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El regresar a su manada fue un gran respiró y calma para su estado mental débil y cansado, que duró tan sólo un par de minutos dado que al dar los primeros pasos dentro de los límites de la manada y hacía la presencia de los miembros de la aldea, que ya los esperaban, y que se convirtió en todo menos alegría y calma.

Las miradas penetradoras de cada uno de los miembros  que los esperaban dejaban ver emociones que nunca se imaginó recibir en su vida.

Incluida la decepción y el miedo en cada una de sus miradas, desagrado poco disimulado por parte de los ancianos del consejo, que para su mala suerte fueron los primeros en acercarse a ellos en son de recibimiento y protocolo.

Sus rostro duros no dejaban duda de lo que sentían al verlo llegar, el desagrado total ante su presencia y quizás ya sabrían de su accidente en la manada vecina.

— Parece ser que la primera salida no fue fácil para usted, líder omega.— comentó el miembro más viejo del consejo, un hombre de mal carácter que sería difícil olvidarse de su acabado rostro y su amargo aroma de lo que fue un alfa imponente en su juventud.

Su Omega se encogió en su interior al saberse expuesto y vulnerable ante todos los pares de ojos que lo observan.

De saberse culpable de que su manada sea colocada en un posición comprometedora ante las demás.

— Y–yo..— no tenía palabra alguna para responder a ello.

Se sentía demasiado pequeño e indefenso ante el escrutinio de todos.

— Está sea la razón por la que desista de su puesto. — puntualizó otro de los ancianos lo suficientemente alto para que todos los escucharán.

Su Omega no podía defenderse ante la forma imponente en que estaba siendo interceptado por aquellos alfas que no lo querían ahí y que su intención era la de hacerlo de lado cuánto antes.

— De ser así, ¿ Por qué la beta líder le obsequio su arca y flecha? — inquirio el alfa Min a su lado haciendo que un gran silencio y eco dentro de todo los presentes.

Nadie se atrevió a susurrar al al respecto, ni siquiera cuando uno de sus acompañantes se acercó y mostró el objeto mencionado por el alfa Min, mismo que fue entregado a él.

La mirada dura y fría del alfa Min le obligó a tomar aquel arco que tenía gravado el nombre de la líder beta, mismo que nadie tenía.

El mismo arco y flecha que fue entregado a él personalmente por la líder en su despedida y que le deseaba buenos deseos y futuros encuentros amistosos.

— El reconocimiento de una gran guerrera y líder fue puesto en el líder Omega Kim. — La notoria sorpresa fue evidente en cada miembro de la aldea.

Sus rostros se llenaron de sorpresa y confusión notable que nadie pudo ocultar.

Ni siquiera aquella alfa que miraba el arco y la fecha con molestia.

— El líder Omega demostró que tiene la destreza, habilidad, fuerza y coraje para guiar la manada como un gran líder y guía debe hacerlo. — se sonrojo notablemente al escuchar aquellos halagos y fuertes palabras que sabía necesitaba para soportar un día más en su posición. — Siendo está la primera salida y prueba de su valor y valentía provocó que nuestra ganará por primera vez contra los Kang. Bien se sabe que desde que el líder y la líder Kang tomaron el mando de la manada nadie ha logrado ganar en sus tierras con la flecha y el arco.

— ¡¿Se ha ganado ante ellos?! — exclamó uno de los ancianos, el más joven de entre ellos con el semblante lleno de sorpresa y confusión, pero más amable que los demos.

—Asi es, durante la caza el Omega Kim sufrió un percance pero eso no fue impedimento para que al final de la tarde llegará con el venado macho más grande del día. Ni siquiera yo pude cazar una presa de ese tamaño y peso. — Explico el alfa Min con firmeza y frialdad en sus palabras.

Haciendo que todos retrocedieran y más de uno desviará la mirada, sumisos a la imponencia de su líder.

Él incluido lo hizo, siendo doblegado por su Omega que en su interior se encogió y tembló de miedo a su voz e imponencia.

Nadie más se atrevió a hablar y contradecir a su líder abriendo paso para que terminarán de ingresar a la manada.

Sus acompañantes y guardias siguieron sus pasos haciendo que su presencia fuera más notable e imponente ante los demás, ni siquiera el líder Min tenia tanta gente siguiendo sus pasos.

Reconoció algunos rostros conocidos; entre amigos y familiares a su paso pero nadie se atrevió a mirarlo.

El único sonido que le acompañaba era el de sus pies y el de sus acompañantes.

La casa del alfa Min haciéndose más visible y cercana a cada paso  siendo está la primera vez que deseaba con ansias llegar a ella y encerrarse en su alcoba sin ver a nadie.

Pero los pasos lentos por la herida en su pierna impedían que avanzará como le hubiese gustado hacer.

Sus guardias quedaron a un par de metro de la casa y sus acompañantes lo siguieron hasta el interior de la casa donde fue recibido inmediatamente por aquellas amables señoras, una sonrisa y un sentimiento hicieron que su corazón doliera menos y que se sintiera más tranquilo dentro de esas cuatro paredes.

— Bienvenido señor, oramos mucho para que le fuera bien en su salida.— comento una de ellas ayudándolo a avanzar hacía la mesa de comer.

— ¿Cómo le fue? — preguntó aquella joven dama que era más callada y recatada de las dos.

— Parece ser que nos fue bien apesar de todo.— todo asiento notando que la mesa estaba servida y le tenían bastantes guarniciones de comida; sopas, carne, verduras, arroz y papás, más de lo que pudiese comer en tres días.

— Hay demasiada comida. ¿El líder Min vendrá a comer? — preguntó porque desde el primer momento en que partió hacía la casa se separó de él y aún no lograba saber los horarios de comida del líder.

Prácticamente desconocía muchas cosas del líder y nadie comentaba nada de sus rutinas.

— El líder tiene una reunión importante y asuntos que resolver, vendrá hasta la noche.— Informó una de sus acompañantes, la alfa que tenía la mirada más dura y fría de las cuatro.

— Gracias.— se sintió aliviado de no tener que sentirse agobiado y presionado por su presencia en todo momento.

— Ustedes han de ser las acompañantes del líder Omega.— afirmó la señora de mayor edad con respeto y seguridad ante aquellas imponentes alfas que lo seguían a cada segundo.

— Así es, vamos a servir a nuestro líder Omega. — afirmó una de ellas.

Llevaba pocos días de tenerlas a su lado y sin oportunidad de preguntarles sus nombres dado que no había tenido tiempo ni cabeza para ello pero tenía que hacerlo, quizás más tarde, cuando estuviera solo y más tranquilo.

— Bien, hay suficiente comida para ustedes también.

El Omega del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora