Epílogo

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Dos años después...

-¿Es la primera vez que viajas?

La delgada chica sentada a mi lado, me miró con sus enormes ojos marrones llenos de curiosidad. No podía tener más de dieciocho años y por su pálida expresión presentí que estaba hablandome sólo porque tenía cierto temor de estar sobre un avión. A pesar de que su cabello caía castaño sobre sus hombros, sus ojos expresivos me recordaban tanto a Zayn que me encontré sonriendole sin darme cuenta.

-No, no es la primera vez -acepté-. Pero de todas maneras odio hacerlo.

-¿Por qué lo haces entonces? -su voz sonaba tranquila pero los dedos aferrados al apoya brazos me dijeron que no lo estaba.

-Vuelvo a casa -miré por la ventana, observando el paisaje que Inglaterra representaba.

Ella me miró un segundo-. Oh -dijo-. Supongo que estás feliz, ¿cuánto tiempo estuviste fuera?

-Dos años -contesté-. Aunque siento más miedo que felicidad, realmente.

Eso logró captar totalmente su atención y sus dedos se aflojaron-. ¿Miedo de que?

-De haber perdido lo que dejé atrás -hice una mueca-. Se suponía que solo estaría fuera un año pero surgieron cosas, posibilidades que me ataron a Estados Unidos -giré la pequeña alianza que rodeaba mi dedo-. Temo haber perdido lo que dejé aquí por ello.

El miedo se había aferrado a mi pecho durante demasiado tiempo. Había perdido el total contacto con Zayn desde hacía varios meses y no lo veía hacía más de un año, desde la última vez que había ido a New York a visitarme. Sus viajes eran cortos y normalmente solo duraban un par de días antes de que se viera obligado a volver a Londres pero siempre aprovechamos cada minuto de nuestro tiempo juntos.

Entonces el jodido trabajo se había puesto entre nosotros. Había conseguido un trabajo en una universidad privada de N.Y. y me había cegado tanto la euforia del puesto que ni siquiera me di cuenta de que las llamadas de Zayn se hacían más aisladas unas de otras y demasiado cortas hasta que estas dejaron de llegar. Ignoré ese hecho al principio pero no podía hacerlo más.

Había sido egoísta con la única persona a la que había llegado a amar más que mi vida y comprendería si Zayn me alejaba cuando llegara a Londres pero al menos debía intentarlo. Ya nada me quedaba en Estados Unidos, no después de haber renunciado al puesto y prácticamente correr al aeropuerto. Mi estupidez podría haberme quitado lo mejor que me había sucedido en mucho tiempo.

El cartel luminoso comenzó a parpadear, informando que debíamos abrocharnos los cinturones para el aterrizaje. Sacudiendome de mis pensamientos, hice lo pedido y me recosté en el asiento. Los dedos temblorosos de la chica lograron hacer click en el seguro antes de que volviera a centrar su atención en mí.

-Mi papá suele decir que no hay fuerza en la tierra que pueda destruir un amor verdadero-. pareció meditar sus palabras unos segundos-. Supongo que no está equivocado ya que lleva junto a mi otro papá más de veinte años.

Miré a la chica y sonreí-. ¿Alguna vez se separaron?

Asintió-. Mi papá es artista -rió un poco-. Algo irónico ya que yo no puedo dibujar un muñeco de palitos sin que se tuerza. La cuestión es que viajaba mucho pero cuando volvía a casa era como si nunca se hubiese ido, el amor entre ellos era casi palpable... aún lo es.

El avión finalmente aterrizó unos minutos después y pronto los pasajeros comenzaron a descender. La chica a mi lado se puso de pie y tomó su mochila antes de dirigirse a la salida con paso ligero, como si alguien estuviese corriendo detrás de ella. Parecía que el solo hecho de estar dentro de un avión le hacía mal.

Brave |Ziam|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora