Riachuelo

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Holi, perdón por tardar tanto, aquí les traigo un nuevo capítulo, trabaje mucho en él, así que espero lo disfruten, este capítulo tendrá escenas hot, así que, si les molestan, les pido se salten la escena del baño.

Ahora si los dejo

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La lluvia cesó después de un rato, al igual que las lágrimas de A-Yao. El silencio acompañó el camino de regreso a la residencia oculta. XiChen lo tomó en brazos y caminó todo el sendero de regreso.

Su pecho latía con furia, pero a pesar de preguntar no había hallado respuesta. A-Yao no pronunció palabra alguna y él no insistió. Las marcas de huellas de dedos eran visibles y la herida sobre su mejilla, Su cabeza había pintado los peores escenarios, que iban desde simples delincuentes, hasta haberse encontrado con algún cultivador.

Mientras avanzaba cuidó que nadie los siguiera, mantuvo alerta los sentidos hasta que llegó al lugar, adentro difícilmente les encontrarían y de ser así podría saber si alguien había atravesado.

-Caliente agua -ordenó XiChen al señor Xin que había regresado antes.

El hombre asintió y se apresuró al área de cocina. La culpa aún se veía reflejada en sus ojos.

XiChen suspiró y siguió avanzando. Atravesó el patio, abrió la puerta y se metió en la habitación.

Sentó a A-Yao sobre un pequeño taburete.

-Te daré un baño, si no quitamos lo mojado enfermarás.

A-Yao, no dijo nada, ni siquiera le miró, pero asintió con la cabeza.

XiChen suspiró y comenzó a quitar su ropa. Desató el cinturón y lo hizo a un lado, luego quito túnica por túnica, hasta dejarlo sólo en la bata interior. Observó su figura, el ligero abultamiento de su vientre. Tocó con la palma extendida el área, buscando algún daño ahí, no encontró nada más que el palpitar de un corazón pequeño.

A-Yao no se inmutó ante el movimiento, la calidez de la mano se sentía reconfortante, en medio de todo el frío que sentía.

La puerta sonó y XiChen retiró su mano, salió y regresó con dos baldes de agua, llenando la tina con ellos, posteriormente se aseguró que la temperatura fuera adecuada. Una vez listo todo, llevó a A-Yao ahí, quitó la última bata y lo metió en la bañera.

Lavó con delicadeza su cuerpo, con el más sumo cuidado. Se detuvo sobre las marcas rojas del cuello, las acarició con las yemas de sus dedos.

La garganta se le secó.

En su otra vida no es que no estuviera acostumbrado a verlo herido. De hecho, lo había hecho muchas veces y siempre resultaba igual, A-Yao callaba y él era apartado de alguna forma, le permitía curarle, pero nunca hablaba de los sentimientos atrapados, tal como ahora. Además, la situación en este momento era distinta.

Trago saliva.

-Mañana, mandaré traer un médico para que te revise -pronunció XiChen, con voz cansada.

Pasó sus dedos una vez más por los cabellos lisos, en una suave caricia y luego se giró para ir por una toalla.

La mano de A-Yao lo detuvo, apretándose en su muñeca, XiChen dejó de caminar y se giró hacia él, pronto se vio envuelto por los brazos de A-Yao y sus labios eran presionados por los ajenos.

Sus ojos se abrieron, pero en cambio A-Yao los tenía cerrados con fuerza, los movimientos eran desesperados. XiChen le miró sin comprender del todo y tardó en responder.

Aún después de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora