Capítulo 35

846 110 20
                                    

-¿Ma-mañana? -tartamudee, aferrandome al teléfono pegado en mi oído.

La cabeza de Zayn rebotó hacia arriba, mirándome con los ojos enormes desde el sofá de la sala. Las enormes orbes ámbar, tan expresivas como siempre, denotaban la sorpresa que yo mismo sentía mezclada con una fuerte dosis de tristeza.

-Si, Liam -el profesor Mason aseguró-. Necesito que comiences la capacitación lo antes posible, tengo grandes planes para ti y me gustaría comenzar ahora mismo.

Me dejé caer en el sofá de un cuerpo, pasando una mano por mi rostro sin poder encontrarme con la mirada de Zayn. Esto no era lo que había estado esperando cuando llamé al profesor para aceptar el puesto de aprendiz que me ofrecía. Mi idea era irme en una semana. Siete días completos que aprovecharía para despedirme de Zayn, y ahora el hombre estaba diciéndome que sólo tenía veinticuatro horas con mi prometido antes de subir a un maldito avión y colocar un océano entre nosotros.

-¿No puede esperar un par de días? -mi voz se arrastro, como si estuviese rogando-. Solo unos días.

-Me gustaría decirte que sí, muchacho –suspiró-. Pero la verdad es que un amigo mío estará en la ciudad por unos pocos días y tenía la esperanza de que pudiera pasarte algo de conocimiento ya que también es profesor.

-Entiendo –lo entendía pero no lo aceptaba-. Yo... yo no sé si-

Zayn, quien había cruzado la sala sin que me diera cuenta, arrebató el aparato de mi mano y lo llevó a su oído. Sus ojos me miraron con el brillo de las lágrimas en ellos-. Él estará en ese avión mañana, se lo aseguro, profesor. -escuchó un segundo antes de asentir-. Me aseguraré de que lo haga, no se preocupe.

Unas palabras más antes de cortar y arrojar el teléfono hacia el sofá donde había estado sentado. El aparato rebotó un par de veces sobre los cojines antes de quedar atascado entre el respaldo y el asiento. Me centré en mirar el estupido aparato negro, intentando asimilar lo que habia sucedido en un espacio quince minutos

Me iría. Me subiría a un maldito avión en veinticuatro horas y dejaría todo atrás.

Podía engañarme diciendo que en un año volvería pero todos sabíamos que en el correr de ese tiempo las cosas cambiarían. Volvería, pero tendría que rearmar mi vida nuevamente aquí. De cero, como cuando tenía dieciocho años y la cabeza llena de sueños universitarios.

El peso de Zayn se deslizó sobre mi regazo de forma lenta y pausada. Su pequeño cuerpo acomodándose a horcajadas sobre mis piernas, sus finos brazos enredándose en mi cuello suavemente. Mis manos automáticamente rodearon su cintura antes de que echara la cabeza hacia atrás y mirara sus ojos húmedos.

-Te amo. –suspiró mientras bajaba la cabeza y unió nuestros labios.

Me hundí en la sensación de tenerlo entre mis brazos, adorando el ligero peso y el calor de su cuerpo contra el mío. Encajabamos, habíamos sido hechos para estar juntos y era una mierda absoluta el que tuviera que abandonar esa dulce sensación para poder cumplir mi sueño. El pensamiento de llevarme a Zayn conmigo volvió a mi mente mientras sus labios se abrían y me hundía dentro de la húmeda caverna de su boca. Pero no podía hacerle eso a él, no podía quitarle todo lo que con tanto esfuerzo había logrado.

Mi bebé había recorrido un largo camino en muy poco tiempo y ahora era el momento en que yo debía dar un paso a un lado y dejarlo caminar con sus propios pies. La conversación en la oficina de Adam rebotó en mi mente. La palabra "dependencia" de la que el hombre me había advertido brilló como un cartel luminoso y aunque en un principio pensé que había sido con respecto a Zayn, ahora me daba cuenta de que el que se había vuelto dependiente era yo. A los besos, a las sonrisas y al sonido de la voz del moreno.

