Un peligro inminente, eso eran. Aunque los dos trataran de negarlo en sus mentes. El cuerpo no mentía, la postura, incluso la forma en la que respiraban, esa sutil sonrisa con la que Kazuto la miraba y la manera en que Asuna reaccionaba inconscientemente, moviendo un poco más su boca, un poco más sus piernas.
Él estaba atento a Asuna. Sus gestos le fascinaban; arrugaba levemente su boca antes de hablar y algunas veces, mojaba sus labios sutilmente. El sonido era melodioso y continuo. Movía sus manos mientras hablaba de su proyecto de trabajo y sus ojos castaños brillaban, realmente le gustaba verla entusiasmada con lo que haría.
—Me agrada tu iniciativa.
Mencionó en un tono algo ronco, aclarándose la garganta y tragando el líquido en ella. Asuna respondió casi de igual manera, evitando esa directa mirada gris.
—Gracias. Espero aportar.
—Lo harás. Bienvenida, Asuna.
Ambos se pusieron de pie, dándose las manos. Aquel roce había sido formal, pero lo que habían sentido estaba muy lejos de serlo.
Era eléctrico. Un escalofrío que cosquilleaba desde la base de su columna hacia arriba mientras se sostenían las manos. Mirarse a los ojos casi quemaba, Kazuto podía sentir el lento palpitar de su corazón acelerándose mientras incontables segundos avanzaban.
Kazuto se preguntó si alguna vez Alice le había hecho sentir eso, aunque rápidamente sacudió esos pensamientos. Creía que no había una razón para seguir por ese camino; Asuna sería una trabajadora más en su empresa y si ella se lo permitía, quizá una buena amiga.
Una extraña mueca se formó en sus labios y Asuna lo notó, mas antes de preguntar, dos golpecitos sonaron en la puerta. Era como si hubiesen roto algo, así lo sintieron y se alejaron en simultáneo un paso atrás.
Una joven chica de mediana estatura entró en cuanto Kazuto había mencionado la palabra "pase". Le entregó algunos papeles en una elegante carpeta negra y luego mencionó:
—Sr. Kirigaya, está lista la oficina de la Srta. Yukki.
—Gracias, Keiko. En un momento la llevaré yo mismo.
Asintió y salió.
El silencio volvió entre los dos.
—Bueno, como oíste, vamos para que puedas instalarte.
Asuna le sonrió abiertamente, con sus mejillas levemente sonrojadas. Era impresionante el contraste de candor con esa manera provocativa que tenían sus ojos al mirarlo.
«Y otra vez olvido cómo respirar por ella»
Aclaró una vez más su garganta, aflojando tan solo un poco su corbata.
—Bien, vamos.
Abrió la puerta para ella. El pasillo amplio tenía como fondo la oficina de Kazuto y la primera al otro extremo, sería de Asuna. La escoltó el breve trayecto poniendo su mano en medio de la esbelta espalda de ella, pero sin llegar a tocarla. Aunque no había contacto, su mano emanaba un calor que aceleraba la respiración de Asuna y para Kazuto, aquella figura y pequeña cintura provocaban algo similar.
«Cálmate, no la toques, solo cálmate»
No sabía si era efecto de esa obligada abstinencia a la que lo sometía su esposa, o esa dulce fragancia que se desprendía de Asuna, o tal vez, el exótico color de su cabello largo, muy largo que seguramente cubriría por completo esa hermosa silueta, o sus ojos como atardecer que componían el detalle perfecto de sus delicadas facciones. Quizás era todo. Lo cierto es que lo embriagaba, aunque él quisiera negarlo.
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¿Llegaste Tarde?
FanficKazuto es un hombre exitoso, casado pero increíblemente infeliz. Vive en una monotonía que llena sus días y vacía sus noches. Es entonces cuando la conoce. Ella es alegre y coqueta por naturaleza. Es un romance prohibido, ambos lo saben, pero ¿podrá...