Capítulo 11.

1K 80 0
                                    

Salí del trabajo hecha bosta.

Lo único que quiero es... estar con Valentín.

Caminé sumida en mis pensamientos, un poco dolida... bastante dolida y rota.

Por más que quiero dejar de pensar en lo que pasó no puedo hacerlo. Como dije antes ser acosada no era tan impactante, pero que todo vaya más allá de las palabras y las miradas es algo a lo que nunca me podría acostumbrar.

Cada vez que cierro los ojos las imágenes de ese chabon intentado meter sus manos por debajo de mi ropa llegaban nuevamente dándome asco, me dan arcadas, es totalmente despreciable y repulsivo.

Cuando pude liberarme de sus manos dándole una patada en los huevos, uno de sus amigos que estaba observando todo con una sonrisa divertida llegó a pegarme. Y con pegarme una sola cachetada no le alcanzó, no le importó agarrarme del brazo con fuerza para golpearme contra la pared, no le importó tirarme contra el duro piso y pegarme una patada en el mismo brazo.

Paré de caminar unas cuadras antes de llegar.

Respiré hondo e intenté calmarme para que no me vean así.

Nunca me vieron así y espero que eso siga.

No quiero darles más pena de lo que ya les doy.

Siempre que estaba con ellos nadie se animaba a tocarme porque sabían que mis amigos no tenían ni un problema en partirle la boca a cada uno.

Pude superar estas cosas sola hasta ahora y así va a seguir siendo.

Respira.

Inhale y exhale todas las veces que fueron necesarias.

Cuando me sentí lista volví a caminar.

Me sentía un poco insegura pero cuando vi la sonrisa de Valen dándome la bienvenida todo mejoró.

Verlo hacia que todo el aliento vuelva a mi cuerpo y me da miedo. No sé en qué momento él pudo generar esto en mi.

—Hola —me saludó animadamente.

—Hola. —Sonreí.

Gracias.

—¿Cómo te fue? —Abrió los brazos moviendo la frazada dejándome un lugarsito para que me meta.

Mal.

Quise responder.

—Bien... —Me acerqué y me senté en frente suyo para que me rodee con sus brazos y la dichosa frazada. Cuando lo hizo pude sentir el rico aroma a jabón y algo que no puedo describir, olor a Valentín —. ¿Te bañaste? —Levanté las cejas sorprendida y él miró para otro lado con un toque de vergüenza.

Narra Valentín.

—Si. —Me reí nervioso—. No soy tan sucio sabes.

Además me doy cuenta de lo higiénica que sos vos y no me quiero quedar atrás.

—Bien ahí. —Sonrió.

Hay algo raro, ella sonríe pero sus ojos no están felices, sus ojos se ven tristes.

—¿Te paso algo? —me atreví a preguntar.

—¿Eh? No. —Negó con la cabeza.

A mi no me vas a poder mentir wachita.

La conozco muy poco pero siempre es muy sincera y ahora no lo está siendo.

—¿Segura? —insistí.

Busqué sus ojos y me esquivó, no quiere hacer contacto visual conmigo.

Ni de onda sabes mentir, Vicky.

Sonreí con un poco de ternura cuando escondió su cara en mi pecho para evitar mi mirada.

—¿Te pusiste otra cosa? —susurró haciendo que su tibio aliento roce contra mi pecho.

No sé a que se refiere. No lo supe hasta que sentí como su mano fue bajando de a poco hasta llegar al final de mi campera.

Me tensé cuando metió su mano abajo de toda la ropa para tocar mi piel caliente con las yemas de sus dedos.

Cuando comprobó que tenía puesta otra venda sacó la mano despacio.

Reprimi el suspiro que tenía ganas de soltar.

Me esta haciendo mal.

Llevé mi mano hasta su brazo para acariciarla pero ella soltó un quejido desconcertandome totalmente.

La miré con los ojos abiertos de par en par sorprendido e intenté subir la manga de su buzo con cuidado.

Vicky no se movió, solamente miraba el piso apenada.

Después de mucho sufrimiento pude ver su brazo, fue como si me hubieran pegado la piña más fuerte de mi vida.

Me quedé congelado observando su brazo de distintos tonos morados y con grandes contusiones. Me sorprende que no este quebrado y que la se haya quejado hasta hace unos segundos.

Es alguien muy valiente.

—Vicky... ¿quién...? —las palabras no salían de mi boca por la bronca. Tenía ganas de matar a la persona que hizo esto.

—Valen... —su voz se quebró y simplemente se largó a llorar.

Las lágrimas se deslizaban por su cara y terminaban en el acolchado de tigre.

Lo único que supe hacer en ese momento fue abrazarla para demostrarle que yo estoy con ella.

Quebró todavía más y me rodeó con fuerzas, a pesar de tener el brazo hecho mierda.

—Estoy cansada... —empezó a decir —. Todo el t-tiempo... —no pudo seguir hablando, su voz le fallaba.

No encuentro las palabras para calmarla, nada sale de mi boca.

—Vicky... —susurré su nombre como si eso fuera suficiente.

Vicky, yo quiero cuidarte. Pero estando a mi lado solamente te voy a traer más problemas.

Compañeros de Calle; Wos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora