Capítulo 2.

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Por suerte a estas horas el tren esta casi vacío por lo que no me costó mucho encontrar un asiento.

Solté todo el aire relajandome. Me crucé de brazos tratando de mantener el mayor calor posible.

Apoyé mi cabeza en la ventana perdiendome en mis pensamientos hasta quedarme dormida.

[.]

Por suerte mi estación es la última así que nunca me paso de largo, siempre el chabon de "seguridad" me despierta con cara de orto diciéndome que me baje.

Yo solamente le sonreía amablemente y me bajaba sin protestar. No quiero tener un problema con alguno de esos, lo único que voy a ganarme es que llamen a la policía y me prohíban el ingreso al tren o incluso a la estación.

Llevé mis manos hacia mi boca y traté de transmitirles un poco de calor soltando aire caliente con una exhalación, acto seguido las junté y frote lo más rápido que pude.

Las metí en mi bolsillo pero después me acordé que tenía que arrastrar el parlente de mierda.

Saqué una sola mano y salí de la estación en búsqueda de algún lugar en donde vendan buen café. A buen me refiero a uno grande y barato.

No llegué a hacer ni una cuadra cuando sentí que alguien me estiró de los pelos tirándome al piso.

No pude ni reaccionar cuando me empezaron a dar patadas en las costillas y el abdomen.

Lo único en lo que me preocupé fue en cubrirme la cabeza.

—¡No te vuelvas a hacer la canchera conmigo! —pude reconocer la voz de la wacha de esta mañana.

Rogué por perdón.

Dije que si me dejaban ir iba a darles toda la plata que junte, logrando que paren de patearme.

Me levanté con cuidado soltando varios quejidos. Cuando por fin pude estar parada busqué en los bolsillos de la campera.

Agarré la plata y fingí que se me cayó al piso.

Las que ahora se que son cuatro pibas se agacharon al instante a juntar moneda por moneda.

Aproveché esa distracción para pegarle una patada directo en la boca a cada una.

Con dolor me agarré el costado, justo debajo de una costilla, intentado disminuir ese ardor mientras me acercaba a la piba que estaba tirada en el piso.

—No te vuelvas a hacer la canchera conmigo —repetí sus palabras con más rabia y coloqué mi pie en su garganta cada vez haciendo más presión —. Dame toda la plata y más te vale que no se acerque ninguna de las putas de tus amigas porque te ahogó trola. —Extendí la mano esperando que ponga la plata que juntó del piso ahí.

Como se negó apreté todavía más su garganta haciendo que tosa ruidosamente ya casi sin aire.

Vio que no iba a irme hasta que me den cada peso así que me devolvieron todo.

Le dediqué una sonrisa y me retiré agarrando a mi pobre parlante pateado.

No evité ensanchar mi sonrisa victoriosa cuando escuché como la piba intentaba conseguir que el aire entrara en sus pulmones desesperadamente, mientras sus "amiguitas" le preguntaban si estaba bien con poca modulación por la patada que se comieron.

Giré en una esquina y escuché risas.

Cerré los ojos con fuerza preparándome para otra pelea.

—Me estabas decepcionando cuando les empezaste a rogar, Vicky. —Sentí un brazo sobre mis hombros y me relajé cuando supe quien era.

—Me asustaste forro. —Le di un golpe con el pie en la canilla haciendo que se quejé.

—Con esta cara hermosa, lo dudo. —Sonrió.

Rodé los ojos.

Es Dani, nos conocemos desde chicos y siempre nos ayudabamos, aunque esta no fue la ocasión.

—Gracias por ayudarme, la concha de tu madre —solté enojada.

Todavía me dolían los huesos por el frío y ahora se sumaba el de las costillas y parte del abdomen. Si Dani me hubiera ayudado no habría pasado nada.

—Umm... —Pensó un poco y terminó chasqueando con la lengua —. Sabes que te quiero pero esa piba es prima de alguien muy picado, te jodiste la vida hermana. —Me miró con pena dándome palmaditas en la cabeza.

Solté un bufido y patalee un poco.

Salía de un problema para meterme en otro.

—¿Y ahora que pija hago? —Me agarré la cara frustrada.

—Busca otro tren —soltó como si fuera lo más fácil del mundo.

Lo miré con cara de que quería arrancarle las pelotas y cerró la boca.

—¿Querés birra? —me preguntó Nacho, uno de nuestros amigos para aliviar el ambiente.

Lo miré con cara de asco y negué.

No como nada desde el mediodía y una cerveza solamente me dan arcadas ahora mismo.

—Fua, sos re ortiva. —Mauro me empujó un poco.

—Cállate fracasado. —Me solté del agarré de Dani y fui a comprar algo rápido para comer.

Ignoré totalmente que había una persona que nunca antes había visto, entre el grupo de amigos, que no sacaba su vista de mi.

Capaz se preguntaba cómo mierda terminé igual que ellos o simplemente pensaba que era una estupida por muchas cosas, entre ellas haberme metido en un problema más grande que mi culo.

Compañeros de Calle; Wos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora