Capítulo 4.

1.3K 79 0
                                    

Tampoco sé que chota esperaba que me diga, estamos desesperados por conseguir un techo, eso lleva a hacer cosas que no son tan bonitas.

—Bien ahí —volví a responder y él se rió.

—No es nada bueno. —Pude ver de reojo como miró el cielo nostálgico.

Capaz alguien cercano a él murió por sobredosis o algo asi.

—Es lo único que podemos hacer, aunque no nos guste —no sé porque hablé en plural si yo no soy tranza.

—Vos por lo menos tenés un trabajo más legal. —Le busco el lado bueno a la cosa.

Sonreí.

—Si, tengo que aguantar el acoso de muchos pajeros pero supongo que es mejor que el tuyo. —Asentí.

Me miró pensativo y no dijo nada hasta que llegamos.

Saludé a Mauro y a Nacho. Dani no esta.

Me senté entre medio de ellos dos, acurrucandome entre sus brazos y mi campera, después de haber tirado la mochila por ahí.

Tengo más frío que antes, siempre en el trabajo aprovecho para bañarme e higienizarme, por suerte hay un baño especial para los empleados y tiene una ducha por si pasa algún accidente con un borracho o alguna bebida.

Por más vergüenza que me de lavo mi ropa ahí y la dejo colgando en el techo donde nadie la ve.

Compro los paquetes chiquitos de shampoo y crema enjuague. También pasta de dientes y jabón. Por más estupido que suene soy bastante higiénica.

—Umm, que rico olor. —Mauro hundió su nariz en mi pelo.

—No me toques sucio —lo jodi.

Apoyé mi cabeza en su hombro e intenté dormir.

Estoy cansadisima, mi cuerpo me duele y pesa.

—Valen, veni, te necesitamos —lo llamó Nacho cuando se dio cuenta que hay un hueco en nuestro abrazo por el que entra aire.

El susodicho tardó unos segundos hasta acercarse y acomodarse con nosotros.

Conforme me pude dormir en paz.

[.]

No sé cuantas horas pasaron hasta que Dani volvió y nos despertó.

Nos informó que eran las dos de la tarde y nos ofreció comida y agua.

Ya podía sentir el calorcito del sol en mi piel haciéndome más feliz.

Comimos entre risas y pude averiguar más de Valentín.

Hace seis años que está en la misma que nosotros, pudo conseguirse un departamento pero se endeudó hace unos meses y tuvo que volver a la calle.

Hasta ese momento no había accedido a vender droga pero no le quedó otra opción.

Solté un "bajón broder", no se expresarme y calmar a otras personas. Si estas teniendo una crisis, a la última persona que vas a buscar es a mi, soy inútil con las palabras. Es algo que intento mejorar todos los días pero sigue siendo muy difícil para mi.

Le regalé una mirada dulce y una sonrisa intentado que mis palabras no queden más vacías de lo que son.

Valentín me devolvió la sonrisa y esta vez fue él el que me preguntó a mi hace cuanto tiempo estaba en esta situación.

—Hace cinco años —me limité a decir.

Él único que sabía con certeza lo que le paso a mis viejos es Dani.

Valentín, por suerte, captó que no quería hablar sobre este tema y no insistió.

—Ah, cierto, te conseguí un tren. —Dani sonrió.

Yo levanté las cejas sorprendida.

—¿Posta? —Esto no es algo que pasa todos los días.

—Sip, ahora cumplís. —Me señaló amenazadoramente. Yo levanté las manos y asentí.

—Quedate tranqui pa'. —Le di golpecitos en el hombro —. Yo soy una piba de palabra —le recordé.

—Aja —contestó inseguro.

Después de un rato más me levanté dispuesta a ir a trabajar un poco.

Dani me acompañó hasta dónde paraba el tren y cuando subí me deseo suerte.

Estuve bastantes horas rapeando y nada malo pasó.

Me senté en un asiento libre y conté los billetes y las monedas. Había juntado más de quinientos pesos, dentro de todo no esta mal.

Guardé todo adentro de mi mochila y escuché algo.

Es otra persona rapeando.

Con curiosidad me fui acercando y cada vez me gusta más lo que escucho. Sea quien sea, esa persona tiene talento.

Me quedé quieta cuando lo vi a Valentín.

Dani, hijo de puta, no me había dicho que acá trabaja él.

No sabía si irme o quedarme.

Cuando terminó escuché que habló con alguien, un vendedor creo, por lo que se ve se conocían. Valentín le dijo que hoy juntó menos que otros días, eso me hizo sentir como el orto, aunque recalcó que esta más animado que otros días.

El tren paró avisando por los altavoces que el trayecto terminaba ahí debido a un corte.

Rodé los ojos y me bajé.

La gente tiene que perjudicar a los demás para que los escuchen.

Otra vez esta oscureciendo.

Todos estamos varados, el tren no se mueve y no va a venir otro por el corte.

O salen de la estación y se toman un remis o se van a tener que quedar acá, lamentablemente ese es mi caso, no pienso gastarme la plata que gané en un remis, simplemente me voy a sentar a esperar a que todo se normalice.

Compañeros de Calle; Wos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora