capítulo 2

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Llegaron a una casa, que más parecía una mansión de lo grande que era. Carlisle llevó al pequeño a una habitación donde le dejó al cuidado de su hija Rosalie, mientras vque él iba a por su maletín y todas las cosas necesarias para curarle las heridas.

El pequeño se había quedado dormido por el camino.

Comenzó a curarle en silencio; estaba acostumbrado a la sangre al ser un médico experimentado. Las heridas eran graves, pero afortunadamente no lo suficiente grave para que tuviese muchas secuelas.

- ¿Cómo está?- preguntó Rosalie desesperada.

- Está grave, no voy a negarlo. Las heridas son profundas, tiene más cicatrices a parte de la de la frente, seguramente no ha sido la primera vez. También está desnutrido. Pero lo peor no va a ser las heridas físicas, si no las psicológicas.

- Es muy pequeño, con cariño se olvidará de lo que ha pasado.

- Eso espero hija.

- Me quedaré a cuidarle por la noche. ¿Cómo sabíais que estaba ahí?

- Alice lo vio.

- Me lo imaginaba

Carlisle se fue con su esposa y Rosalie se quedó cuidando al menor, de vez en cuando Emmet se pasaba por la habitación.

Al día siguiente, el pequeño se fue despertando poco a poco, abrió los ojos y miró a su alrededor desorientado, en su observación se encontró con unos ojos dorados que le miraban desde una esquina.

- Hola pequeño. Tranquilo, no te voy a hacer daño. Mi nombre es Emmet.

Harry le miraba temeroso, vio la sonrisa de ese hombre tan grande y supo que no le haría daño

- H... Hola- susurró.

Emmet sonrió ampliamente.

- ¿Tienes hambre? Esme te está preparando un buen desayuno.

- S... Sí- el niño quiso darse la vuelta pero un dolor le atravesó la espalda y de quejó.

- Cuidado, estás muy lastimado. Te ayudaré a que te sientes, si me permites acercarme a ti, claro..

Harry asintió, Emmet se acercó y le ayudó. En ese momento, Esme entró con una bandeja en la mano.

- Buenos días, cariño. Aquí tienes tu desayuno, espero que tengas hambre.

Le llevó la bandeja para que desayunase. El niño, temeroso al principio, miraba el desayuno que consistía en un vaso de zumo de naranja recién exprimido, un vaso de leche con chocolate y galletas caseras de pepitas de chocolate.

Esme y Emmet observaban al pequeño sin decir nada, al final en hambre le venció y cogió una galleta y mordió. Se comió la galleta y después cogió otra.

- Tómate el zumo, cariño, te hará bien- le dijo Esme con voz maternal.

Harry le hizo caso y se lo bebió, Esme sonrió al igual que su hijo. Rosalie entró y miró al moreno con cariño y una sonrisa que Harry devolvió con timidez.

Una semana después, Carlisle dio su consentimiento para que se levantase. El niño estaba con mieod, sólo dejaba que se acercase Carlisle, Rosalie y extrañamente Emmet.

Rosalie le ayudó a bajar la escalera y se dirigieron al patio donde se encontraban todos, Harry soltó la mano de la rubia y se acercó con pasos presurosos al grandullón que le cogió con cariño.

- ¡Enano! ¿Quieres jugar? Tengo una pelota nueva.

- Sí, bueno... Si tú me dejas.

- ¡Por supuesto que sí! Te he estado esperando... Vamos a por ella.

- Ten cuidado Emmet, no le vayas a hacer daño- dijo preocupada Rosalie. Su marido no medía su fuerza y podría hacer daño al azabache.

- Tranquila Osita.

Esa tarde, Harry disfrutó del juego con Emmet, se reía cuando el grandullón le hacía cosquillas o cuando le cogía en brazos y corrisy con él mientras que Rosalie les perseguía.

También, esa misma tarde Harry se sintió muy querido después de tanto tiempo, por fin había encontrado a alguien que lo quería. Solo esperaba que no le abandonase para así no poder volver con sus tíos.

Por la noche, el pequeño durmió agarrado a su ciervo de peluche y junto a su nuevo papi Emmet que se acostó en la cama con él hasta que cayó dormido.

Continúar...........

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