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El alfa no tuvo mucho tiempo de mirar a su alrededor. Pero, por lo que pudo ver, la casa de BaekHyun era sencilla. No constaba de inmensos espacios, aunque era lo suficientemente cómoda. Incluso tenía detalles clásicos que llamaron su atención, mientras caminaban de prisa por el pasillo. Cuando llegaron al jardín, se llevó una sorpresa aún más grata. Era bonito, con muchas rosas y flores; también había un pequeño sauce al fondo, cuyas ramas casi tocaban el suelo. Al fondo, como le habían dicho, se encontraba una pequeña construcción de ladrillos.

El corazón de ChanYeol palpitaba contento, en parte porque su omega estrechaba su mano con cariño, mientras lo conducía por el jardín; y en parte porque se sentía ansioso por conocer esa parte de BaekHyun. Cuando las parejas destinadas se encontraban así, de repente y por sorpresa, no tenían mucho tiempo de conocerse. De pronto estaban revoloteando en esa espiral de sentimientos intenso e imparables, sin saber bien a quién se entregaban en realidad. ChanYeol sabía lo básico sobre su omega, pero había todo un universo por descubrir.

Se quedó con la boca abierta, cuando BaekHyun abrió la puerta de su estudio y lo empujó adentro. Era, realmente, increíble. ChanYeol se vio rodeado de exquisitas esculturas de madera y arcilla. Todas parecían contar una historia, algunas evocaban un sentimiento, otras un sueño. También había herramientas y algunas pinturas en un rincón. Realmente era el taller de un artista.

—¿Te gusta? —preguntó el omega con timidez, mordisqueando su labio inferior.

—Esto es... ¡Increíble! —ChanYeol lo miró, con una gran sonrisa estampada en el rostro.

A él siempre le había gustado crear, sólo que su estilo no era para nada artístico. ChanYeol creaba hogares, habitaciones funcionales, espacios prácticos y acogedores. Así que, era bueno saber que tenía eso en común con su omega.

—¿De verdad?... A veces siento que no soy lo suficientemente bueno.

—¿Eh? ¿Estás loco? Todo esto es... hermoso —ChanYeol se acercó a una de las esculturas, que parecía una versión abstracta de un árbol. La tocó delicadamente con sus dedos grandes, no quería ensuciarla o echarla a perder—. Me siento... orgulloso —dijo con una sonrisa.

BaekHyun sonrió también. Era un sentimiento extraño, porque el hecho de que su alfa estuviera orgulloso de él, llenó su pecho de una inmensa alegría. Era, como su hubiera logrado todo en la vida.

No había espacio para los debates morales en la relaciones alfa-omega. Simplemente era así, se complementaban el uno al otro, eran el principio y el final de una misma existencia. Nada ni nadie valía más en el mundo, que su lazo inquebrantable. Sí, era aterrador, por eso mucha gente rogaba para no encontrar a su pareja destinada. Muchas veces, esas relaciones no eran tan perfectas como podía pensarse. Había casos de abuso, traiciones y violencia. Por fortuna, ChanYeol era como un enorme oso de peluche, o eso era lo que BaekHyun pensaba. Entre más lo conocía, más le gustaba; se sentía seguro a su lado.

—¿Y bien? Es talentoso, ¿no lo crees?

BaekHyun dio un brinco, al escuchar la voz de su padre, que se recargó en el marco de la puerta. Agradeció a todos los dioses por haber peleado contra el impulso de abrazar a ChanYeol por detrás. El más alto se giró, miró a su futuro suegro con una gran sonrisa.

—¡Vaya que lo es!... BaekHyun me había enseñado algunas fotografías de sus trabajos, pero verlos en vivo en toda una experiencia.

—Espero que pronto nos muestres tus pinturas también. ¿Por qué no suben a tu habitación, BaekHyun? Es mejor que se pongan a trabajar ahora, no queremos que ChanYeol se vaya tarde a casa —el hombre les ofreció una sonrisa extraña. BaekHyun sabía que su padre quería controlar toda la situación, y era mejor dejar que lo hiciera—. En un momento les subiré un refrigerio.

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