Llovizna

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Nota: Perdón por tardar, pasa que a veces me bloqueó y aunque tengo a Edro (Edro es un personaje mío, que es casi como mi conciencia escritorial) diciéndome escribe, escribe, escribe, no avance. A parte tuve una crisis cuarentenal y bueno quedé como en el limbo.

Bueno vamos allá, espero lo disfruten.

Recuerden que esto lo hago sin fines de lucro y solo con el fin de divertirnos.

Capítulo 3
Llovizna

Sintió unas suaves caricias sobre su rostro, las manos de dedos largos y afilados le causaban una sensación de cosquillas. No se había dado cuenta de cuánto había permanecido dormido, pero su cabeza descansaba en una suave almohada. Sus ojos se abrieron con lentitud, la mirada ascendió hasta encontrarse con aquel rostro bello, tallado en jade.

Los ojos pardos brillaron suavemente y el rostro dibujó una sonrisa. Pronto se dió cuenta que descansaba sobre el regazo de Lan Xichen. con las mejillas rojas se levantó, apenado por tal situación.

_ Er-Ge, yo...

Un dedo sobre sus labios le impidió seguir hablando, la sonrisa ajena se ensanchó y negó con amabilidad, en un ligero movimiento de cabeza.

_ A-Yao estaba cansado, yo sólo le preste mi regazo. A-Yao, un día me prestará el suyo...

La lluvia sobre su cuerpo disolvió aquel recuerdo en su mente, sus ojos ámbar bajaron hacía el rostro de aquel que descansaba sobre sus piernas. Apartó unos mechones dándose cuenta de lo enmarañado que estaba su cabello y lo sucio de su rostro.

Una sensación de angustia se apoderó de su pecho, su mente siempre tan despierta se había apagado. Ignoró que la gente aún les miraba. No era la primera vez que lo había visto así, de hecho esto parecía un extraño dejavu.

_ ¿Wan MaoTei? - una voz le hizo regresar.

Ese era el nombre que usaba cuando estaba fuera, el nombre de cortesía del hijo de Wan Su.

Sus ojos vislumbraron a la mujer que le hablaba, era Qiao Jun, una joven viuda de 26 años, qué ayudaba con el negocio de las flores. La mujer hizo un ligero ademán para que las demás personas se alejaran. Comprendió rápidamente, por la forma en que lo sostenía A-Yao, que era un conocido de él. Ella se agachó hasta quedar cerca de ellos, sus ojos examinando con curiosidad.

_ ¿No es uno de los cultivadores que venían a comprar?

A-Yao negó con la cabeza.

_ No - contesto - pero es del mismo clan.

A-Yao había estado observando por meses ir y venir al puesto a los cultivadores del Clan Lan, en un principio sintió nerviosismo, sintiéndose amenazado, pero con el tiempo esto desvaneció.

No había visto muchos cultivadores, de hecho poco sabía de este mundo, Wan Su, solo le había mencionado algunas cosas. El hecho de que Jin Ling fuera líder o que Huaisang había contraído nupcias con una joven cultivadora de bajo renombre, lo último le daba realmente igual. Nada más allá de eso.

A Wan Su tampoco le gustaba el mundo de la cultivación, ella era una cultivadora sin clan, que se dedicaba a la medicina, pero tras el suceso de su hijo - suceso del que tampoco hablaba - había dejado atrás todo, menos la medicina.

Así que, cuando la gente solía notar su parecido con él mismo, su mente lograba cavilar respuestas convincentes. Todo fue normal, hasta que sin más sus ojos dieron con los del otro, pronto entendió que había sido descubierto. Después de eso, la ausencia de estos cultivadores se hizo presente.

Aún después de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora