capítulo 4

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Cuando tuvo nueve años le dijeron que era un mago pero que desgraciadamente no podían enseñarle nada de la magia, ni siquiera un libro porque no sabían dónde adquirirlos.

Harry estuvo temeroso por ser un monstruo, cosa que su padre Oso le quitó de la mente en cuanto Edward le dijo lo que su hijo pensaba de sí mismo.

Después de eso sintió felicidad al poder darle una explicación a las cosas extrañas que ocurrían a su alrededor.

El día que cumplió once años recibió una carta que cambiaría su vida para siempre. La lechuza marrón le dio la carta a Harry y después se marchó volando; el azabache tembloroso abrió la carta.

Querido Señor Potter,

Tenemos el placer de comunicarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.

Las clases comienzan el 1 de Septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente,

Minerva McGonagall,

Directora Adjunta.

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

UNIFORME

Los alumnos de primer año necesitarán:

Tres túnicas sencillas de trabajo (negras). Un sombrero puntiagudo (negro) para uso diario. Un par de guantes protectores (piel de dragón o semejante). Una capa de invierno (negra, con broches plateados).

(Todas las prendas de los alumnos deben llevar etiquetas con su nombre)

LIBROS

Todos los alumnos deben tener un ejemplar de los siguientes libros:

El libro reglamentario de hechizos (primer curso), Miranda Goshawk. Historia de la magia, Bathilda Bagshot. Teoría mágica, Adalbert Waffling. Guía de transformación para principiantes, Emeric Switch. Mil hierbas y hongos mágicos, Phyllida Spore. Filtros y Pociones mágicas, Arsenius Jigger. Animales fantásticos y dónde encontrarlos, Newt Scamander. Las fuerzas Oscuras. Una guía para la autoprotección, Quentin Trimble.

RESTO DEL EQUIPO

I varita. I caldero (peltre, medida 2). I juego de redomas de vidrio o cristal. I telescopio. I balanza de latón.

Los alumnos también pueden traer una lechuza, un gato o un sapo.

SE RECUERDA A LOS PADRES QUE A LOS DE PRIMER AÑO NO SE LES PERMITE TENER ESCOBAS PROPIAS.

Harry terminó de leer la carta en voz alta. No sabía cómo sentirse, su abuelo le había dicho que era un mago cuando se asustó de la magia accidental que hacía y pensaba que era un monstruo.

- Sabíamos que esto ocurriría- rompió el silencio Carlisle.

- Pero no sabemos dónde comprar éstas cosas.

- Lo averiguaremos Osita. Nuestro hijo estudiará magia... Si él quiere, claro.

Todos le miraron expectantes a su decisión.

- Me encantaría ir. Aprender cosas nuevas, pero tampoco quiero dejar mis estudios a medias- estaba indeciso.

- En verano podemos enseñarte todo lo que necesites. Iremos poco a poco, no hay prisa, al fin y al cabo el verano está para divertirse- dijo Esme.

- Bueno... Entonces me gustaría ir.

- Investigaremos dónde comprar todas estas cosas- afirmó Jasper.

Al día siguiente después de desayunar Harry se dirigió hacia el piano junto a Edward, el cual le iba a enseñar otra canción.

Poco tiempo después el timbre sonó. Esme fue a abrir, allí, en el umbral había una mujer con un moño estirado.

- Buenos días, soy la profesora McGonagall.

- ¡Oh! Pase por favor

La mujer pasó y escuchó una música muy bonita.

- ¿De quién es la canción?

- La ha compuesto mi hijo Edward.

- Así que es el que la está tocando.

- No. La está tocando otro de mis hijos, Harry.

- ¿Harry Potter?

- Harry Cullen. Le adoptamos legalmente.

- Sí, por supuesto. ¿Puedo verle?

- Claro.

Esme guió a la mujer hasta el piano. La profesora McGonagall observó a un adolescente con el pelo cobrizo y al lado a un niño de 11 años con el pelo azabache y revuelto.

La melodía era preciosa, pero no sólo era la canción, también era el pianista, tenía que admitir que era brillante. La melodía acabó.

- Muy bien Harry. Lo has tocado increíble.

- Gracias Ed.

Esme decidió intervenir en ese momento, sabía que su primer hijo se había dado cuenta de sus presencias desde el principio pero tenían que actuar como humanos.

- Harry cariño, han venido a visitarte.

Ambos se dieron la vuelta y a Minerva se atragantó con su propia saliva, los ojos del pequeño eran tan verdes como fue los de su madre, y se parecía muchísimo a su padre.

Llegaron todos los demás y se sentaron a escucharla. Minerva les contó todo sobre Hogwarts (lo necesario) y de cómo entrar al Callejón Diagón para que pudieran comprar todo lo necesario.

Después de que la mujer se fuera, discutieron sobre cuándo ir, tenían que ir a Londres para poder comprar todo.

Al final decidieron que pasarían allí el resto de las vacaciones de verano.

Continuar...........

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