7. Eres hermosa

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13 de noviembre, 2018.

—Eres una pésima amiga, que lo sepas.

Apenas podía escuchar la voz de Lucas, mi único amigo aparte de Stella, del otro lado de la línea. Había demasiado ruido dónde él estaba.

—¿Qué haces llamándome a esta hora? ¿No deberías estar dormido?

Por la diferencia horaria, sabía que en Londres aún no amanecía. Aquí eran casi las once de la noche. Sentada en el piso del living, rompí la regla de dormir a las diez porque quería terminar los narcisos que comencé a dibujar a carboncillo el día de ayer. Olivia ya dormía.

—Estoy en una fiesta —gritó del otro lado.

—¿Pensaste en llamarme en medio de una fiesta?

—Estaba feliz, bailando y bebiendo hasta la última gota de alcohol que me brindaron, Alice, hasta que de repente me vino a la mente lo mala amiga que eres.

—Estoy comenzando a ofenderme...

—¡Es que...! —El ruido incrementó del otro lado. Apenas escuché el final de su explicación—. Y solo por eso, te perdono momentáneamente.

—¿Qué? La música no me dejó escucharte.

—¿Sabes qué? Te reclamaré cuando vuelva.

—¿Te refieres a mañana?

—¿Mañana? ¿De qué estás hablando? Regreso en... —Solo se escuchó la música por unos largos segundos—. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mi vuelo parte en tres horas!

—Lucas...

—Oh, recontra mierda, tengo que irme. ¡Te quiero!

—Yo también te quiero.

—¡¿Qué!? —El bullicio no le permitió escuchar.

—¡Que también te quiero!

La llamada se colgó al mismo tiempo en que oí una puerta cerrarse. Nicholas estaba de pie junto a ella. Más temprano, mencionó que saldría con unos amigos.

Habían transcurrido tres semanas de su llegada.

No tenía quejas sobre él. No podría tenerlas cuando, incluso, desde hace dos semanas me estaba ayudando con las tareas de mi clase de Razonamiento Matemático, que literalmente, me estaban rompiendo la cabeza.

Descubrí que Dios sí fue bueno al obsequiarle las habilidades numéricas de las que a mí me hizo carecer.

Aun así su ayuda vino con una condición: debía ver con él las grabaciones de algunos partidos del Super Bowl tres días a la semana. Las palabras que utilizó para justificarse se parecieron a estas:

—Así comenzarás a apreciar la magia detrás del fútbol, corazón.

No tenía idea de por qué le interesaba tanto que me gustara el deporte, pero secretamente, lo estaba logrando.

Luego mencionó que me serviría para aprender lo básico antes de que empezáramos a practicarlo. De eso último me reí, porque no existía, no había forma en este mundo en la que él podría convencerme de hacer tal cosa.

Creí que con la ausencia de mi padre, todo esto de hacerme cargo de Olivia y al mismo tiempo lidiar con mis demás responsabilidades sería difícil, pero la realidad era otra: Nicholas lo estaba haciendo más sencillo.

Olivia y él habían desarrollado una relación más estrecha que la nuestra. En varias ocasiones, admito que sentí celos. Nunca había compartido a mi hermanita con nadie aparte de papá y todo esto se sentía muy nuevo, pero me agradaba escuchar las risas que le sacaba cuando estaban juntos.

Un giro inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora