Montaña

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Había terminado de mi almuerzo, últimamente los días eran cada vez más duros, desde aquel día pasaron dos días, sin ver a Conway, sin siquiera presenciar su olor, es como si el hubiese desapareció. Dos días sintiendo mi corazón vacío, soportando a mi estúpido Omega, el tipo de mi cabeza no había vuelto y su ausencia me perturbaba, era como un cruel castigo de la vida, había pasado ya un mes, sin salir a las calles peligrosas de Los Santos y sin noticias de mi hermano o Segismundo.

Suspiré casado, me levanté de la silla y me dispuse a caminar por el jardín de la casa, sin duda era hermoso, el cielo estaba despejado y la brisa pegaba en mi rostro, analice a detalle la casa, los balcones, las ventanas bajas y altas, las salidas y entradas. Los puntos protegidos por la gente de Conway, camine con disimulo a la zona donde estacionaba sus autos, no había rastro de nadie, podría escapar pero el aroma a Alfa me hizo reaccionar, en las esquinas de la enorme puerta habían dos hombres. Continúe mi recorrido, llegue donde la enorme piscina se encontraba y un hermoso helicóptero color negro reposaba allí, era realmente lindo. Me acerqué a las orillas y era verdaderamente alto la altura, tendría que ser un experto escalando para bajar por allí.

-Menuda mierda-. Resople con enojo, sería realmente difícil.

Eche un vistazo a el helicóptero una vez más, deseaba subir, pero podría meterme en problemas y no sabía pilotear. Simplemente lo recorrí con la mirada y admire su belleza.

-Esta guapo, ¿no?-. Escuché una voz detrás de mí y no tenía que ser un experto para saber de quién era.

-Sí, no está nada mal-. Me giré hacia el y me preocupo al instante su estado-. Conway, tu brazo está sangrando-.

-No pasa nada muñeca-.

Su camisa estaba rota en un agujero, cubierta de líquido rojo, el se sostenía y su rostro se encontraba han sereno, como si nada hubiese pasado.

-¿Quién te crees? ¿Terminator?-.

-Un Dios-.

-¿Un dios? Deja de decir gilipolleces y ve a que te curen-.

-Creeme estoy bien princesa, ¿quieres dar una vuelta?-.

-No gracias, podrías desmayarte y sería una muerte faltal si caemos-.

El no hizo caso a mis palabras y abrió la puerta del piloto, entrando y mirándome, pero no pude descifrar esa mirada.

-Sube-. Encendió el helicóptero y finalmente me decidí a subir.

Aunque no lo admitiera me emocionaba la idea de volar, subí con paso apresurado del lado del copiloto y lo mire, el simplemente me sonrió.

-Bien, andando-.

Comenzamos a elevarnos, alejándonos cada vez más del suelo, las vistas eran preciosas, podía ver lo enorme que es la casa, fuimos cada vez más alto, hasta llegar a ver toda la ciudad.

-¡Desde aquí puedo ver la playa! Mira viejo, ahí está comisaría, ¡que se ve todo desde aquí!-.

-Deja de llamarme viejo, capullo-.

-Como sea, mira allí estan los basureros, joder como quisiera escupirles desde aquí-.

-Podriamos acercarnos un poco y tirarles mierda-.

Tuyo 2 (Intenabo) FINALIZADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora