║14 ║ No, no es inmaduro.

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Louis

—Se estaban peleando en el Gimnasio —expone el entrenador.

Puedo leer su expresión: decepción. No sé si es por parte de que su capitán de basquetbol se encuentra incluido en una pelea o porque en el momento que decido volver, lo primero que provoco es una disputa. Pero algo me dice que puede sentir decepción por ambos.

—Peleando... —suelta el Señor Anderson. Su tono es suave y no ha dejado de ver a Ángel desde que entramos a la oficina —. Pero ¿con quién? — Y ahí es que nota mi presencia—. ¿Louis?

—Hola Alonso —digo moviendo mi mano en forma de saludo.

—Gracias entrenador por traerlos, yo me encargo —comenta Alonso y mira al director—. Claro con su permiso.

—Claro, son todos suyos —expone el director.

El entrenador asiente y se marcha junto al director del lugar. Para algunos será difícil de entender el respeto que hay por parte de todos en esta escuela hacia Alonso Anderson. Es un respeto que se ha comprado con dinero, no con acciones. Pero eso es suficiente para todo el mundo al parecer. Muchas personas piensan que el amor es lo que mueve el mundo, pero no, entendí a muy temprana edad, que es el dinero.

Las únicas dos personas que no le tenían ni un gramo de respeto a Alonso, nos encontrábamos justo frente a él en este momento. Pero siempre fingimos tenerlo, para hacer la vida más fácil.

—Ahora me van a decir ¿Por qué dos chicos que son amigos desde los cinco años se estaban peleando? —investiga Alonso.

—No, nos estábamos peleando—aclaro, no era necesario hacer este problema más grande.

No puedo evitarlo, si puedo hacer algo para ayudarlo, lo haré. Además, él tiene razón, esta es la única parte del código, que nunca romperemos.

Protegernos, hasta de nuestros padres.

Ángel no tiene la culpa de tener el padre que tiene, el cual, aparentaba ser una oveja amable y confiada, pero en verdad era un lobo, feroz y despiadado.

—¿Cómo qué no? —Sus ojos están sobre mi —Estás golpeado Louis, tienes un moretón en tu ojo.

Mierda, he olvidado esa parte.

—No se preocupe por eso, no es nada.

—Pero, solo tú estás golpeado o ¿tú también lo estás? —expresa observando a Ángel.

—No —responde Ángel.

Su voz es fría, pero suave. Siempre ha sido la combinación para dirigirse a su padre. El cual, en mi opinión, no merecía ni que le dirigiera la palabra. Pero sé que Ángel a pesar de todo, siempre ha buscado su aprobación. 

—Y ¿por qué lo golpeaste? —pregunta él, pero ahora con el ceño fruncido.

—Accidente...un accidente, no fue nada —expreso rápidamente.

—¿En serio? —Alonso arruga sus cejas. Da unos pasos para acercarse a Ángel.

—En serio —Mis pies se mueven solos. La mitad de mi cuerpo termina delante de él de Ángel —No ha sido nada. Ángel me ha pedido disculpas y para mí no ha pasado nada—miento sin pensar.

—¿Mi hijo te pidió disculpas?

Nunca en su vida se ha disculpado por nada.

—Sí —respondo con seguridad.

Esto no necesita ser un problema más grande.

—Bien —Por suerte me cree.

Todos salimos de la oficina, Alonso se despide del director. Los tres caminamos hacia la salida de la escuela. Está totalmente oscuro, si no fuera por las luces que hay en el estacionamiento no se viera absolutamente nada. Veo en mi reloj que son las 7: 15. Sé que debo marcharme a casa, mi madre se preocupará.

No eres mi amigo #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora