capítulo 24

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Los días fueron pasando, Edward se había dado cuenta de que se enamoró del azabache cuando éste tenía 13 años, confundió amor con cariño y no se dio cuenta hasta ahora.

Le conquistaría.

Harry se levantaba cada mañana con un ramo de rosas rojas al lado en la mesilla de parte de Edward.

Y no sólo hacía eso, estaba pendiente de él a cada momento, hablaban, tocaban música, le sonreía con amor, le decía cosas preciosas, le acompañaba a los sitios que necesitaba, le tocaba cada vez que podía... Y muchas cosas más.

Lo que más le gustaba era cuando se levantaba y el vampiro se acercaba a darle un beso en la mejilla y preguntarle:

- Buenos días, te ves muy bien. ¿Qué tal has dormido?

Eso le encantaba.

Dos semanas después Edward se acercó a él con un helado de chocolate con vainilla. Harry me cogió y le dio las gracias seguido de un casto beso en los labios.

El vampiro se quedó sorprendido al principio, para luego que una gran sonrisa boba se instalara en su cara.

- De nada- susurró.

Harry se empezó a comer el helado tranquilamente, sentado en un árbol caído en el bosque.

- Mmm, riquísimo.

- ¿Te gusta?- Harry asintió. A mí me gustas tú.

Edward se acercó y le besó con un roce de labios para después ir profundizando poco a poco. Harry le pasó los brazos por el cuello mientras que el vampiro le pegaba más a él y le agarraba de la cintura.

Las lenguas se tocaron y empezaron a luchar entre ellas con pasión y ferocidad.

Se separaron cuando el mago le empezó a faltar el aire. Sus respiraciones eran trabajosas aunque el vampiro técnicamente no respiraba.

- ¡Guau! Esto sí es un beso de verdad- dijo Edward con una sonrisa.

Harry rió.

- Ya te digo. Es el mejor beso que he recibido en mi vida.

- Me alegro. ¿Esto significa que aceptas ser mi novio?

- Sí, eso es lo que significa exactamente. Te lo has ganado.

Edward sonrió aún más y le dio un beso con ternura.

Harry siguió comiéndose el helado como antes, la diferencia es que ahora se lo comía mientras que su novio le abrazaba por detrás y de vez en cuando le besaba el cuello.

Ambos llegaron a su casa agarrados de la mano y con una sonrisa tonta en sus caras. Los ojos de Harry brillaban de felicidad.

-¡Por fin! Me alegro un montón chicos- dijo Alice en cuanto los vio, dándoles un abrazo.

Esme, Carlisle y Jasper también los felicitaron. Emmet se acercó a Edward muy serio.

- Sile vuelves a hacer llorar, te juro que te trituro y créeme cuando te digo que tu "maravilloso" don no te servirá de nada- amenazó.

- Te prometo que no lo haré. Le quiero, no, le amo con toda mi existencia.

- Bien. ¡Felicidades enano!

Emmet le dio un abrazo y le dio vueltas en el aire con delicadeza.

- Gracias papá Oso- después se dirigió a su madre- Lo amo mamá. Quiero estar con él, lo llevo deseando desde que tengo 14 años y sé que me hará feliz, ya lo verás. ¡Por favor mamá!

Rosalie observó los ojos brillantes de su hijo a causa de la felicidad que sentía. No los veía así desde que era un pequeño niño.

Suspiró con resignación. Por su hijo haría lo que fuese y si el idiota de Edward le hacía feliz ella no podía negarle esa felicidad.

- Está bien, pero te advierto Edward... ¡Ni se te ocurra hacerle daño! No tendrás planeta para correr.

- Por supuesto.

Harry sonrió con fuerza y abrazó a su madre enterrando su rostro en el cuello de la rubia como hacía cuando era pequeño y se iba a dormir.

Edward veía a su novio radiante de felicidad, no se podía creer que lo hubiese conseguido. Era afortunado al tener a Harry, y lo sabía; no le dejaría escapar de nuevo y si tenía que morir por él, lo haría.

Harry se separó de su madre para abrazar a su novio, el cual le devolvió el abrazo con cariño y le besaba la cabeza sonriendo.

- Te amo, pequeño mago.

Continuar........

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