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『 Mevie』
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La noche llegó, Mal acababa de levantarse del tocador, luego de haberse aplicado maquillaje y de haber elegido planchar su largo cabello purpura. Se paró frente al espejo, viéndose la ropa de encaje oscuro que llevaba y entonces suspiró, ni siquiera sabía si aquello iba con ella.
Pensó en faltar la fiesta, no tenía ganas, ni siquiera ánimos de fingir una sonrisa más, pero era la nueva Mal, la linda y amigable Mal, quien encantaba a todos con su carisma. Después pensó en Evie, quien la tenía con el mundo de cabeza, no entendía por qué se prestó para que sucediera semejante cosa. Si Evie es diferente a ella, ¿no? Es dura y hasta mala. Evie era lo peor que había en Auradon, porque solo pensaba en sexo y solo pensaba en lo que sus jodidos deseos anhelaran.
Y por esa misma razón, supo que no podía vivir así cuando tenía una vida propia y cosas por las cuales ocuparse. De cualquier forma, Evie no tenía remedio, mucho menos se quería dejar ayudar. Todo se aclaró más, después de que recordó la marca en el cuello de Evie. Pensó en ser "egoísta", pues Evie no era la única que pasaba por cosas malas. Mal también la pasaba mal.
Esa fue la excusa para ir a esa fiesta, con un vestido corto y rosa pastel, zapatillas blancas y pendientes, y como toque final, perfume con olor a flores. Lucía hermosa, tanto que hasta se quedó vacilándole frente al espejo. Subió sus manos hasta sus senos para apretarlos, hasta bajar de vuelta por sus costados y llegar a sus glúteos bien formados. Tenía buen cuerpo. Se sentía muy femenina, y eso estaba bien, ¿no?
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En el mismo momento, pero en otro lugar, Evie estaba acostada sobre su cama, viendo a la nada mientras se debatía en si ir o no a aquella fiesta. Cierto era que le dijo a Jay que no, pero al recordar que Mal estaría allí, y que quedaron mal luego de la escuela, algo le removía dentro de su encogido corazón. Además de que por más que deseaba olvidar a su amiga como a sus otros viejos amigos, no podía, pues Mal siempre se llevaría un lugar especial. Algo que siempre estaba dentro de Evie por más dura que fuera.
Cerró los ojos tratando de olvidarse de todo, hasta que aquella sensación que abatía su pecho volvió a atacar, haciéndola sentirse asfixiada y a su cuerpo sudar. De pronto recordó de aquella piel y de aquellos labios que hace no tanto probó. Los deseos de Evie cada vez se volvían más incontrolables, y se preguntaba si Mal había estado sintiendo algo cerca de lo que ella sentía. Porque, aunque no fuese así, Evie no quería renunciar a ella.
Pero el punto medio en Evie para hacerlo, para arriesgarse y tirarse al precipicio por ello, era pensar en que quizá luego de aquello nada volvería a ser igual entre ella y Mal. Y no necesariamente Evie necesitaba de su aprobación, era que Mal siempre sería ese desertor que siempre volvía a bombear un poco en su corazón, cosa que Evie sentía por más oscura que fuera.
Dio un brinco de la cama, si se quedaba en casa iba a terminar en la maldita locura. Entró al armario, antes de salir con unos jeans oscuros, botas y un abrigo azul entallado al cuerpo, que le quedaba sin duda alguna espectacular. Caminó frente al tocador y entonces se intentó arreglar el cabello, por último, se pintó los labios color vino y se echó de aquella fragancia, a diferencia de Mal, con olor a manzanas.
Entonces salió del castillo.
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—Mal... —Harry tocó la puerta, había llegado por ella.
—Voy. —La chica suspiró, viéndose una última vez antes de acomodarse el vestido. Pensó en cambiarlo y elegir otra cosa más morada, pero ya no había tiempo. Tomó su bolso y caminó hasta la puerta, besando a su chico en los labios y saliendo con él.
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EVIE | Princesa Malvada (+18)
Novela Juvenil«Ella haría lo que fuera por cumplir su mayor deseo: tenerla entre su cuerpo y sus sábanas azules». • Historia Mevie y original • • Fanfic • Contenido sexual y adulto • • Para mayores de 18 (No entres si no eres mayor)• • Los personajes no son míos...