"¿Cómo había pasado de llevarse bien con Kyabe a estar peleados por una razón tan estúpida?" Dicha pregunta no dejaba de rondar la mente de Caulifla, el criminal más buscado de Sadala era muy impredecible en ocasiones, y eso no le gustaba. Prefería por mucho a aquel chico que podía leer cuán libro abierto, sus actitudes, sus reacciones, su trato cordial... Todo de él.
Y sin embargo; ahora mismo estaba haciendo un esfuerzo gigantesco por no decir una imprudencia en pleno entrenamiento, el cuál se había vuelto demasiado tedioso posterior a la discusión de hace poco más de dos semanas. El ambiente era simplemente insoportable.
- Mañana no podremos entrenar, tenemos algunos asuntos importantes que atender. - Caulifla ladeó la cabeza con curiosidad. - ¿Qué clase de asuntos son más importantes que nuestro entrenamiento?
- Asuntos que no te interesan. - Respondió seco, mirando directamente a los ojos a la soldado.
- Por supuesto que lo hacen, al menos podré advertir a mis camaradas de su siguiente movimiento. - Lógicamente Caulifla mentía de forma descarada, ni siquiera si les avisaba a los demás estos podrían prevenir un robo por parte de Kyabe, él los tenía bien vigilados de todos lados, si no atacaba de uno atacaría del otro.
- Ja, ja, vaya chiste más horrible.
- Cómo si tus chistes fueran la epítome de la comedia. - La distancia entre ambos se hizo más corta, comenzando a desafiarse con la mirada, Kale les observaba confundida desde lo lejos.
- ¿Qué demonios están haciendo...? - Se preguntó la morena al notarlos cada vez más cerca, hasta que en algún momento se detuvieron y se quedaron mirando un largo rato, casi eterno.
- De todas maneras, no tiene que ver con ningún atraco, sólo voy a monitorear a Aleera. - El criminal fue el primero en alejarse, cruzándose de brazos.
- ¿La terrícola ciega? - Preguntó la soldado con aires de desinterés, imitando la acción del contrario.
- Por supuesto, tengo que asegurarme de que esté casi recuperada, su hermano está ansioso por verla. - Respondió con una pequeña sonrisa, aquel gesto le agradó de cierta manera a la de cabellos alborotados.
- Podría acompañarte si quieres, los nuevos ya no me necesitan y sabes que nosotros sabemos mejor que nadie cómo tratar la fiebre violeta. - El menor entrecerró los ojos, sólo para después suspirar. - Iba a decirte que no, pero tienes un punto.
Caulifla sonrió victoriosa ante tal aseveración por parte del contrario.
- Hasta que al fin lo reconoces. - Le dijo con sorna, el contrario se encogió de hombros.
- Tampoco te celebres tanto, soldadita, sólo te doy la razón porque la tienes por una vez; no es nada del otro mundo. - La de cabellos alborotados bufó.
- Cómo sea, supongo que tendremos que ir.
- ¡Kale, ya nos vamos! ¿¡Te vas a quedar o nos acompañas!? - La morena negó levemente con la cabeza, dando la espalda a los otros dos saiyajin.
- Me voy a quedar un rato más, no me tardaré mucho. - Dijo seria, Kyabe torció el cuello levemente. - ¿Estás segura Kale?
- Claro, tú ve, no te preocupes por mí. - El mayor entonces suspiró, dirigiendo su mirada a la soldado nuevamente. - Kale se queda, vámonos.
- Ah, claro. - Y así, ambos emprendieron vuelo en dirección al pueblo, en medio del recorrido Caulifla miró de reojo a su peculiar compañero, una sonrisa tranquila adornaba aquel rostro, parecía estar en paz.
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A cada bandido hay un soldado
FanfictionHace mucho tiempo yo deseaba entrar al ejército, guiado por aquella imagen heroica que se asociaba a las fuerzas militares de Sadala. Los soldados eran pintados como los grandiosos justicieros que luchan por el bienestar de todo aquel que lo necesit...