Sus largos y castaños cabellos se mecieron con el viento. Sentado en el tronco del árbol observaba la fría noche, con la luna reflejada en sus ojos ambarinos que la miraban con tanta ensoñación, como si temiera perderle.
Cinco años habían transcurridos desde que está inusitada paz se había instalado en su vida, no creía ser merecedor de tal milagro, pero ahí estaba, vivo, viviendo una vida que no le correspondía, pero que había aceptado de buena gana.
Había sido una sorpresa para él despertar y encontrarse vivo. Estaba en medio de la inmensa oscuridad, sintiendo su pecho apretujado, voces y lamentos susurrando en sus oídos, mientras por su mente pasaban una y otra vez sus fechorías, y al final aquellos pardos ojos, mirándole con tristeza y rencor. A veces podía sentir el suave susurro de un xiao, una voz llamándolo, pero después... todo se volvía igual.
Repitiéndose una y otra vez, hasta que el silencio llego.
Sus ojos se abrieron lentamente, confundidos y perdidos, tardo varios minutos en averiguar en donde estaba. Sintió la fría humedad del agua cubriendo su cuerpo, estaba dentro de una tina construida con rocas, repleto de extrañas yerbas y talismanes. Su cabeza daba vueltas y sentía un dolor enorme en el pecho, como si su corazón se hubiera detenido y de pronto comenzara a latir.
Aturdido como estaba se incorporó, hasta quedar sentado sobre el suelo de la tina. Alzo sus manos hacia su rostro, colocándolas frente a sus ojos, incrédulo de mirar que aun poseía ambos brazos. Aparto con la mano derecha las yerbas y busco en el reflejo del agua su rostro, era él o parecido a él, tenía los mismos ojos, las mismas facciones, el rostro amable de siempre. Solo con una diferencia, era él cuando apenas tenía 15 años.
Trato de levantarse por completo, pero sus pies apenas respondían, sentía que había olvidado como caminar. Una ansiedad poco común se apodero de él. ¿Cómo era posible aquello? Apenas arrastrándose escapo de la bañera, desparramando el agua de paso. Sus ojos desesperados trataron de buscar algo conocido, pero no encontró nada.
Estaba en el interior de una cueva que nunca había visitado antes. Había varias cosas regadas por aquí y por allá, en el centro una hoguera pequeña, con una hoya sobre ella. Tirado en el piso, rodeado de agua, pudo vislumbrar una figura entrando a la caverna. El miedo se apodero de él sin comprender que era lo que pasaba. Cuando la luz al fin la alcanzo, pudo ver que se trataba de una mujer avanzada en años, de aspecto humilde y que portaba en su mano un canasto.
La mujer le miro con asombro, tiro el canasto, sus ojos negros estaban repletos de felicidad.
_ A-Mao – dijo la mujer apenas en un susurro – soy yo, mamá.
Sus labios temblaron, apretados sin poder pronunciar palabra alguna. Bajo la cabeza, sintiéndose culpable.
La mujer se acercó hasta donde estaba él. Quiso retroceder, pero no logro más que golpearse con las duras rocas. Ella tomo su rostro y miro en la profundidad de sus ojos, buscando respuesta alguna a sus palabras. Su mirada cálida poco a poco se fue enfriando, hasta convertirse en algo tan helado, que pareció congelarle el corazón.
_No eres él –dijo ella como sentencia.
Él, con toda la fuerza que tenía la empujo lejos y dando traspiés, logró levantarse, tan pronto como lo hizo, huyó. Sus pies aún se resbalaban, apenas si podía caminar, pero quería escapar de ese agobiante sentimiento. ¿Había cometido algún otro pecado?
Pronto se encontró con la noche y un sendero oscuro, camino unos pasos, antes de tropezar y caer al piso. Cuando intentaba levantarse la mujer salió de la cueva.
_ ¡Espera! – el tono angustiante de su voz golpeo sus oídos –quédate, quédate por favor.
Su mirada choco con la de ella y dejo de luchar por levantarse. La mujer se acercó y coloco sobre sus delgados hombros una bata.
_ Finge ser él –rogó –finge ser mi hijo.
Sus brazos lo rodearon con suavidad y él se sintió perdido en aquella sensación. Minutos antes estaba inmerso en el frio y ahora esa extraña calidez le invadía el cuerpo, tanto que se abandonó a llorar.
Cuando todo paso la mujer lo llevo adentro, lo sentó frente a la hoguera y ayudo a vestir como si de verdad se tratara de su joven hijo. Arregló sus cabellos y una vez que lo vio listo se apartó de él, para sentarse a su lado.
De una hoya sirvió un plato y se lo entrego con amabilidad.
_ ¿Cuál es tu nombre?
Él la miro dubitativo, pero después de unos segundos contestó.
_ Yao –dijo al fin encontrando la voz.
No habían apellidos, ni nombres de cortesía, no había nada más para él, así que solamente podía llamarse Yao.
_ Bien, desde ahora, eres Wan Yao, Yo soy Wan Su, tu madre, y tú eres Wan Yao... mi hijo –tomo con suavidad su mano.
Yao solo asintió, sin poder hacer otra cosa más que eso, quería regalarle una sonrisa, pero a pesar de que en su otra vida eso era muy fácil, ahora el vacío en su pecho se lo impedía. Wan Su leyó su mirada, así que apretó con más fuerza la mano y ella fue quien sonrió.
_ Come, mañana será una nueva vida para ti y para mí.
Wan Yao, como ahora se llamaba, comenzó a comer, dejando atrás todos sus pensamientos, dejando atrás todas sus preocupaciones.
Cuando las finas gotas de lluvia comenzaron a caer sobre su rostro, desistió de mirar la luna. Se levantó del tronco y camino hacia la pequeña casa a sus espaldas. Wan Su y él vivían a las orillas del monte, cerca de un poblado vecino de la ciudad de Caiyi, donde comerciaban flores. En algún otro momento, tal vez se hubiera quejado, ambicionando el poder y la elegancia. Ahora aquella vida humilde y joven le parecía perfecta.
Entró a la casa, encontrando sentada en el salón a Wan Su, quien hacia un pequeño arreglo de flores. Camino hasta ella y le sonrió, para después dejar un suave beso sobre su frente.
_ A-Yao ¿Te ha cansado el aire ya?
_ Solo ha comenzado a llover –contesto simple y se sentó a su lado, pasándole algunas flores sin dejar de sonreír.
En su mente solo aparecía un ligero pensamiento.
Era una nueva vida, si... una nueva vida.
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Aún después de la tormenta
Fanfiction¿Aún después de la tormenta habrás cambiado?, ¿tú corazón seguirá igual de atormentado o ahora solo es una llovizna menguante? Meng Yao ha vuelto a la vida, para él sera un nuevo comienzo, pero podrá huir de aquel pasado que tanto quiere olvidar