Capítulo IV: Sorpresa Inesperada

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— ¡No es lo que parece!

— ¡No es lo que parece!

Ambos habían gritado, para luego reír ante la mirada algo desconcertada de su rubio amigo.

Luego de un corto minuto, una sonrisa curiosa adornó el rostro de Eugeo.

—Y entonces — hizo una dramática pausa mientras secaba con una pequeña toalla su cabello rubio — ¿qué se supone que es lo que parece?

En silencio, los ojos castaños y los ojos grises de Asuna y Kazuto se cruzaron. ¿Qué se supone que debían responder?

—Es más, ¿qué hacen aquí? ¿Juntos?

Ambos volvieron a hablar al unísono, pero el sonido monosílabo era más un balbuceo sin respuesta. Era una extraña conexión la que tenían. Volvieron a mirarse apenados. Ambos traían sus ropas puestas y Eugeo ni siquiera los había visto salir de la misma habitación. Kazuto lo conocía demasiado bien, sabía que Eugeo, luego de levantarse con resaca, había salido de su habitación directo a su baño a darse una ducha.
Kazuto se reprochó mentalmente haber sido tan infantil, pero al mirar nuevamente a Asuna, una tierna sonrisa se dibujó en sus labios.

« ¿Hace cuánto no me sentía tan alegre? »

Aquel pensamiento lo calmó de algún modo.

—Anoche hubo un apagón. — Kazuto comenzó diciendo, mirando a Asuna y luego volviendo a mirar a su amigo. — Nuestros celulares se apagaron y creí peligroso salir, así que le dije a Asuna que debíamos quedarnos aquí. Ella ocupó la habitación de invitados, yo me quedé en el sofá.

Mintió, a su mejor amigo y ni siquiera entendía por qué. Asuna le desvió la mirada, le era muy complicado mentir de esa manera tan descarada, aunque entendía que lo había hecho más que por él, por ella misma.

Asuna sabía por Eugeo que Kazuto había sido desde niños su mejor amigo. Eugeo no solo lo quería, sino que lo admiraba, ella lo notaba en la manera que se expresaba de él. Ese era el motivo por el que no quiso mirarlo cuando mintió, sentía algo de culpa por eso.

—Estááá bieeen.

El tono gracioso de Eugeo al alargar las palabras, rompió la tensión en los hombros de Kazuto, quien aclaró su garganta y le volvió a hablar.

—Ve a vestirte. Llevaré a Asuna a su casa.

—No es necesario, gracias. Tomaré un taxi.

—No, claro que es necesario.

—No, Kazuto, estaré bien.

—Ejem. —Eugeo carraspeó interrumpiéndolos. — Yo los llevo a ambos.

Rascaba su mejilla mientras los miraba. Sentían que trataba de ver más allá, pero eran solamente sus percepciones. Eugeo no miraba más allá de lo que no había, muy en el fondo, Kazuto sabía de su inocencia en ciertos temas a pesar de su edad y aunque realmente la noche anterior, entre él y Asuna no había pasado nada, no podía ignorar el coqueteo implícito y todas las sensaciones de su cuerpo por ella. Aunque fue más fácil para su mente, fingir que todo había sido una consecuencia del alcohol.

—Aunque me alegro que ya se conozcan y lleven bien.

El risueño rubio les mostró una sonrisa amplia, ajeno completamente al ambiente que parecía electrificado entre ellos.

—Kazuto, te presento a nuestra nueva relacionadora pública.

— ¿Qué?

— ¿Qué?

Aunque los dos respondieron con un tono bajo, en sus rostros podía verse el asombro de lo que Eugeo les había revelado.

Kazuto era el dueño y jefe de una empresa de Publicidad; Eugeo era su gerente de recursos humanos y ante la expansión de nuevas sucursales por varias ciudades de Japón, habían conversado hace un mes de la necesidad de contar con un profesional que se dedicara solamente a las comunicaciones de ellos no solo con las demás plazas, sino también, con el público y empresas que los contrataban.

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