Louis
Una vez alguien me dijo que la vida es como una pelea de boxeo, por más golpes que nos den, debemos seguir de pie. Así que, con esa frase en mente tomo mi mochila y bajo las escaleras de mi casa para así dirigirme a desayunar. Es el primer día de clases del último año de escuela, no me emocionaba volver allí, pero viéndolo del lado positivo, faltaba poco para poder asistir a la universidad. Al fin podré mudarme a Londres y dejar atrás esta ciudad.
Antes me aterraba la idea de marcharme, ahora lo anhelo con cada fibra de mi cuerpo. Al llegar al comedor me encuentro con mi madre. La cual me regala una sonrisa.
—Buenos días, mi niño.
Tengo dieciocho años, pero para ella sigo siendo un bebé que aún no sabe caminar. Le echo la culpa a ser hijo único. Desde hace un año somos solo los dos; no, mi padre no está muerto, ojalá fuera eso, el desgraciado sigue vivo y disfrutando de su fortuna.
Mis padres se separaron, porque hace poco nos enteramos de que él tiene otra familia, tiene una hija de mí misma edad. Mi mamá no lo pensó dos veces y lo echó de la casa. Por eso siempre digo, chicas estudien, prepárense, no dependan de nadie, tienen el poder de dominar el mundo si se lo proponen.
Mi madre es el mismo ejemplo de eso, su familia no era de muchos recursos, pero eso no la detuvo para convertirse en unas de las cirujanas pediátricas más reconocidas del país, no necesitó ni un peso de mi padre, para seguir manteniéndome.
Siempre la he admirado, por lo fuerte que es, ahora mismo está frente a mí, hablándome de cómo le fue en el día de ayer en el hospital, con una sonrisa sobre sus labios. Me concentro en sus ojos, los cuales son de color ámbar y hacen un juego precioso con su cabello rubio, el cual es igual al mío. Pero, lo que más me gusta de sus ojos, no es el color, sino lo que transmiten, esa felicidad y calidez, que hacen que mis días empiecen de la mejor manera.
Nadie diría que hace menos de seis meses había pasado por un divorcio, el cual la consumió por completo, ella sabía que lo mejor era cortar cualquier lazo con mi padre, pero eso no significaba que no le iba a doler.
Ella estaba perdidamente enamorada de él y creo que aún lo está, por eso fue tan difícil. La vi por meses llorar desconsoladamente, perdió peso en gran cantidad. Pero eso no la detuvo, como ella siempre dice "Las tormentas, solo anuncian lo brillante que saldrá el sol"
—¿Por qué no te pusiste una camisa azul? —pregunta ella—. Combina con tus ojos.
—Mamá, no porque tenga los ojos azules, solo me pondré ropa azul.
—Pero es que resalta tus ojos y es tu primer día de clases de tu último año, en poco tiempo te irás a la universidad y me abandonarás —comenta con nostalgia.
—Estoy emocionado por eso.
Eso es cierto, la que no está emocionada es ella.
—Louis —dice ella en forma de regaño y yo solo le guiño un ojo.
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No eres mi amigo #1
Teen FictionLouis Harris y Ángel Andersom fueron amigos por más de diez años, para ellos su amistad era verdadera, pero por situaciones que les presentó la vida y por tomar malas decisiones, su amistad llegó a su fin. La pregunta es: ¿Su amistad realmente era...