║2║ Otro punto de vista

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Ángel

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Ángel

No me puedo quejar de mi trayectoria en la escuela, soy el capitán del equipo de baloncesto, la chica más hermosa que han visto mis ojos, es mi novia y tengo una familia que me apoya. Hoy comienzo el último año de escuela, a diferencia de muchos no me emociona que la escuela se acabe. Porque, aunque muchos no lo noten, esta es una de las mejores etapas de cualquier ser humano, una de las más fáciles. Mientras crecemos no solo adquirimos años y nos hacemos más viejos, sino que también las responsabilidades aumentan. La verdad no anhelo que mi vida sea estresante.

Haciendo a un lado mis pensamientos, me levanto de la cama y me dirijo al baño. Al salir me pongo un pantalón negro, una camiseta blanca y una chaqueta negra, paso un peine por mi cabello, un par de veces. Salgo de mi habitación, bajo las escaleras y me dirijo a la cocina. Entonces escucho la voz más irritante del mundo.

—Pensaba que no ibas a bajar —expresa esa chica de baja estatura, que ahora no se notaba por estar sentada.

Su cabello castaño lleno reflejos rubios se encuentra totalmente lacio y puedo jurar que brilla más que los rayos de sol que entran por la ventana. Lo único que tenemos igual son nuestros ojos mieles, grandes y expresivos.

—Y perderme el primer día de clases —comento con cinismo —Mmm...no lo creo.

Me sirvo un vaso de jugo de naranja, mientras la veía a ella devorar un sándwich de pavo. Mi estómago no toleraba nada más que líquido a esta hora.

—Claro, Ángel Anderson no podía perder ni un día para imponer terror en los demás —Me tomo un sorbo de jugo para contestarle, pero alguien nos interrumpe.

—Chicos apresúrense o van a llegar tarde.

—Claro Tía hermosa, es que Celeste tiene media hora desayunando —digo echándole toda la culpa a mi tan irritable prima.

—¡Mentiroso! —chilla ella—. Tú acabas de llegar—expresa ella señalándome.

—Como digas primita—comento haciéndole señas a mi tía, para indicarle que mi prima es la que miente.

Después de desayunar, nos vamos para la escuela en mi camioneta; Celeste no tiene auto. No me importa llevarla, es casi mi hermana. Pero odio que subiera los pies en el asiento, que colocara música a todo volumen, además, que lo tomara como su zafacón personal. Eso me hacía enojar, ya que no puede contaminar el medio ambiente, pero si mi auto. Pero si les soy sincero ya estoy acostumbrado a esa desorganizada y si no se fuera conmigo, tengo que aceptar que me hiciese falta.

Apenas estaba entrando al estacionamiento de la escuela y Celeste se encontraba abriendo la puerta para salir corriendo del auto ¿En serio? ¿No puede esperar que me estacione? Blanqueo los ojos en reacción a su acción. Me estaciono y mientras salgo del auto escucho a alguien acercándose.

—No me digas ¿Me extrañaste? —dice esa voz que al instante reconozco, ya que como no reconocer la voz de uno de mis mejores amigos.

—¿Pero a quién? ¿A ti o a tú modestia? —Me río de aquel chico con el cual compartimos el color de cabello, negro azabache. La diferencia es que el mío es estrictamente lacio y el suyo está lleno de rizos.

No eres mi amigo #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora