Los Ackerman

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-Levi, en serio, no tienes que hacer esto- le dije mientras caminábamos en el centro comercial -ya te dije que no voy a cambiar de opinión, además, considéralo como un regalo por los últimos seis años- dijo caminando a mi lado y dejando que lo tomara del brazo, habían muchísimas tiendas de ropa carísima -aquí, Mikasa, Nanaba y Hanji compran mucha de su ropa en esta tienda, mi prima dijo que los vestidos son lindos- dijo un poco apenado, entramos en la tienda y me di cuenta de que las chicas que trabajaban en el lugar comenzaron a cuchichear, una de ellas se acercó -¡bienvenidos!- dijo dirigiéndose más a él que a mí -buen día- dijo Levi serio, pero con voz tranquila.

Comenzamos a ver los vestidos, Levi quería regalarme uno por mi cumpleaños diecinueve, estábamos planeando una fiesta en la casa del lago, por lo que me parecía un poco tonto usar vestido, pero por otra parte, era mi cumpleaños y él quería que me vería linda sin importar si el vestido terminaba arruinado por el agua, o por lo menos fue lo que escuché que nuestras madres hablaban por teléfono.

- Éste está muy bonito- dije cuando encontré uno de tirantes delgados, era color negro y la falda estaba hecha de tul, me lo probé y cuando salí para que lo viera él movió la cabeza negando -no creo que sea tu vestido, cumplirás diecinueve- dijo -pero no entiendo porqué es tan importante que use vestido- solté, la verdad no le veía ningún sentido -no pude estar a tu lado en tu fiesta de dieciséis, eso es razón suficiente- dijo tranquilo. Pasamos un rato probándome vestidos que ni a él ni a mí nos gustaban hasta que... - mira, es muy lindo- dijo Levi apuntando a un vestido rojo de ceda, la verdad era precioso y pedí probármelo, la chica que nos atendía lo llevó al probador y Levi se quedó sentado en el sillón en ese pequeño lugar de la tienda, cuando lo tuve puesto no pude evitar sorprenderme, era corto y mis piernas se veían muy bien, mis pechos se veían justo de su tamaño y mi trasero no levantaba la falda tanto como esperaba, además podría usarlo sin problemas en el hermoso lugar donde festejaría mi cumpleaños, salí del probador y me miré directamente en el espejo para verme de cuerpo completo, cautelosamente miré a Levi quien me observaba con los ojos muy abiertos, me miraba de arriba abajo -¿Te gusta?- le pregunté girando, nuestros ojos se encontraron -te ves preciosa- me dijo sin despegar la mirada -pero solo hay un problema- dije un poco apenada -¿Cuál, no te gustó?- su mirada de repente se puso triste -¡No, nada de eso!- dije apresuradamente, él se levantó y se acercó a mi -¿entonces cuál es el problema?- dijo acariciándome la mejilla -Levi, no puedo aceptarlo, el precio, es muy caro- dije con sinceridad, no pretendía que él gastara en mi y menos en un vestido tan caro -te dije que es un regalo que vale por seis años, además, solo quiero que mi más querida amiga tenga un vestido lindo en su cumpleaños, no siempre se cumplen diecinueve- dijo con sus ojos cálidos -¿Son amigos?, Todos creímos que eran novios- soltó la chica que nos atendía, la miramos extrañados -lo siento, no quise ser entrometida- dijo avergonzada -no te preocupes- dije sonriendo - por favor, permíteme hacerte éste regalo ___- dijo Levi y pude ver en sus ojos que era de corazón -de acuerdo, pero en tu cumpleaños yo también te regalaré algo costoso- dije sonriéndole, él se limitó a mover la cabeza a los lados y sonreír, volví al probador para cambiarme, Levi pagó el vestido y salimos de la tienda -de acuerdo y ahora ¿qué zapatos planeas usar? Solo te aviso que no podrás usar tacones o algo parecido- me reí ante esa idea -no, pero creo que podré usarlo con unos zapatos bajos que tengo- me reí cuando arqueó una ceja -tranquilo, se verá lindo- el asintió y seguimos caminando.

Faltaban solo dos días para la fiesta y lo único que sabía es que sería pequeña en la casa del lago, Sasha llegaría mañana y nos iríamos todos juntos, pasamos por una tienda de mascotas y nos quedamos viendo un rato a los cachorritos, después compramos un helado y nos sentamos a comerlo - está muy rico- dije feliz, el helado de vainilla con chispas de colores siempre me había gustado -son los mejores de la cuidad, prueba el mío si quieres- dijo ofreciéndome su cono, yo lo probé, estaba delicioso, era de limón, yo le ofrecí el mío, cuando lo probó tomó un poco con el dedo y me lo embarró en la nariz -¡oye!- él rio y me abrazó con ambos brazos por la cintura, me quité el helado de la nariz y como pude se lo embarré en la mejilla -mira qué linda pareja- dijo una anciana que iba acompañada de otras dos señoras, con esa escena, cualquiera pensaría que lo éramos, no nos importó y reíamos como locos.

Ahora y Siempre (Levi x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora