34. Quema

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Moondust - Jaymes Young

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Kyan

Dolía tanto...

Recordar esa escena a cada momento en mi cabeza dolía, dolía como los mil demonios, dolía cómo si en mis venas corrieran vidrios rotos desgarrando todo a su paso.

Y es que aun no podía creer lo que había presenciado, aun no podía creer que ella... ¡mierda, mil veces mierda! Había pasado buscándola todo el día, luego que se marchara de mi oficina de aquella forma, quería explicarle que Larissa se me había acercado hasta que nos habíamos besado..., que la rechacé y le deje claro que yo amaba a Emily pero ella simplemente se fue.

Y aun no entendía cómo había podido dejar que se marchara, porque no la había obligado a que me escuchara. Y le había llamado como loco, le había mandado millones de mensajes rogándole que me disculpara. Sin embargo, para empeorar todo, para que la culpa se acrecentara dentro de mí, Emily desapareció. Y juro que quise morirme, sus padres no sabían adónde había ido, sus amigos tampoco, nadie sabía nada de ella. Pasamos toda la madrugada buscándola, contactando a sus amigos y compañeros en Santa Clara y siempre era la misma respuesta: no sabían nada.

Y temí lo peor porque ella no era así o bueno, era lo que en esos momento creía.

Por la mañana, iba conduciendo mi camioneta de regreso a Campbell cuando mi móvil alertó que un mensaje había entrado. Y era ella, recuerdo muy bien que el alma me regresó al cuerpo, que sonreí y limpié las lágrimas que se formaban en mis ojos.

Ella estaba bien.

Sin embargo, al llegar hasta el lugar donde me había citado algo dentro de mí se removió con incomodidad, era un callejón que estaba justo detrás del supermercado de la ciudad, el cual daba para un motel de mala muerte y dude, justo cuando creí que me había equivocado de dirección vi su auto estacionado. Y miles de ideas se formaron en mi cabeza, pero ninguna se asemejaba un poco a la realidad que estaba por encontrar, por descubrir.

A pesar de todo © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora