𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟑

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Mevie

¿Qué estaban haciendo?

Evie había arrancado la blusa de Mal, besando ahora entre sus pechos vorazmente mientras Mal se sujetaba a los costados de la barra con fuerza; jadeando y sin poderse contener de la sensación que sentía recorrerle por todo el cuerpo y en especial entre las piernas. Poco a poco Evie deslizaba las manos por sus muslos hasta llegar a sus bragas, donde tiró de los elásticos a sus costados para azotarla con ellos.

—¡Evie!

Pero no paró de besarla, esta vez bajo una mano para acariciar encima de sus bragas, presionando luego con dos dedos y en círculos encima de su clítoris hinchado una vez lo sintió.

—Solo un poquito... —su voz ronca sollozaba contra su casta piel.

Mal se erizó y las manos de Evie acariciaron de sus caderas, antes de bajar de sus bragas lentamente, ocasionando así, que Mal las cerrara del sonrojo y la pena que sentía por estar tan expuesta.

—Nunca he hecho esto.

—No tengas miedo, te va a gustar.

Mal solo asintió, cuando Evie comenzó a besar de sus muslos mientras separaba de sus piernas nuevamente, intentando acariciar ahora libremente sobre su desnudez.

—No.

Mal había vuelto a cerrar las piernas.

—Lo necesito.

—N-no quiero...

Evie suspiró frustrada, subiendo a sus labios donde mordió de estos mientras respiraba agitada.

—Evie, detente —gimió Mal.

¿Cómo iba a hacerlo? ¿Cómo Evie iba a detenerse luego de que estaba a nada de cumplir una minúscula parte de su sueño?

—¡Dije que no!

Una chica empuja a la otra, un bofetón fuerte y segundos después aparece un rostro de total arrepentimiento.

¿No se suponía que Mal lo quería también?

—Evie.

Evie se había alejado, tratando de ver a otro lado mientras Mal se bajaba de la barra para acomodarse las bragas y ponerse la blusa.

—Lo-lo siento.

—Vete de mi casa.

—Evie, por favor...

—¡Que te vayas! —apunto a la puerta—. ¡Ahora mismo!

Y Mal no hizo más que salir huyendo. Y Evie no pudo hacer más que lanzar todo lo que quedaba al piso, sentándose en el suelo. Llorando sin consuelo alguno mientras se juzgaba a sí misma por lo que había hecho. Aferrada a sus rodillas flexionadas donde recargaba su rostro, escondiendo sus ojos aguados y en llanto.

Ni ella entendía en qué se había convertido.

Y así llegó el segundo día.

Evie entró en el salón de clases con una capucha negra sobre la cabeza. Sin ver a nadie caminó hasta su lugar en la última hilera y se sentó, viendo hacia su escritorio para evitar ver a cualquiera.

Sus ojos estaban tan irritados, había pasado la noche rota, en el mismo lugar donde un día antes Mal la había abofeteado.

Y así estuvo, viendo a la nada mientras que nadie lograba sacarla de aquel trance. Ni los estúpidos comentarios de sus compañeros que siempre la molestaban. Pero era normal, a Evie nada de eso le interesaba.

EVIE | Princesa Malvada (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora