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Los rayos de sol, calurosos, y sofocantes llenaban cada una de las almas y cuerpos de los aldeanos, apesar de que los árboles frondosos se movían al son del poco viento que se esparció por el lugar, casi imperceptible pero palpable en las frentes sudorosas de cada uno. Algunos de los aldeanos habían preferido nadar por el río para apaciguar el bochorno del día y algunos otros prefirieron quedarse dentro de sus hogares y no hacer mucho.

Aunque afuera la mayoría parecía derretirse por el calor, él no lo estaba del todo, prefirió quedarse quieto para no sentir el calor ni el bochorno, sentado sobre la silla de madera que había hecho con sus propias manos y de la que se sentía orgulloso. Toda su familia se dedicaba a construir todo tipo de muebles de madera y él desde pequeño aprendió el legado familiar, sintiéndose orgulloso por ello.

Su familia era de las pocas que no esperan escalar a otro rango alto, nada fuera de lo que tenían, especialmente porque no tenían porque buscar algo que no les correspondía, eran carpinteros y eso estaba bien dentro de la manada.

Su ánimo se mantuvo calmado, estable y muy tranquilo apesar de que estaba ansioso, hace días había llegado una carta informando que un Omega de su familia podía ser mandado a llamar por el alfa líder de la manada, no sabía quién de sus hermanos o él mismo sería el que se presentaría ante el alfa o si su familia era la elegida, desconocía la desición del alfa líder.
Porque también existía la posibilidad de que nunca fueran llamados, el alfa líder era quisquilloso con todos los omegas que habían sido citados ante él. Muchos de esos omegas habían sido rechazados y algunos otros despreciados por no ser lo suficientemente buenos para el alfa. No sabía las razones del porque se comportaba así el alfa pero era la tradición de la misma; cada cierto tiempo mandaban omegas con el alfa con la esperanza de que alguno fuera de su agrado y por fin pudiera tener descendencia por el bien de la manada pero nunca sucedía. Siempre que eran llamados y se presentaban eran rechazados.

Existían algunos rumores de que el alfa era estéril y que por eso mismo no podía dejar embarazado a alguien, algunos decían que era su forma de rebelarse en contra de los aldeanos que lo estaban obligando a hacerlo. No sabía cuál era la verdad de todo pero le afectaba indirectamente, a todos ciertamente porque era miembro de la manada y mientras no hubiera un Omega con el alfa líder la manada estaría en peligro, dado que un Omega significaba unión, poder, familia y tranquilidad.

Suspiró profundamente al ver por la ventana de su habitación como dos centinelas se acercaba a su casa, su nerviosismo creció al recordar el motivo del porque ellos estaban ahí.

Ellos ya estaban ahí.

Se levantó de la silla con prisa, caminando nerviosamente al centro de su casa.
Tenía curiosidad por saber que sucedería ahora que esos centinelas estaban ahí. Ojalá sus padres no les permitirán que esos hombres se llevarán a alguno de ellos.
Ser parte de la lista de omegas rechazos no era sinónimo de orgullo para la manada y mucho menos para la familia de la que provenía, la mayoría de ellos eran emparejados con centinelas de la misma, para limpiar su imágen. Ninguno por amor o gusto por eso no quería que nadie de su familia se viera en esa situación.

Apenas puso un pie dentro de la pequeña y pobre sala de su casa se dio cuenta de que sus padres ya estaban ahí, sus semblantes serios y pocos amigables se dejaron ver, agachó la mirada con temor al verse expuesto ante aquellos hombres extraños para él, se arrepintió por sus impulsos de saber que sucedía pero ya no podía retroceder ni esconderse.

— El alfa líder requiere de un Omega en estos momentos.— se estremeció de pies a cabeza al escuchar aquello de uno de los hombres recién llegados. No supo cuál hablo pero sin duda había sido uno de ellos.

— Ninguno de nuestros hijos esta listo..— se apresuró a informar su padre sintiéndose calmado un momento.

— Ya han recibido la carta, por algo fue enviada, ¿Acaso está retando la orden del alfa líder? — se encogió en su lugar ante la dura y fría respuesta del centinela que íntimido a su padre.

El Omega del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora