El aire abandonó mi cuerpo y esperé a que se riera o dijera algo sobre que esa proposición era una broma. Pero en cambio me observaba expectante, esperando mi respuesta. Sentí unas enormes ganas de salir huyendo pues campanas de alerta resonaban en mi cabeza, pero en cierta forma me sentía un poco comprometida con él.
«Te llevó a tu casa, Emily. Le debes este favor», mi cabeza susurraba y entonces pensé que solo tenía que mostrarle el lugar y saldaría mi deuda con él. Y que hacerlo no significaba nada.
—Pero ya es tarde... —dije. Tratando de posponer un poco más.
— ¿Es un sí? —Asentí despacio—. ¡Bien!, ¿puedes mañana? —Pasé mi mano izquierda en mi antebrazo derecho un poco contrariada y nerviosa por su entusiasmo, cada vez lo entendía menos.
—Si..., por la tarde.
—Pasaré por ti a las cuatro, ¿está bien?
—Está bien.
Salí de esa casa prácticamente corriendo, recriminándome por qué había aceptado. Entré a mi casa y me dejé caer sobre uno de los sillones. ¿En qué me había metido? Sacudí mi cabeza, lo hecho, hecho estaba y no podía hacer nada más, pues cancelar aunque era una salida tentadora, mi conciencia no me lo permitiría, ya que se lo debía.
La cena con mis padres se tornó incomoda cuando les conté que saldría con Kyan al siguiente día para darle el tour al cual ellos me habían comprometido. Aunque no me insinuaron nada, sus miradas decían más que mil palabras. Pero decidí ignorarlas, pues en esos momentos lo menos que deseaba era meter ideas equivocadas mi cabeza. Yo estaba bien, mi vida era tranquila, sin preocupaciones ni problemas y quería seguir así.
Pero a veces la vida tienes otras cosas planeadas.
— ¿Adónde llevarás a Kyan? —Mi madre preguntó. Estábamos secando y guardando los platos.
—No sabe dónde queda la ferretería del centro, ahí iremos. —Volví a verla y tenía su entrecejo fruncido.
— ¿No conoce? —Me encogí de hombros.
—Él me dijo que no. —Sonrió, una muy extraña que no me gustaba nada—, ¿qué pasa?
—Nada mi cielo. —Secó sus manos y se fue a la sala donde estaba mi padre viendo un partido de futbol.
Por la noche con mis amigos decidimos hacer una video conferencia; pero todo siempre con ellos era complicado de llevar a cabo, pues o faltaba uno a la hora acordada, o teníamos problemas con la conexión y esa ocasión no fue la excepción, pues luego de batallar casi media hora, lo logramos.
—Entonces saldrás con el güero que te cae mal —dijo Luck. Ladeé la cabeza.
—No es que me caiga mal, mal. Es solo que... tuvimos un primer encuentro muy peculiar —dije y mi amigo movió sus cejas sugestivamente.
—Ahora ya no te cae mal. Bien dicen que del odio al amor solo hay que dar un paso —comentó y puso sus manos detrás de su cabeza, acomodándose en el respaldo de su cama. Rodé los ojos.
—Solo tengo que mostrarle donde queda la ferretería, nada más. Eso no significa nada de los que tu alocada cabeza piensa. —Me defendí.
—Si tú lo dices —murmuró. Resoplé, todo con Luck, siempre, debía llevar dobles intenciones.
—No todos los hombres son como tú —intervino Laura reapareciendo.
—Yo solo comento lo obvio. Porque piensen, ¿qué lo lleve a una ferretería? Él muy fácilmente puede guiarse por el GPS. —Aunque me costara admitirlo, era un punto a su favor.
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A pesar de todo © [COMPLETA]
RomanceEmily pasaba sus días trabajando y ahorrando para pagar sus estudios; y sobre sus planes lo menos que esperaba -o deseaba-, era enamorarse. Ya que, para ella, el hecho de entregar su corazón..., ya no lo concebía como una opción. Sin embargo, fue ah...