19. Consentimiento (I PARTE)

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El día de la presentación y firma de libros finalmente llegó; y con ella la tienda era un solo caos, había tanto que hacer, pero nos faltaban manos para poder atender todo de la mejor forma y a tiempo. En fin, cuando el evento comenzó había más de setenta personas en el interior de la tienda y otras más a las afueras, donde teníamos un par de pantallas para que no se perdieran nada de lo que adentro pasaba.

Mi jefa dio las palabras de apertura y luego el escritor pasó a hablar acerca de sus libros más conocidos y vendidos, así como, del más reciente que había publicado. Keith llegó pocos minutos después que la presentación diera inicio, se sentó donde le había reservado.

Y mientras todo eso sucedía, yo me encontraba vendiendo ejemplares y más ejemplares, junto a Vanessa y otra chica que había llegado en apoyo, ¡era una locura! Los libros se vendían como pan caliente y en menos de lo que creíamos, ya no teníamos más.

Pronto se dio paso a la firma de libros y solo fue hasta ese momento que tuvimos un breve descanso. Minutos después, Ileana me llamó, ella debía de coordinar aún lo de la habitación en el hotel donde habíamos reservado, por lo que, me dejó observando y tomando fotografías. Estaba enfocando el lente desde atrás de la tarima y así obtener una toma donde se mostrara la cantidad de personas que habíamos tenido, fue cuando me percate de que Kyan se encontraba hasta atrás, observándome.

Me despegué de la cámara y le sonreí, y en ese mismo instante me invadieron unas tremendas ganas de mandar todo por la borda y salir corriendo hasta donde él estaba, pero me contuve, además, la presentación casi estaba llegando a su fin.

No obstante, en un descuido me acerqué a saludarlo, su mamá se acercó y nos saludamos esporádicamente, ya que, debía regresar al trabajo. Ambos salieron de la tienda, pero un segundo después Kyan entró de nuevo, para informarme que solo iría a dejar a su mamá a casa y que regresaría por mí. O eso fue lo que me hizo creer.

Salí una hora después; mis pies dolían, me encontraba hambrienta y cansada. Pero lo bueno en todo aquello fue que al día siguiente no trabajaríamos, sino que, llegaríamos hasta el lunes a horario normal. Afuera me esperaba Kyan, salí y de inmediato me recibió con los brazos abiertos, quitó la bolsa de mis hombros y se la colgó, me sentí tan agradecida y aliviada con ese gesto.

— ¿Quieres ir a comer? —No era una pregunta del todo, asentí con la cabeza, entonces agregó—: ¡Perfecto!, mi madre estuvo de acuerdo en ir a comer a un restaurante que esta a unas calles de aquí y nos está esperando —comentó. Y tan pronto mi cabeza registró sus palabras, mis ojos se abrieron, el hambre desapareció. Y me vi tentada en declinar a su invitación, ya que, de verdad me hallaba muy cansada, mis pies dolían y sentía que en cualquier momento podía quedarme dormida, sin embargo, no pude ignorar la emoción reflejada en los posos marinos de mi novio. Sonreí, ¿qué podría salir mal?

—Muero de hambre, vamos... —respondí, sintiéndome insegura y ansiosa por partes iguales. Ya que, muchas cosas podían salir mal de esa cena, no obstante, Kyan se miraba muy relajado y despreocupado. Solté una corta inspiración, «todo va a salir bien», me repetí, infundiéndome fuerzas. Me tomó de la mano y me llevó hasta el estacionamiento, ya adentro del vehículo le mandé un mensaje a mi mamá, avisándole que llegaría más tarde.

Serpenteamos entre los autos y durante todo el trayecto a mi mente llegaron muchas preguntas, « ¿qué le habrá dicho Kyan a su mamá sobre mí?, ¿le habrá dicho que ya estamos juntos?», pero no me atrevía a preguntarle, ¿por qué?, quizá miedo a su respuesta.

Llegamos a un pequeño restaurante y cuando entramos —tomados de la mano—, en una mesa al fondo se encontraba Keith con un libro en sus manos y que recién había comprado. Toda la ansiedad se disparó en mi torrente sanguíneo, así como, el miedo y la inseguridad comenzaron a tomar fuerza. ¡Dios!, me sentía aterrada, tanto así, que las manos comenzaron a sudarme y estomago a retorcerse. Sin embargo, todo empeoró dentro de mí cuando el rostro de Keith se elevó y nos enfocó.

A pesar de todo © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora