Capítulo 19.

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—¡Eso es abuso! —Mauro nos revoleo algo.

—¿Qué haces mirando? —Fruncí el ceño.

—¡Eso es acoso! —Valentín le revoleo una zapatilla.

Mauro abrió la boca para defenderse pero no dijo nada.

—¡Putos! —Se fue corriendo.

—Es un envidioso —susurró Valen.

—Anda a buscar lo que tiraste. —Lo empujé.

—¡Envidioso de que te gobiernen! —Lo señaló Nacho burlándose.

Me reí sin poder evitarlo.

—Cállate, gil. —Volvió a revolear la zapatilla que agarró.

Salen de la nada las plagas.

Meses después.

Fuimos a varias fechas más.

Todo esta saliendo bien.

La vida nos sonreía.

De a poco los van invitando para que participen en más compes.

Además, la final va a ser en Groove, una locura.

La parte más oscura es que Valen sigue en las peleas. Está contento, cada vez gana más plata y falta menos para que deje de pelear.

Falta menos para que dejemos de sufrir.

El grito de alguien me sacó de mi pensamientos.

Levanté la cabeza confundida.

¿Quién es?

—Veni conmigo, linda —dijo la persona que me había llamado.

Lo ignoré y segui caminando.

—¡Te estoy hablando! —levantó la voz.

La concha de su madre.

Me vi obligada a frenar.

Solté un suspiro y di media vuelta para encararlo.

—Amor. —Valentín paso uno se sus brazos sobre mis hombros y miró fijamente al pibe que tenía adelante.

Mi salvación, como te quiero.

—Hola —susurre.

Me pegué más a su tibio cuerpo.

—Toca de acá. —Un movimiento de cabeza indicándole al pibe que se vaya fue suficiente para que salga rajando.

Miré a Valen con una sonrisa y me puse de puntitas de pie para plantarle un beso en los labios.

Lo abracé con fuerza.

Valen me besó la cabeza.

Siempre lo abrazo como si mi vida dependiera de eso. Por suerte no me saca cagando y se presta.

—Tengo una sorpresa —susurró.

—¿Una sorpresa? —Me separé un poco y miré sus ojos confundida.

—Vamos con los pibes y les cuento. —Sonrió.

Me agarró de la mano y llevó con nuestros amigos.

—Solta todo, gato. —Mauro le pegó una patada en el culo.

—Tengo casa.

—¿¡Qué!? —gritamos todos al unísono.

No lo puedo creer.

—Y si yo tengo casa, ustedes tienen casa.

Como si fuera nuestro hermano mayor nos levantamos y lo abrazamos.

Nuestro héroe.

—Nos haz salvado, estamos agradecidos —dijo Mauro.

Gracias, Valen.

                                 ***

—Man, no puedo creer que por fin voy a dormir en una cama —susurré mientras me acurrucaba más entre las frazadas.

—Perdón por no traerte antes —Valen acarició mi cara con las yemas de sus dedos.

Cerré los ojos disfrutando el contacto tan reconfortante.

—A vos te perdono todo. —Sonreí.

Valen paso un dedo por mis labios y se lo mordí haciendo que suspire.

—Vicky... —advirtió en un susurro ronco.

—Valen... —hablé de la misma forma retandolo.

—Shhh. —Me tapó la boca con su mano —. Dormí —ordenó.

Negué con la cabeza.

Volvió a repetir lo mismo pero no le hice caso.

Olvídate, a mi no me gobierna nadie pa'.

Llevé una de mis manos hasta su cara y pasé las yemas de mis dedos por cada rincón de esta, detallandola lo más que pude.

Es un pibe hermoso.

Fui bajando con caricias suaves por todo su cuerpo hasta llegar a su abdomen.

Cuando iba a meter mi mano abajo de su remera Valen me paró.

—Basta. —Negó con la cabeza.

Sacó su mano de mi boca y apartó mi mano de él.

—Fua —me quejé por lo bajo —. Buenas noches, te quiero. —Le di un beso en el cachete.

Acomodé mi cara entre su pecho y dormí plácidamente.

                              ***

Esa mañana por primera vez me desperté con calma y paz.

Dormí como una bebé, no me tenía que preocupar por nada, estoy abajo de un techo con la persona que quiero.

Estoy en una casa, no en la calle.

—¡Dale wacho que tengo hambre! —Nacho volvió a golpear la puerta para despertarnos a Valen y a mí.

Bueno... ni tanta paz.

—¡Chupame las pelotas, Nacho! —dijo Valen como respuesta.

—¡No, ahora que tenemos una cocina y una heladera tenemos que aprovechar, vamos a comprar al chino! —Siguió golpeando la puerta.

Solté un quejido y me levanté.

Abrí la puerta de golpe y le metí una patada en el culo a Nacho.

—¡Mami! —Salió corriendo en búsqueda de Dani.

—Pendejo de mierda.

Después de ir al baño, todos fuimos al chino.

Entre todos pusimos plata y nos dimos el lujo de comprar una banda de comida.

—¿Para qué querés eso? —preguntó Dani con una ceja levantada.

—Danonino wacho, yo siempre quise esto —Mauro hizo un puchero.

—Bueno, dale, llévalo —accedió Valen.

—¡Si, te quiero! —El ojiverde saltó feliz.

—¡Fua ¿por qué a él le compran algo y a mi no?! —Nacho empezó a hacer un berrinche.

Son unos nenes frustrados.

Compañeros de Calle; Wos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora