Un giro inesperado

15. Necesito un abrazo

El cómodo ambiente en el que nos encontrábamos cambió tan rápido, que pronto me arrepentí de haber preguntado.

La sonrisa curvada que adornaba sus labios se esfumó cuando arrugó las cejas, haciendo más notoria la pequeña herida que dejó Matthew en una de ellas. No hubo rastro del Nicholas dulce de hacía un momento. Quizás... debí guardar en un cajón con llave mi curiosidad y abrirlo más adelante.

—Entiendo si...

—¿Quién fue ese alguien, Alice? —preguntó, lentamente. Me preocupó que pareciera estar conteniendo diversas emociones dentro de sí; la bruma en sus ojos lo confirmaba.

Me mordí el labio inferior, nerviosa. No quería mentirle, así que traté de hacerme la desentendida en un principio.

—¿Qué alguien?

—El que te mencionó el nombre. ¿Quién fue?

—No es nadie impor...

—Alice —masculló. Suspiré, dándome por vencida.

—Matthew.

Su mandíbula se apretó y cerró los ojos por un momento. Cuando decidió abrirlos la molestia era notable en ellos.

—¿Dónde lo volviste a ver?

—No lo vi, me envió un mensaje.

Respiró hondo, negando con la cabeza. Me era extraña la tensión en sus hombros y la seriedad que ahora denotaba; nunca se había comportado así conmigo.

—¿Qué más te dijo?

—¿Sobre Emily?

—Sí —contestó, frío.

—En... En realidad no dijo mucho. Solo la mencionó junto a algo sobre ti poniéndolo como el malo de la historia, pero ya no interesa. Entiendo que no desees hablarlo, lo... Lo capto. Siento si te molesté, no tienes por qué responder.

El ambiente pasó a ser incómodo cuando ninguna palabra brotó de sus labios por varios segundos. Mordí la parte interna de mi mejilla, sintiendo como mi pecho se llenaba de culpa por arruinar el agradable momento que estábamos teniendo. Debí cerrar la boca.

—No estoy molesto.

Que mintiera no me supo bien. Me resultaba un poco irracional que lo negara, su respuesta y actitud no coincidían.

—No tienes por qué men...

—No estoy mintiendo.

Lo miré con cautela cuando decidió acercarse un poco. Lucía cómo si estuviera buscando las palabras adecuadas para darse a entender.

—Estoy furioso —corrigió, disminuyendo el volumen de su voz—. Estoy furioso por el hecho de que ese imbécil siga teniendo algún tipo de contacto contigo, así sea por mensajes. Y me enfurece todavía más que por su culpa menciones el nombre de alguien que quiero mantener tan lejos de todo lo que es mi vida ahora —hizo una pausa—. Emily fue una persona en la que confié, Alice. Ya no lo hago y no volvería a hacerlo —terminó, contestando a mi pregunta inicial.

Miré mis pies, meditando la nueva información. La ambigüedad en lo que dijo dejó mi cabeza con más dudas que antes, más no me atreví a dejarlas salir. Nicholas y yo nos estábamos conociendo; él... no tenía la obligación de contarme algo que aún le resultaba espinoso exponer. Podía esperar, por eso di por concluido el tema limitándome a contestar la primera razón de su reciente enojo:

—Matthew fue mi mejor amigo hasta eso de los doce años, que fue cuando se mudó porque su padre consiguió trabajo en otro estado. No lo había visto desde entonces y ese día en el restaurante, luego de seis años, nos vimos otra vez —expliqué—. No sé qué pasó entre ustedes, Nicholas, tampoco debería ser algo que me incumbiera, así que no puedes pretender que no tendré contacto con alguien que fue tan especial para mí, cuando ni siquiera sé por qué no debería tenerlo.