Capitulo 9

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Capitulo Nueve: En mil pedazos.


Dan PDV

Necesitaba la aprobación de Lia por mi ropa, soy un asco con todo esto, necesitaba, aunque suene vergonzoso, ayuda femenina. Así que me encamine a su habitación y toqué la puerta.

-Pasa -gritó.

Bajé la mirada y entre a la habitación, la mía es muy diferente a la suya.

-Lia tengo que decirte algo... -corte abruptamente la frase. Bendito sea dios. Lia está sin ropa, bueno si con ropa, una pequeña lencería negra que se le veía tan fácil de quitar. Me sacó el aliento.

Su cuerpo es como un reloj de arena, jamás en mi vida había visto tan bellas curvas. Su piel blanca como la porcelana producía cosas en mi cuerpo que no quiero contar, me llamarían pervertido, aunque lo soy. Su pecho era del tamaño ideal para cualquier hombre, su cuello era tan tocable e irresistible. Joder. Esto no debe estarme pasando.

-¡Daniel! -gritó asustada.

Apenas la escuche, estaba muy ocupado en ver como el sostén realzaba su pecho, diablos es tan deseable. Ella me pilló mirándola, así que se colocó los brazos en el pecho para intentar taparse, lástima que le salió al revés y se alzaron más.

-Hey, mis ojos están por acá.

Parpadee sacándome de mi extraña ensoñación, mis pómulos se sonrojaron levemente. Qué pena.

-L-lo lo siento, es que... bueno... yo tenía que... ¿podrías por favor cubrirte?- titubee. Diablos, ella era la primera que logro ponerme nervioso en estas circunstancias, si fuera otra ya estaríamos teniendo sexo.

Logré ver por el rabillo del ojo que sonreía maliciosamente. Se estaba divirtiendo con esto.

-Ni que no me hubieses visto antes hermanito.

Y con esas palabras se dio media vuelta como toda una diva.

Rápidamente observé la parte trasera de su cuerpo. Dios, no debí hacer eso, su espalda es arqueada y pálida, pero al mismo tiempo me incitaba a tocarle, mis manos temblaban con anticipación. Y ni hablar de su trasero, estaba para comérselo, sus piernas largas y brillantes la deslizaron por la habitación hasta su cama, donde se encontraba un vestido rojo. Rojo pasión.

-¿Qué ibas a decirme hermanito? -dijo, haciéndose la inocente la pilla.

Alzó el vestido para colocárselo, lo que causo que su cuerpo se extendiera, y no por primera vez la imagine así en mi cama. Me lamí los labios.

La vi deslizarse en el pequeño y ajustado vestido rojo, su figura haciendo contraste con el mismo, se coloco unas cosas que no se que son con el vestido, dios sí que soy un asco para la moda.

-¿Me ayudas?

Parpadee impactado, ¿qué yo qué?

No, no puedo hacer eso, la miré algo atontado y al final decidí acercarme, a paso vacilante, debo parecer un tonto niño hormonado.

Caminé hacia ella deseoso de sentir su piel, la tomé de la cintura haciendo que breves choques eléctricos se esparcieran por mis manos, lentamente me acerqué hasta quedar a pocos centímetros de ella, dios olía delicioso, creo que es cereza o fresa, con mis labios en su oreja puse mi mano temblorosa y deseosa de ella en el cierre de su vestido, noté que está solo un poco arriba de su delicioso trasero, sálveme dios.

La otra mano no la pude controlar y la puse en su espalda descubierta, su piel es suave y cálida, me invitaba a tocarla, empecé, lentamente a subir el cierre de su vestido, deseando que el momento no terminara. Cuando termine baje mis manos por su cintura, sintiendo sus curvas, y de un rápido movimiento la puse delante de mí. Sus ojos grises chocaron con los míos, y simplemente pare de pensar, todo se me olvido, se fue al caño.

Amor IlegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora