Capítulo 1

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-Necesito dinero. -afirmé mientras entraba a la pequeña cocina del departamento.

Francis estaba de pie a un lado de la isla sirviendo café en su adorada taza de Mafalda. Aun no entendía cómo un hombre que ya comenzaba a pisar los treinta podía tener tal fascinación por una tonta caricatura pero allá él, luego de conocerlo por cinco años deje intentar encontrarle respuesta a ese tipo de cosas.

Mirándome sobre el borde de su taza, el rubio elevo una ceja con diversión-. Trabaja.

-Si pudiera conseguir un maldito trabajo lo haría –me queje mientras tomaba una taza y me servia mi dosis de cafeína diaria- ¿Como es posible que no haya un estúpido puesto de trabajo en todo Londres?

-¿Ya te paseaste por todo Londres?

-No -rodeé los ojos-. Es una expresión.

Volteandome, me dirigí a la mesa y jale una de las sillas para dejarme caer sobre ella. Francis me miró con su típica sonrisa de come mierda pegada en su rostro pero por suerte se abstuvo de soltar uno de sus comentarios. Iba vestido con un traje negro, el cual identifique como su uniforme de trabajo. Personalmente agradecía no haber decidido ser chófer, la vestimenta era un asco.

-Deja de mirarme de esa forma se quejo mientras dejaba su taza en el fregadero-. Espero que consigas trabajo, tus padres no van a mantenerte de por vida.

-Ni que lo digas -hice una mueca bebiendo un trago de mi café-. Me llamaron ayer en la noche, dijeron que si no consigo un trabajo será mejor que mueva mi trasero a Wolverhampton para comenzar a trabajar en el negocio familiar.

-¿La tienda de muebles de tus padres? -podía escuchar la burla en su voz aun cuando no podía ver su rostro ya que estaba de espaldas- ¿Vas a trabajar allí?

-Espero no tener que hacerlo. -exagere un temblor.

-Pues no lo hagas -se volteo, apuntándome con su dedo-. Sería un dolor en el culo tener que buscar a otro compañero de apartamento que soporte mis manías.

-Oh gracias, pensé que me querías no solo por soportar tus gritos de ballena herida cuando te bañas.

-Te he dicho mil veces que no me espies, Payne -bromeo-. Sé que te sientes atraído por mi pero eso es acoso.

-¿Porque no te vas a trabajar, imbécil? Estoy seguro de que tu señorito está esperando por ti.

-Intenta encontrar un trabajo, Liam –volvió a pedir-. Voy a extrañarte si debes irte.

-No me iré -afirme, dándole un guiño-, aunque tenga que trabajar de niñera conseguiré algo.

Él asintió lentamente mientras pasaba a mi lado.- Nos vemos en la tarde.

-¡Adiós!

Escuché la puerta principal cerrarse cuando Francis salió de la casa. Estaría solo allí todo el día y no tenía una maldita idea de que podía hacer. Claro, podía salir a buscar trabajo pero no se me ocurrían muchos lugares a donde ir. Había recorrido todos los malditos clubes de Londres en busca de algo, no me importaba si tenía que hacer de mesero, solo quería un trabajo pero al parecer todos se habían puesto de acuerdo para rechazarme.

Mi celular comenzó a sonar y lo tomé del bolsillo de mi pantalón pijama. La foto de mi mejor amigo parpadeaba en la pantalla. Era algo sorprendente que Niall estuviera despierto tan temprano por lo que decidí atender su llamada.

-Liam, tengo un problema muy jodido. -soltó. Suspiré, estaba aburrido de recordarle al chico la existencia del saludo por lo que ignoré la falta de este.

-¿Qué sucede, rubio?

-El tejado de mi vecina se rompió y me ofrecí a arreglarlo, me pagará. -dijo todo tan rápido que me sorprendió que no se desmayara.

-¿Y eso es malo, porque...?

-¡Por qué no sé como arreglar un puto tejado!

Reí entre dientes.- ¿Porque te ofreciste entonces?

-No lo sé –suspiró-. Es que es un ancianita tan simpática y el nieto está tan bueno que bien, se me escapó. ¿Puedes venir?

-A ver si entiendo. ¿Quieres que vaya allí y repare el tejado mientras tu miras al nieto de la pobre señora?

-Exacto -rió- ¿En cuanto puedes llegar?

-Quiero la mitad de la paga y estaré allí en veinte minutos.

-Te doy todo el dinero si puedes estar aquí en diez –soltó-. Josh esta nadando en la piscina y no sé cuanto tiempo estará allí dentro.

-Controla tus malditas hormonas, Horan. -reí.

Niall hizo un sonido extraño desde el otro lado antes de cortar la llamada. Tomando los últimos tragos del oscuro líquido, dejé la taza en el fregadero y me dirigí a mi habitación para cambiarme. No me daría tiempo para una ducha pero tampoco olía tan mal. Enganchando un par de jean oscuros y una camiseta gris, me cambie rápidamente y corrí escaleras abajo. El sol estaba brillando fuertemente cuando subí a mi auto y lo puse en marcha. La casa de Niall no quedaba muy lejos por lo que no demoré mucho en llegar allí.

El daño era grande.

Un puto cráter en el techo.

Por suerte pude terminarlo rápidamente a pesar de tener a un Niall caliente a mi lado que no despego sus ojos del patio trasero de la casa, donde se encontraba la piscina, en todo el tiempo que estuvimos allí y no, no ayudo en nada tampoco. La señora Devine, una mujer regordeta y de mejillas sonrojadas, nos pagó una buena cantidad por el trabajo pero no era suficiente para pagar mi parte de la renta y eso me tenía preocupado. Podía pedirle dinero a mis padres pero para mi eso era caer demasiado bajo. No quería verme obligado a volver a casa y mucho menos trabajar en la tienda de muebles. Eso no era para mi.

-Encontrarás algo -aseguró Niall mientras caminábamos hacia mi auto-, tú siempre te las arreglas.

-Espero que tengas razón, no quiero tener que irme a vivir con mis padres -hice una mueca de asco-. Sería vergonzoso volver allí ahora que tengo veinticuatro años.

-Vivirías en el sótano. –se burló.

Rodeé los ojos, enseñándole el dedo medio mientras caminaba sólo lo pocos metros que me quedaban hasta donde estaba estacionado mi auto. Mi teléfono comenzó a sonar en mi bolsillo cuando metí la llave en el encendido, sin mirar el identificador me lo llevé a la oreja y atendí.

-¿Has conseguido algo ya? -preguntó Francis desde el otro lado.

-No –negué, acabo de arreglar el tejado de la vecina de Niall y me pagaron pero nada duradero.

-¿Hablabas en serio esta mañana?

-¿Con qué? -fruncí el ceño, observando la calle a través del parabrisas.

-Sobre lo de ser niñero, ¿estabas hablando en serio?

Chasqueé la lengua-. En este momento me sirve lo que sea.

-Entonces tengo el trabajo perfecto para ti -aseguro.

-¿Que?

-Mi jefe está buscando un guardaespaldas para su sobrino –soltó-. Sería un trabajo de veinticuatro horas, ya que deberás estar a la orden a todo momento, pero ofrece una buena paga.

-¿En serio crees que soy capaz de cuidar a otro ser humano?

Hubo un silencio bastante largo desde el otrolado antes de que Francis suspirara y con voz segura, dijera: -Eres perfectopara el trabajo

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