Capítulo XIV: Fue un Error

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¿Qué hacían? Esa pregunta quedó en el aire, con las luces volviendo, aunque para Asuna, todo era más oscuro que nunca. Ella había besado a su jefe, un hombre casado. Se sentía realmente mal por aquello.

—Lo... lo siento...

Kazuto murmuró mientras sostenía los brazos delgados de Asuna con pertenencia, pero sin dejar de temblar. Es que ese beso había remecido todos sus cimientos, todo su mundo dio un vuelco en solo un toque de los labios de ella. Era la primera vez que su corazón reaccionaba así y, no era solamente su corazón, era todo de él.

Aunque ni todo eso que había sentido podía cambiar la realidad: él era casado y Asuna estaba demasiado consciente de eso.

—Soy yo la que lo siente... estaba asustada y busqué en ti refugio... no volverá a pasar.

Luego de la última palabra, se alejó de inmediato de él, sin llegar a mirarlo a sus ojos, tomó su bolso y el móvil, saliendo rápidamente de la oficina. Quería borrar de su mente todo lo que había pasado, obviar la culpa y meterse en su cabeza que ese beso había sido un completo y absurdo error que no volvería a pasar.

Pero era una total mentira. Ella lo había disfrutado demasiado para haber sido solo un error. Debía dejar de ocultárselo, Kazuto le gustaba y eso, de por sí, resultaba en un peligro que ella no estaba completamente segura de no volver a caer.

Kazuto era otro caos en proceso, la miró salir casi corriendo por su lado sin decir nada más. Luego de unos segundos de estupefacción, reaccionó desordenándose el cabello negro con las manos y terminando por correr tras ella.

« ¡Carajo!»

Pensó justo en el momento en que el elevador se cerraba con Asuna en medio, de espaldas a él. Su cabeza permanecía gacha y verla lo hizo sentir un miserable. ¿Qué había hecho?

Comenzó a correr escaleras abajo. Agitado, no podía quitar de su boca el sabor de ella y entre más lo pensaba, más sentía que ese contacto se volvería una adicción, si es que ya no lo era, porque todo en Asuna le fascinaba.

« ¡Maldita sea! ¡Maldita sea!»

Bajaba lo más rápido que podía y aunque hacía regularmente ejercicios, lo cierto era que todo lo que venía arrastrando en su vida, repercutía en su estado físico. Cuando llegó al primer piso, no logró ver a Asuna por ningún lado. Salió a la calle que por la hora ya estaba demasiado oscura y silenciosa. Jadeó apoyando sus manos en sus rodillas y a pocos metros, divisó la cabellera castaña de ella. Asuna estiraba su mano para hacer parar un taxi en la esquina de la avenida.

— ¡Asuna!

Alcanzó a oír la inconfundible voz de Kazuto. Enrojeció al verlo y frunció sus labios, mordiéndolos inconscientemente. Sus ojos avellana estaban aguados.

—Perdóname... Asuna, tenemos que hablar.

—No, no hay nada que hablar, fue un error, lo sé... solo quiero ir a casa.

Ella se notaba afectada, algo en el pecho de Kazuto se apretó, quería abrazarla y consolarla, pero sobre todo, volver a besarla.

—Asuna, mírame...

Se acercó a ella, alcanzando a acariciar su mejilla roja. Asuna cerró sus ojos sintiendo el calor de la palma de Kazuto.

Pero era prohibido, él estaba prohibido para ella.

Ese pensamiento la hizo dar un paso atrás y mirando a sus ojos grises, sin decir nada, subió al taxi que la esperaba y antes de partir, le musitó un "Lo siento", que a Kazuto le pareció oírlo tan solo con el movimiento de sus hermosos labios que había podido probar.

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