Los dedos de Zayn se deslizaron por mis hombros hasta los botones de mi camiseta, cada pieza plástica fue liberada de su respectivos ojales hasta que las palmas de sus manos se apoyaron sobre mis pectorales antes de enredarse en el vello de mi pecho. La inseguridad que Zayn había tenido cuando lo había conocido parecía haber re aparecido.

-Lo harás bien sin mi, bebé. –suspiré en su oído, realmente creyendo mis palabras.

-Me moriré sin ti. –sollozó.

-Creo que soy yo el que no podra vivir sin ti, mi niño mañoso.

Los sollozos le siguieron a esa declaración mientras ambos nos esforzabamos por quitar la ropa de nuestro camino. Besé cada trozo de piel que alcancé, susurré cada palabra de amor que conocía y acaricie cada rincón de su cuerpo, atesorando la sensación debajo de mis palmas. Las lágrimas se mezclaron con el sudor mientras nuestros cuerpos se rozaban como si fuesen la misma cosa.

No nos importó no llegar hasta la cama, no cuando nuestros cuerpos finalmente se fundieron en uno. Los gemidos de Zayn hacían eco con los míos, entremezclados con palabras de despedida que ninguno de los dos quería pronunciar y que se perdieron entre cada estocada de mis caderas. Un día sin esa sensación de tener mi mundo entre mis brazos era demasiado para mi, no quería pensar lo que sería estar un año sin ella.

Las pestañas húmedas, la piel de bronce perlada con sudor y los gemidos escapando entre los suaves labios rosa. Besos suaves se perdieron en un grito cuando el clímax nos alcanzó a ambos al mismo tiempo, golpeandonos como un rayo en plena tormenta eléctrica. Escalofríos recorrieron mi cuerpo.

Nuestras miradas se encontraron, aturdidas y cansadas pero con el amor aún brillando en ambas.

Francis nos encontró aún enredados en la alfombra y tuvo una de sus típicas escenas sobre cuán obscenos eran los jóvenes de hoy en día. Toda sus risas y dramas murieron cuando le informamos sobre mi vida, el rubio lloró y prometió patearme el culo si no se me ocurrió volver a verlo al menos una vez en ese tiempo. Sonreí, intentando no comprometerme en algo que tal vez no podría cumplir.

Esa noche dormí enredado con Zayn y le conté miles de cuentos distintos que hablaban de amores invencibles. Mamá lloró por horas en el teléfono cuando le informé de mi viaje, papá me deseo un buen viaje aun cuando también parecía a punto de llorar. Harry, Louis y Niall lograron alcanzarnos en el aeropuerto mientras estrechaba a Zayn entre mis brazos e intentaba no desmoronarme cuando veía todo lo que dejaba atrás y pensaba en todo lo que cambiaría en mi tiempo fuera.

Tal vez Harry maduraria, aunque dudaba que si en veintidós años no habia sucedido un año no haría la diferencia pero de todas maneras, sentía que podía hacerlo. Louis se haría más tatuajes y habia probabilidades de que Niall tuviera su primer relación seria y yo no estaría para burlarme de él. Dios, la gente tenía razón sobre que las despedidas siempre hacían que te sintieras melancólico.

Enganchando mi mochila en el hombro, escuché una vez más el llamado de mi avión por los parlantes. Miré con un intento de sonrisa a la pequeña congregación que había llegado a despedirme. Hasta Adam y Nani estaban allí, y ni que hablar de Francis que lloraba a mares como si estuviese despidiendo a su hijo para que vaya a la guerra.

Suspiré-. Nos vemos en un año.

-Aquí estaré. –aseguró Zayn.

Dejando un último beso en sus labios, me voltee y caminé hacia el pasillo para subir al avión, dando una última mirada a mi pequeña familia sobre mi hombro antes de las que puertas se cerraran detrás de mi. 

Brave |Ziam|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora