Capítulo: 5.

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Salió de su cama en un movimiento un tanto veloz y descuidado, queriendo de esa manera que el sueño que lo tentaba a seguir acostado en su cama, se fuera lo más rápido posible para lograr así estar más activo desde ese preciso momento y no perder más tiempo flojeando, como lo estuvo haciendo hace nada con cierto chico de cabello rizado.

Odiaba con intensidad qué justo ese día su colchón se sentía más cómodo que de costumbre, realmente se le hacía muy molesto.

Cuando se levantó, sus movimientos fueron, por costumbre, bruscos, lo que causó que sintiera un punzante dolor en su tobillo, ya que su pie todavía no se había mejorado del todo de la semana pasada, cuando pateó mal por primera vez en bastante tiempo y perdió el puesto de capitán del equipo de fútbol.

Lindo recordatorio.

Aún dolía, por supuesto que lo hacía, pero no tanto como aquello que estaba conteniendo desde hace mucho tiempo. Y Louis podría jurar que nada, jamás, pudiera llegar a doler tanto como eso.

Sentía el dolor más que todo en su alma y la mayor parte de su corazón, claro que eso dolía más que un golpe en el tobillo.

Tomó su pie entre sus manos y lo acarició con cuidado y cierto cariño, como si eso fuera a hacer que no doliera cada vez que pusiera todo su peso en ese pie, cada vez que diera un mal paso o inclusive cuando pisaba mal sin recordar que no podía hacer eso temporalmente.

Lo soltó, llevándolo al suelo lentamente, pisando la alfombra bajo su pie un par de veces para asegurarse de que no dolía tanto como hace un momento, cuando confirmó que no era así, salió de la habitación en cortos pasos silenciosos sin siquiera molestarse en fijarse en si estaba descalzo o no.

Cerró la puerta con temor a que el sonido de ésta al ser cerrada resonara en todo el pasillo y se escuchara en toda la casa o dondequiera que estuviera Harry, no quería hacerle creer que había hecho lo que le ordenó hacer hace poco. No quería qué él siquiera pudiera llegar a pensar en eso o en nada similar porque, obviamente no fue así.

Miró a ambos lados del pasillo para confirmar que no había algún rastro del rizado en la planta para así poder seguir en lo que sea que estaba haciendo. Nada. Incluso las luces estaban apagadas.

Bostezó con flojera y sin querer comprenderá qué estaba haciendo a esas horas de la mañana. Se dirigió a las escaleras con pasos un poco en zig-zag porque el sueño aún lo tenía un poco mareado. Llevó una mano a su cara y empezó restregar uno de sus ojitos adormecidos, el sueño aún seguía ahí sobre él, intacto.

Se sobresaltó al ver a Harry sentado en una escalera, tenía las piernas dobladas hacía arriba, debajo de su barbilla, y la cabeza recostada sobre estas.

Agradeció que éste no se había percatado de su presencia.

Lo observó por unos segundos sin saber qué más hacer, buscando la manera de cómo llamar su atención sin pareciera que estuviera haciendo eso a propósito. Quería darle una señal de que estaba ahí, justo detrás de él, pero no sabía cuál o cómo.

Pidiendo a gritos ahogados una sola mirada de su parte. Aunque sea una rápida o apenas una ojeada, él solo quería sentirse visto, quería sentirse vivo, quería sentir que era alguien, quería sentirse bien. Y esa era la única manera.

Sin pensarlo dos veces o cuestionarse cómo se sentiría Harry al respecto, se sentó a su lado y le dió un codazo amistoso. Harry saltó en su lugar y levantó la cabeza para observar al chico que ahora estaba sentado junto a él.

Exchange Student • L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora