𝐒𝐨𝐬𝐩𝐞𝐜𝐡𝐚𝐬 𝐘 𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨𝐬

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Después de tomar una pequeña bocanada de aire se aseguró de estar lo suficientemente tranquilo como para responder una maldita pregunta sin la necesidad de tartamudear, ese sabor amargo en su boca estaba empezando a salir. Siempre había tenido ese tipo de problemas en la escuela, incluso en la universidad sufrió de esto. Sacó las llaves de su bolsillo y cuando la metió en el picaporte abrió.

-Sí, de acuerdo. Pasen - Susurró después de abrir la puerta para que le hicieran las preguntas dentro de la casa, era probable que sí se las hacían afuera alguno de los que iban con el oficial estaría vigilando el perímetro, por lo tanto verían su auto con Freddie dentro. Y eso sería terrible, no sólo para Freddie y él, sino que para los oficiales. Fred solía tener ataques de rabia y estrés que podían hacer que hiciera daño a sí mismo, y su esos daños a sí mismo eran horribles, imagínense lo que les haría a los otros. Mejor evitemos accidentes.

Dejó la bolsa de las compras sobre la pequeña barra de la cocina girandose solo un poco para poder quitar las cosas que estaban vacías de la alacena y tirarlas al cesto de la basura.

-Bien, empezaré con las preguntas. ¿De acuerdo? - Asintió levemente viéndolos de vez en cuando - ¿Qué estuvo haciendo la noche en que Freddie salió del hospital? - Mierda, como podría responder a eso sin sonar como algo falso. -

-Oh, el día que sucedió eso estaba con mi madre...estaba cuidándola después de que me dijeran que no podía seguir trabajando ahí. Quise hablar con ella de eso. - Se encogió de hombros manteniendo una calma voluntaria, o eso quería que aparentara, pero desde su punto de vista él se veía y se sentía tranquilo. No había hecho algo malo tal cual, más que sólo tener oculto a un chico con trastornos y problemas mentales. Nada malo, sólo lo está cuidando.

-¿Cree que Freddie podría venir con usted si en algún momento se siente...no lo sé, perdido? - John rápidamente negó incluso soltando una casta risa.

-Lo dudo en realidad. A pesar de ser su doctor personal si puedo decirlo así, un paciente nunca iría con su doctor. Puesto que sabiendo el tipo de daño que haría esa persona rápidamente le llamaría a la policía. - A menos que sea tan inteligente que sepa que su doctor es de confianza, de una confianza enorme. En este caso sé que Freddie no es estúpido, para nada. Sus personalidades al estar listas para un sin fin de situaciones saben como responder hasta a la más dolorosa o difícil. Sabe usarse a sí mismo.

-Bien...-Mencionó el oficial mientras anotaba en su libreta las respuestas que daba. - ¿Tiene alguna idea de a dónde podría irse? - Tuvo que fingir que pensaba en sí había una respuesta positiva en su mente.

-Mmh, la verdad no, quiero decir sé algunas cosas de su pasado. Pero no tiene a nadie que pueda cuidarlo...así que no, no tengo ni la menor idea. - Asintieron entre ellos como si estuvieran satisfechos de notar que era inocente, ¡NO LO ERA POR DIOS! Pero era perfecto que lo pensarán así.

-Perfecto. Bueno doctor Deacon, gracias por responder todas las preguntas...¿podría llamarnos en caso de que llegue a saber algo de Freddie? - Al asentir tomó una pequeña tarjeta que le habían entregado, venía un número y un logo de la policía.

-Estaré atento de cualquier movimiento, gracias por venir. - Uno de ellos le sonrió de forma amable y después los acompañó hasta la puerta. Tragó saliva cuando por fin salió el último apretando sus párpados.

-Mierda mierda mierda...bien,tranquilo... Tú lo estás cuidando por su bien, él no te haría daño...-Cubrió su rostro unos segundos para después ver a todos lados intentando encontrar algo que podría darle a Freddie como sorpresa. Se la prometió. Corrió a su habitación para tomar de una pequeña caja uno de sus juguetes de cuando era pequeño, le había tomado cariño así que se lo quedó. Era un pequeño peluche de gatito negro con ojos de distinto color, le había llamado Kubin. Si lo pensabas era raro, porque es raro que a un adulto le guste recibir peluches pero, Freddie era un vaso especial. Era Freddie. No había otra respuesta- Esto servirá. - Caminó hasta la sala para ponerlo en el sofá simulando que estaba en espera de ver a Freddie, incluso lo recostó con sus patitas abiertas como si edtuviers esperando un abrazo.

Se asomó por la ventana asegurándose de que no hubiera ningún auto, todo estaba tranquilo. Abrió la puerta con las llaves del auto en mano y fue corriendo hasta este para entrar y ver a Freddie oculto. Se veía lindo con sus ojitos cerrados y su sonrisa emocionada.

-Bien, primero voy a estacionar el auto en la cochera ¿si? Después podrás irte a disfrutar de tu sorpresa. Pero sal de ahí anda - Estiró su brazo tomándolo de la mano para que pudiera volver a su lugar, besó su mano repetidas veces pensando en lo que hubiera hecho sí lo perdía. No quería que eso sucediera, era un niño. Bueno mentalmente lo era.

Miraba por el espejo retrovisor como iba entrando el auto en la cochera y cuando por fin estuvo totalmente dentro ambos salieron. Puso seguro al auto y entraron por la puerta trasera viendo como Freddie corría dentro mirando a todos lados esperando a ver su regalo, no dejaba de saltar de la emoción jalandolo de su camisa riendo en voz baja mientras dejaba las llaves en la pequeña cajita de la entrada.

-Mi sorpresa mi sorpresa, mi sorpresa. ¡John, mi sorpresa!

-Hey calma, calma. - Dijó riendo en voz baja tomando sus manos viendo a sus ojos - Te la daré pero cierra estos lindos ojitos - Dio un pequeño toque en su nariz escuchando su risita emocionada, fue a su lado tomándolo de su cintura puesto que no veía nada por estar esperando su sorpresa. Lo llevó a la sala de estar y después de ponerlo en la pequeña alfombra susurró que abriera sus ojos.

Nunca había visto una reacción tan sincera e inigualable que le erizara la piel. La forma en que sus ojos brillaron, su sonrisa, el pequeño color rojizo que obtuvo apenas vio el gatito. Todo hizo que se volviera una escena perfecta para una película.

Lo que John no notó fue que la parte más 'real' de Freddie había salido en ese momento, puesto que él mismo sintió una relación cercana a un gato negro, no al peluche, si no que en general a un gato negro. Sentía una relación extraña que le causaba cosquillas es en el estómago. Con sus manos en su rostro corrió hasta John abrazándolo con fuerza dando pequeños saltitos dejando besos en su mejilla diciéndole que era hermoso.

El castaño pudo sentir millones de cosas que bueno, le provocaron un pequeño (enorme) sonrojo. Tal vez podría acostumbrarse a eso, había sido tan lindo. Freddie era lindo, ¿no? Lo era.

He's just a boy ... right? ( Deacury ©) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora