me llevaba de vuelta a mi "casa".
Siento como las manos se me congelan cada vez más y el frío empezaba a hacer que los huesos me duelan. Sentía como cada vez el peso de la mochila se hacía más intenso.
No importa lo que coma siempre sigo igual de flaca, yendo todo el tiempo de acá para allá intentando ganarme la vida. Nunca podía engordar ya que la energía que gastó y las calorías que quemo es siempre superior.
Tiene sus ventajas pero en invierno me cago de frío y deseo tener un poco más de grasa corporal para mantener el calor.
Suspiré aliviada cuando vi las luces a lo lejos.
Agarré mi parlante chiquitito con rueditas que me acompañaba a todas partes y se encargaba de reproducir todas las bases. Somos alto equipo.
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Compañeros de Calle; Wos.
FanfictionVivir en la calle no es fácil, a la primera te metes en un problema. Y más cuando conoces a un wachin, con sus mambos, que te hace sentir como en casa... aunque estén en las últimas. Ese pibe que parece un drogadicto pero tiene la calidez de un hog...