VII

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El KyungSoo del pasado le amo de una forma en la que nunca volvería hacerlo con nadie más. Cada roce y golpeteo en su corazón significó algo muy preciado en su ser, era feliz cuando besaba sus labios o toda la cara, cuando le decía cuanto lo amaba y cuan hermoso era. KyungSoo amo tanto a JongIn que, no sabía si algún día podría sentir aquello de nuevo.

El amor a ZhouHan era aún más intenso que aquel que alguna vez sintió por JongIn; pero, era diferente la entrega y amor hacia un hijo, que al de una pareja y lo que la pasión conlleva. Por eso ahora, quería destruirlo, de la misma manera en cómo trató de hacerlo con él y su carrera. Quería pisotearlo de la misma forma en cómo lo hizo con su vida y todo el cariño que le brindó. KyungSoo ideo esto por años, fueron tantas las horas en las que se sentó a pensar, que, aprendió algo que estaba seguro le haría triunfar en su cometido.

— Kai—tarareo su nombre con alegría fingida. El peso del pequeño entre sus brazos, le hacía recordar del porqué hacia todo esto.

— KyungSoo —segundos después, el contrario lo volteó a mirar. Los ojos penetrantes de aquel, lo estudiaron de arriba abajo; aquel supo cuan sorprendido estaba el Padre de su hijo.— ¿Él es? —señaló con un dedo hacia su hijo y, en ese instante el juego había dado comienzo.

— Es mi hijo, ZhouHan —el pequeño se removió entre sus brazos comenzando a despertar de su siesta.

— Ni hao —salió de sus regordetes labios cuando ZhouHan miró aquel hombre desconocido.











La música ambientaba aquel lugar y, el vino que acababa de beber, había hecho que sus mejillas se sonrosaran un poco; eso fue lo que notó JongIn cuando observó de reojo, «Es tan bonito, ¡maldita sea!» gruño por lo bajo. Y es que si, admitía que KyungSoo no había salido de sus pensamientos desde que lo encontró de nuevo, juraba que era aún más atractivo de lo que lucia en las fotos; aquellos belfos rosados siempre habían tenido ese color, pero de alguna manera ahora lucían más apetecibles—. JongIn negó con la cabeza —, se corrigió, siempre habían sido apetecibles.

— Recuerdos las veces que me trajiste aquí —, tarareo KyungSoo mientras coartaba su carne—. Ha cambiado un poco, pero sigue siendo delicioso—, se llevó aquel trozo de venado a sus labios y sonrió porque aquel sabor inundó sus papilas gustativas.

— También tiene tiempo que no venía — JongIn sonrió y se dedicó a seguir comiendo su salmón.

— ¿Como así? —KyungSoo le miró con sus enormes ojos que, para el contrario, brillaban aún más y hacían dupla con las luces de aquel lugar.

— No, este era un lugar con el que me gustaba venir contigo —respondió con sinceridad—, tu sabes de platillos y siempre te gusto andar de aquí allá buscando lugares, así que —se encogió de hombros—, a qué regresar si no es sin ti.

KyungSoo quedó anonadado ante eso, las palabras de JongIn eran sinceras, fue muy obvio aquello. Un golpeteo en su corazón se instaló y, solo quiso que parara, no podía sentir aquello otra vez. Lo sentía por Henry, de eso estaba seguro, cada vez que su novio lo besaba, follaba y era amoroso, miles de mariposas desbordaban desde su estómago hasta casi salir por su boca; pero, esto era diferente, la calidez que JongIn estaba teniendo la odiaba tanto al extremo de amarla.

— Bueno, creo que con BaekHyun has visitado otros lugares —se encogió de hombros. JongIn casi se atraganta con eso, y el otro sonrió entre diente con su reacción—. Eso pasa con las parejas nuevas que se llegan tener.

— No me vas a perdonar, ¿verdad? —cuestionó después de darle un sorbo a su copa de agua.

— Oh no, créeme cuando te digo que lo supere hace años —sonrió con picardía—, después de embarazarme tenía poco tiempo de pensar en otra cosa que no fuese la llegada de mi hijo—. JongIn se puso serio con solo imaginar las palabras de KyungSoo, y aquel lo noto, por lo que prosiguió con su relato—. Estuve un tanto ocupado después de salir del grupo, después me cayó de sorpresa mi embarazo —. Era una buen mentiroso que se aplaudía así mismo—. Debes de saber cuan difícil debió ser para mi, has vivido de cerca el embarazo de tus hermanas... y a todo esto —se detuvo antes de comer aquel trozo de carne que quedó al aire casi a punto de tocar sus labios—. ¿Cuando piensas sentar cabeza? Deberías pensar en comenzar tener tu propia familia, tus hijos, ya sabes a lo que me refiero.

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