Capítulo Tres: Artículo 272.
Despierto cuando los rayos solares pegan directamente en mi cara. Será un buen día. Aunque casi siempre he odiado el maldito sol en los ojos al despertar tengo un buen presentimiento, me levanto asegurándome de pisar con el pie derecho, hay que ser precavidos.Bostezo sonoramente, ayer casi no hice nada después de llegar, fue un día modo-zombie. Veo la hora, 5:30 am. Frunzo en seño, primera vez en la vida que me levanto tan temprano.
Relajada camino hasta el pasillo y entro al baño cerrando la puerta con seguro, repito, hay que ser precavidos.
Abro la ducha y me sumerjo en el agua artificial relajando mis extremidades, enjuago mi cuerpo con olor frutal de fresa, lavo mi cabello dejando el mismo olor a fresa en el. Termino, me seco y salgo hacia el pasillo.
Disfrutando de la soledad camino despacio. Normalmente a esta hora hasta el vecino está dormido. Entro en la habitación, me tiro directamente al armario buscando que ponerme. Otro puto día de clases. Saco un jeans rotos, una blusa grande color blanca con la frase ''Jodete'' escrita de color rojo. Me encanta. Alcanzo mis converse. Lista.
Bajo lentamente hacia la cocina con el teléfono en la mano. Entro a la cocina. Berta, mi nana, está preparando café.
-Mi niña, ¿Qué haces despierta tan temprano? -me regaña.
-Soy madrugadora nana -miento descaradamente.
Nana suelta unas enormes carcajadas. Ruedo los ojos.
-Si tu eres madrugadora yo soy superman -se ríe de su horrible chiste- bueno da igual -agrega cuando no me rio- ¿quieres café?
-No gracias.
Arrugas se le notan en la cara, nana siempre ha sido una madre para mí, la única que no me miente ni lastima en esta estúpida familia. Sus ojos grises y cabello negro mal pintado le dan un toque adorable. Vestida con su trapo de siempre se sienta a leer el periódico con café en mano. Adoro a esa mujer.
-Nana saldré a desayunar.
Ella frunce el ceño. Iba a contestar pero alguien le interrumpió.
-Hija, de aquí no te vas sin desayunar.
Me estremezco, la voz fría de mi verdadera madre hace notar la diferencia de cariño. Elizabeth llega trayendo con ella su aura de autoridad, control y finura. Sus pasos firmes y seguros se dirigen en mi dirección, me encojo en mi asiento al notar sus ojos azules oscuros molestos en los míos, su larga cabellera rubia natural cae en rulos perfectamente organizados, esta vestida con un pantalón bota ancha negro, una blusa blanca pulcra y un cinturón rojo fuerte en su cintura, los tacones resuenan en los azulejos del piso, toda ella muestra seguridad, autosuficiencia, reto y elegancia. Todo lo contrario a mí.
-Madre creo que ya soy mayor para tomar mis propias decisiones -le digo encarándola.
-Te he dado una orden Alice Alejandrina Keneddyd. -si lose, patético nombre.
-No creo que tengas el derecho para darme ordenes, si decido comer en la calle lo hare.
Ella me observa con furia. Creo que desate a la verdadera fiera.
-Mira niña del demonio estas colmando mi paciencia -sujeta mi brazo con fuerza. Les presento a mi madre.
-Tu bien lo dijiste bruja, soy la hija de un demonio.
Insultada me suelta, un golpe en mi mejilla me deja totalmente estática. Mi madre me ha pegado. Lagrimas se acumulan en mis ojos pero no las dejo salir. La idiota no se lo merece.
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Amor Ilegal
Romance-Tengo que alejarme de ti -susurre cerca de su boca, mi cuerpo burbujeando por nuestro acercamiento. -Lo sé.