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El domingo llegó con un agradable clima cálido. BaekHyun correteaba de un lado al otro de la casa, limpiando un poco, preparando algunas viandas para su amigo. JungSoo sospechó de su entusiasmo, pero era tan inusual que el muchacho tuviera amigos, que no lo cuestionó. Después de todo, eso era enteramente su culpa, por sobreprotegerlo y mantenerlo alejado de todos.

Llegaron tarde a la misa de la antigua religión, porque BaekHyun se tardó más de lo normal eligiendo su ropa, claro, eso JungSoo no lo sabía. Para él, su hijo se veía igual que siempre, quizá había abusado un poco de la colonia, pero nada más.

La iglesia era hermosa, arquitectónicamente hablando, era lo único que el omega disfrutaba sobre ello. Porque el discurso del sacerdote era arcaico y aburrido; los cantos eran algo tenebrosos, hablaban sobre entregar la vida a un ser superior; el ritual lleno de simbolismos sádicos, tampoco era agradable. BaekHyun no podía entender muy bien todo aquello, sin importar cuántas veces su padre le explicara. Pero, lo acompañaba de todas maneras, era algo que podía compartir con él.

Cuando llegaron a casa, el muchacho sacó del horno las galletas de mantequilla que hizo, estaban calientitas y olían delicioso. Preparó unos sándwiches también, café y té, porque sabía que a ChanYeol le gustaban ambos. Cuando sonó el timbre, salió disparado hacia la puerta.

—¡Hola! —saludó el omega, con algo de timidez. Sin importar cuánto tiempo pasaran juntos, no podía acostumbrarse a tener a un alfa tan atractivo como pareja. Y, en esa ocasión, ChanYeol se veía escandalosamente guapo.

Había pasado por casa de la señora Oh, a descargar unos materiales. Por eso, su ropa de trabajo estaba algo sucia. Los pantalones negros rasgados abrazaban sus muslos fuertes. Aunque BaekHyun no quería mirar, era casi imposible ignorar la entrepierna del alfa, porque esos pantalones eran demasiado ajustados. Llevaba puesta una playera blanca, sin mangas y desgastada, que también se ajustaba bien a su pecho fuerte.

—Hola —sonrió ChanYeol al devolver el saludo. Estaba nervioso, pero lo disimulaba bien—. Mi omega se ve muy lindo hoy.

BaekHyun sonrió avergonzado, su alfa había notado el pequeño esfuerzo que puso al arreglarse, eso logró que su corazón latiera rápidamente.

—Gracias. Pasa... Papá está en la cocina. Dice que desayunes algo antes de trabajar.

—Bien... Yo, traje un poco de té de ciruela —el alfa le entregó a BaekHyun una pequeña garrafa llena de té.

—¡Oh! Gracias... supongo —se burló el más bajo.

ChanYeol le hizo una mueca y entró.

JungSoo estaba leyendo el periódico, mientras comía una de las galletas que su hijo preparó. Tenía una taza de café caliente a un lado y una expresión de desinterés en el rostro.

—Buenos días, señor Byun —ChanYeol hizo una reverencia cuando entró a la cocina.

—Buenos días, muchacho. Gracias por venir. Siéntate y come algo primero.

—Gracias.

JungSoo regresó a su lectura, pero no pudo ignorar la garrafa que su hijo puso sobre la mesa.

—¿Qué es eso? —preguntó, frunciendo el ceño un poco.

—Es té de ciruela. ChanYeol lo hizo.

—Vaya...

—Es la receta de mi papá, señor Byun. Espero que le guste. Es mejor si lo toma frío.

JungSoo miró la garrafa con detenimiento, después asintió y volvió a fijar su atención en el periódico, así que no notó los movimientos torpes de su hijo, mientras le servía una taza de café al alfa. ChanYeol Miró las galletas, olían muy bien.

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