Jack Conway

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Un día nuevo llego, un nuevo sentimiento crecía en mi, la noche anterior solo pude sentir su cuerpo transmitir calidez y sus brazos envolviendo el mío en un abrazo tierno. Había despertado ya, me giré un poco y de nuevo me encontré con su rostro, era tan guapo, me encantaba sus facciones le hacían ver más Alfa aún, tan respetable y temible, sus pestañas negras hacían juego con su cabello alborotado, el aroma a macho que desprendía por las mañanas, se apoderaba de mi Omega, quién contento movía la cola por tenerlo cerca. Y yo... Simplemente puedo odiarlo.

¿Realmente te odio? No lo sé, hace un día jure matarte y ahora, estoy en tu cama, cubierto con suaves sábanas y siendo abrazado por ti, no me tocaste más y decidiste comprar supresores, ¿por qué lo haces? Porque ahora que intento desaparecerte de ni vida. Joder, huele tan bien, talvez podría solo un momento sentirme bien, talvez solo por este momento obtendría un poco de paz. Solo por un minuto, quiero sentir latir tu corazón; me acurruqué en su pecho cubierto por una la linda camiseta color azul cielo, su corazón latía con normalidad, el aún dormía y yo parecía un felino buscando comodidad en su... Dueño.

Sus brazos me acercaron más a el, me sorprendió su actitud y sentir su mano pasar por mis cabellos, acariciando y masajeando mi cabeza. Me sentía extraño, quería llorar y rogar al cielo que ese momento se acabará pronto, pero mi corazón pedía otra cosa, mi pecho nuevamente comenzaba a sentir aquel sentimiento que hace tiempo suprimí, ahora regresaba con fuerza y no sólo eso, mis lágrimas amenazan con salir.

¿Ya es tiempo de desahogarme?

Al parecer sí...

-¿Gustabo, estás bien?-. Escuché su voz, tan gruesa y arrogante como siempre, mirándolo por el rabillo del ojo, con sus cabellos negros sin peinar, ¡dios lo odio por ser jodidamente sexy!

-E-Es tu culpa...-.

-¿Qué pasa? No llores, por favor, no lo hagas-.

Mi hermano, cuanto has sufrido por mi culpa, debí cuidarlo mejor, el está tan lejos de mi y mi corazón está hecho pedazos, estoy sintiendo algo extraño en mi pecho, estoy comenzando a sentirme bien a su lado, no quiero, no puedo ceder. No lo necesito, yo lo odio, pero no puedo evitar tenerlo cerca, mi omega solo mueve la cola felizmente, aúlla por el, siempre está inquieto y su aroma, sus fuertes feromonas tan varoniles. Soy un Omega estúpido, igual a todos, dejándome llevar por el.

-V-Vete... No me hagas esto por favor-.

-¿Pero de qué hablas Gustabo?-.

-¡No finjas que te importo, solo aburrete ya de mi, déjame libre!-.

-Gustabo... Lo siento-. El me abrazó y sus palabras me sorprendieron.

-¡No digas que lo sientes! Eres igual a todos los malditos perros, te odio Jack Conway-.

-Se que he sido un idiota, pero te he mostrado mi rostro, he tratado de ser paciente contigo, no te he vuelto a tomar a la fuerza-.

-¿Pensaste que con mostrarme tu estúpido rostro, caería ante ti? Que ingenuo eres, no comiences hacerte ilusiones-.

-Gustabo, se perfectamente como te sientes, no quiero lastimarte más, y-yo-.

-Tu jamás sabrás cómo me siento... Solo vete, vete no quiero caer ante ti, si te quedas lo más probable es que comience a aceptarte-.

Conway

Sus ojos azules brillaban, pero no era ese brillo especial que me hubiera gustado ver, eran lágrimas de dolor, su llanto era la melodía más dolorosa que he escuchado, su voz rota me lastima horrible, ¿cómo llegue a este extremo? Quería tener la fuerza para abrazarlo, consolarlo, decirle que lo que comienzo a sentir por el, pero mi cobardía solo me hizo hacer una mueca arrogante y retirarme de allí, desde el otro lado de la puerta, pude escuchar su llanto incontrolable, oler el vainilla amargo, me desagradaba y mi Alfa comenzó a aullar, gruñía con enfado, me molestaba con su actitud.

Me aleje de allí, camine a paso lento a mi habitación, con la cabeza agachada, justamente como un perro regañado, me senté en el borde de la gran y vacía cama que me provocaba asco, pues había traído tantos omegas, tantos habían pasado por aquí y ninguno logro hacerme sentir como Gustabo. Parecía que el día estaba nublado, que llovía con brusquedad, que las nubes eran obscuras y espesas... Pero estaba soleado, el que estaba  cubierto por obscuridad era yo, Jack Conway, un hombre echo pedazos, con una vida tan patética, vaya sorpresa me lleve cuando un gota cayó en mi mano, lleve mis dedos a mis mejillas y lágrimas gruesas recorrían cada una.

No quiero causarte dolor, pero no sé cómo pedirte que te quedes a mi lado, sin que me odies.

El celular me despejó de mis pensamientos, era Volkov.

-¿Diga?-.

-Conway... Ayúdame-.

-¿Qué sucede, Volkov?-. Su voz era temblorosa, jamás lo había escuchado de esa manera, desde aquel día cuando nuestros mundos cayeron.

-No puedo seguir, no quiero tenerlo un segundo más conmigo, tengo miedo...-.

-No entiendo, deja de hacer el capullo y decírmelo ahora mismo-.

-Me he enamorado... Estoy tan ebrio ahora mismo, no puedo pensar con claridad...-.

La llamada se cortó, estaba claro que algo andaba mal, el sufría al igual que yo, pasaba por lo mismo que yo. Yo igual tengo miedo, jamás creí que detrás de mí faceta de mafioso, de Alfa, asesino... Se escondía esto que tengo frente a mi, un hombre tan cobarde, con una vida ida a la mierda, con un corazón roto y lastimado, perdí tantas cosas, creí que el poder me haría olvidar que hace tiempo deje de sonreír y me doy cuenta que desde el día que perdí a mi más preciado amor, no he vuelto a sonreír con sentimiento.

Este es realmente Jack Conway, un ser roto, con las esperanzas de volver a amar por los cielos, con el alma rota y vaga, sin un sueño que perseguir, nada de lo que poseo como el dinero, el miedo que tiene hacia mi, se compara con tener a Gustabo, el vale más que mil fajos de billetes o el control total de una estúpida ciudad.



































































Remin

Tuyo 2 (Intenabo) FINALIZADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora