64. Cosas Del Destino Larry Stylinson -Terminada

-Dos-

Tras una noche más, en la que Louis había salido "de caza" junto con sus dos mejores amigos; Zayn y Josh y estos se habían desperdigado por el local de marcha, localizado a "su presa", este había vuelto a su lujoso apartamento acompañado de una hermosa chica.

Luego de unas cuantas copas, varios halagos, unas acertadas caricias y unos sutiles besos aquí y allí, la nueva víctima, irremediablemente había caído en las hábiles garras del castaño.

Como era costumbre, este había desplegado todo su encanto y sus hábiles artimañas para lograr  llevársela a la cama, añadiendo así, una conquista más a su gran colección de relaciones de una sola noche.

El amor era un juego para el ojiazul, por lo que nunca se comprometía con nadie y tan solo lo usaba para saciar sus bajos instintos.

Aún así, el sexo nunca llegaba a satisfacerle totalmente, se aburría con facilidad y nuevamente tenía que buscarse una otra conquista.

Esa ocasión no había sido distinta pues en la mañana, en cuanto esta abrió los ojos, el caprichoso y despreocupado chico, la apuró para que se vistiera y se fuese.

...—Oye tengo muchas cosas que hacer ¿puedes irte ya a tu casa?.

—Eh pero yo quería desayunar contigo y luego salir a pasear o al cin....

—Hey ...hey... hey, páralo ahí, nena— la interrumpió molesto levantándose—.… te he dicho que tengo cosas que hacer, además no me apetece hacer ninguna de esas cosas contigo.

La chica confusa y algo molesta también se levantó y comenzó a buscar su ropa.

—Entonces podemos vernos en la tarde.

—No, de seguro estaré muy ocupado.

Tras vestirse, la chica se le acercó e intentó abrazarlo y besarlo, entonces Louis dio un paso atrás.

—El polvo contigo ha estado genial pero nada más...yo no salgo con nadie.

La rubia lo miró furiosa y acto seguido lo empujó

—¡Eres un maldito egoísta!, ¡no vuelvas a llamarme!.

Este rió y caminó hasta la puerta de la entrada, luego la abrió y le hizo un ademán con la mano para que ésta saliese.

—Tranquila, tampoco pensaba hacerlo... adiós, buena suerte.

Tras cerrar la puerta, el móvil del ojiazul comenzó a sonar y luego de soltar un sonoro resoplido, este descolgó el aparato.

—Hola papá, ¿Qué es lo que pasa?.

—Hola hijo, ¿Podrías acercarte a la empresa?

—¿Para qué?, ya te he dicho que no voy a trabajar contigo...no insistas.

—No, no es eso...por favor hijo, date prisa.

Tras colgar, Louis soltó un grito al aire.

—¡Aaaaaah!....¡maldita sea!, ¿Por qué no me deja tranquilo de una vez?.

Una hora más tarde, el chico aparcó su deportivo delante de «Tomlinson International», acto seguido entró al edificio y subió en el ascensor hasta la quinta planta, donde se en entraba el despacho de su padre.

Al entrar en el lugar, este se encontró a su progenitor parado junto a una hermosa mujer.

—Ah hijo...que bien que ya estás aquí.

El ojiazul caminó sin dejar de mirar a la esta y entonces se dejó caer en el cómodo sofá de piel de su padre.

—¿Acaso ya tienes una nueva amiguita, papá?...Ni creas que voy a llamarla mamá— preguntó con sarcasmo.

El empresario miró con pena a su empleada y a continuación caminó hasta su hijo y entonces lo abofeteó.

—Eres un estúpido malcriado—Dijo furioso—...lo siento señora Cox, le pido mil disculpas por el irrespetuoso comportamiento de mi hijo.

—Tranquilo señor, no se preocupe...con estos jóvenes ya se sabe.

El hombre asintió y luego de eso caminó hasta su sillón de su escritorio y esperó paciente a que la mujer tomase asiento también.

—Louis — Habló nuevamente el empresario—…necesito que me hagas un favor... quiero que ayudes al hijo de Anne, ellos son nuevos aquí y él no conoce a nadie...quiero que seas su amigo para que no se sienta solo...puede que se te pegue algo bueno de él y quizás dejes de pensar solamente con lo que tienes entre las piernas.

—Pero papá, yo no soy la jodida niñera de nadie.

El señor Tomlinson se levantó nuevamente furioso y rápidamente caminó hasta su descendiente hijo.

—Si no quieres que te cierre el grifo, harás lo que yo diga ¿Entendido?... estoy cansado de tus juergas, tus malas notas y tu vagancia...así que ya lo sabes.

El sorprendido chico se levantó, miró a la mujer y resignado hizo una reverencia.

—Estaré encantado de ayudar a su hijo, señora Anne Cox.

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