Destino

563 63 2
                                    


E

staba a escasos metros de la entrada, una vez cruzaramos eras puertas ya no había marcha atrás, si bien era la peor idea del mundo. Horacio siempre fue así, el estaba un poco más acostumbrado a cosas así, aquella vez que descubrí porque cobraba más que yo, lo obligue abandonarlo pero ahora una vez regresaremos al infierno.

-Sigo insistiendo que esto es una pesima idea-. Segismundo habló, el chico era un inocente en muchos sentidos y haberlo convencido de esto, me hace sentir terrible.

-Segismundo tiene razón, regresemos a los basureros o a trabajar recogiendo agua, esta idea tuya es una mierda Horacio-. Hable, me negaba a volver a dejarme tocar por un maldito perro cachondo.

-No, me niego a volver ahí, acaso ¿ya olvidaron como intentaron hacernos daño esos alfas?-.

El tenía razón, los días en el trabajo siempre fueron un asco, los asquerosos alfas siempre intentaban tomarnos a la fuerza y nosotros, con nuestra patética casta débil, nos era difícil mantenernos al margen de ellos.

-Joder no puedo creer que daremos el culo por dinero-. Mi voz sonaba normal, como de días de normalidad, pero por dentro estaba aterrado, odiaba esta situación. ¡Odio a los alfas!

-Me siento igual, es mi primera vez y... me pone nervioso-. Ahora me sentía peor, Segismundo si desprendía nerviosismo.

-Yo ya he estado con alguien no les mentire pero hacerlo por dinero es denigrante y a Horacio parace gustarle la idea-. Fue horrible, jamás le diría a Horacio.

-No te mentire que me da curiosidad esto pero...-. Un hombre nos llamó, los tres nos confundimos y no supimos que responder.

-Pasad en unos minutos estarán aquí-. Lo seguimos por pasillos estrechos y luces de neón rojas y azules, el tipo transmitía terror, ya había visto gente así. ¡Pero si yo lo conozco! Trabaje para su gente hace tiempo, vendí todo tipo de estupefacientes y los malditos sólo tomaron la pasta y me tiraron a la calle.

-Bien están por llegar. Solo les pido que se mantengan callados y no pregunten nada hasta que estén con sus respectivos amos-.

-Bien-. Contestamos al unísono. Ahora debíamos llamarlos así.

Todo era repulsivo, desearía salir de aquí, escapar lejos de esta situación. He sufrido bastante, incluso lo que no tenía que sufrir, mi mente siempre ha sido un caos, mi dolor siempre a sido así, ocultó dentro de mi pecho y una gran pena cargó, pero lo haría por mi hermano, seria como volver a robar comida para el, si tengo que volver acostarme con alguien por Horacio, lo haría sin dudarlo, aunque vuelva a sufrir es un sentimiento del que me he vuelto inmune al pasar de los años.

¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤

Todos me temian, ni el mismo CNP a podido dar conmigo en un largo tiempo, toda la malla estaba formada por incompetentes, los sherif de Miler no se quedaban atrás. Por años el mundo de la droga me había beneficiado, había formado un preciado Imperio y no cualquier Omega gozaba de aquello, siempre tan sumisos e interesados, jamás he conocido un Omega que sea puro y fiel ante su casta, todos corrían a brazos de un Alfa para ser marcados y dominados, como debía ser.

Estaba harto de esperar, Emilio me las pagaría, un Alfa mexicano dueño del mejor Cartel narcotraficante, nuestra alianza y amistad es fundamental en mi negocio, formar más dinero y obtener poder era suficiente para mi.

-Al fin llegas-. Hablé fastidiado, al ver que se acercaba con su mirada tranquila y despreocupada.

-Buenas noches tuve un pequeño percance. Pero entremos ahora, tengo que regresar a casa-. Apesar de ser socios, habíamos formado una amistad y yo conocía a Volkov, odiaba viajar tanto. Su negocio de armas lo había hartado de tanto viaje, era el mejor en armamento.

-Bien vamos, Nadando dijo que encontró exactamente tres, están adentro así que caminemos rápido-. Odiaba esperar a esos dos, actuaban con tanta naturalidad, debíamos ser discretos, ¡Estábamos comprando Omegas, por Dios!

-No te desesperes Conway, no iran a ningún lado-. Hablo Emilio, con su sonrisa burlona. A veces odiaba a este capullo.

Colocamos algo que nos cubriera el rostro, los tres sabíamos que una medida de pata mostrando nuestros rostros y estos omegas podían chivarse y revelar nuestra identidad, habíamos estado en una sombra que nadie lograba pisar, éramos sigilosos aunque estos hacían el tonto a veces, éramos muy cuidadosos.

-Buenas noches chicos. Hemos puesto el ojo en estos tres chicos, sus aromas son extremadamente dulces y deleitantes-. No dije más y nos adentramos por fin, el lugar apestaba a alcohol y feromonas, estos lugares me asqueaban, pero si dijo haber encontrado algo especial para mi, valdría la pena. Lo tendría para mi y seguiría mis órdenes, al entrar al cuarto medio obscuro pude verlos, sus rostros nervisoso de veian de lejos, pero sólo uno captó toda mi atención. Era el más despreocupado, el no sabía lo que venía a continuación, pero el sería mío.

¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤

Tres tipos entraron, cubiertos del rostro y hablaban cosas que no lograba escuchar, me sentía como una zorra barata, sólo era dinero y listo, sonaba tan fácil. Se acercaron y un perro de traje negro, perfectamente arreglado se acerco primero, si aroma me daba náuseas, podía sentirlo aunque estuviera a escasos metros de mi, se acerco a Segismundo y luego a Horacio. Cuando estuvo frente a mi no pude evitar ponerme nervioso, el vino era un aroma intenso y su presencia me abrumaba. Lo mire desafiante aunque por dentro quisiera salir corriendo.

-Esté-. Habló, su voz me hizo temblar, era grave y gruesa, sentí un escalofrío por todo mi cuerpo, con su dedo me indicó que lo siguiera, ¡Ya está, lo odio!

-Chicos, suerte y Horacio por favor cuidate-. Dije relajado, quería que Horacio estuviese bien y Segismundo también. Me sentía prisionero, mi destino tal vez era este, entregar toda mi última inocencia a un tipo que desconozco.

Me aleje de ellos por fin, dediqué una última sonrisa a mi hermano, sus ojitos bicolor me miraban triste, lo conocía demasiado y se que esta aterrado y desearía poder abrazarlo y decirle que todo iría bien, que tendríamos dinero y nos iríamos de nuevo a una nueva ciudad, los perdí de vista al fin. Sentía impotencia no podía darle una buena vida a mi hermano y todo por ser un estúpido Omega que se rebaja como puta en celo, por unos cuantos pesos, eso era lo que era, jamás había hecho algo que me beceficiara, siempre cargue con dolor en mis hombros.

Lo único bueno que he hecho en mi vida, ha sido salvar aquel niño castaño he indefenso del asqueroso mundo, mi Horacio lo extrañaría mucho, pero en cuanto este fuera prometo darle la vida que siempre soñamos de niños. Aunque me cueste la vida.




























































Remin

Tuyo 2 (Intenabo) FINALIZADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora